lunes, 7 de octubre de 2019

Historia patria…


Historia patria…

Hoy hace 38 años y unos meses, cuando unos trece médicos venezolanos, especialistas en patología, estábamos sentados en las frágiles silletas de un avión ruso Ilyushim que había sido cedido a Cubana de Aviación desde Praga, el epicentro de la ayuda logística de la Unión Soviética para Cuba, con el objetivo de trasladarnos desde Panamá hasta La Habana. Algo asustados, unos más que otros ante la trepidación del aparato, ya ajustados nuestros cinturones, no disimulábamos la emoción de que al fin, a pesar de que nuestro país había roto relaciones con la isla caribeña, todos íbamos a conocer las maravillas de la revolución cubana.

Era que… Creo que usaré el título de la novela de Javier Vidal “todos éramos de izquierda”, e íbamos henchidos de emoción, a participar en el XIV Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Patología (SLAP). Éramos todos primo-visitors de Cuba y les confieso que lo sucedido en aquel viaje, habría de ser transformado por mí en lenguaje escrito y el recuerdo de cómo caminamos por La Habana durante 9 horas y de cuanto lloramos aquella noche triste, ya lo he relatado, ocasionalmente. De aquel primer viaje del 83 y de otras varias visitas ulteriores que hice siempre relacionadas con eventos de patología, nacería mi novela “Escribir en La Habana” premiada en Narrativa por la Bienal José Rafael Pocaterra del año 1994.  

Veinte años después, aunque suene a título de novela de Dumas y hasta habrá quien piense en el Conde de Montecristo, a finales del 2002 escribiría mi relato ¡Oh Cuba!, divulgado por internet a través de “el gusano de luz”, un texto que he citado y he reproducido en este blog. Sin querer repetir secuencias, debo, supongo que para no dejar mal parados a mis colegas acompañantes de aquella aventura del 83, recordaré que en Panamá, ya de regreso antes de tomar un Avensa hacia Caracas, ninguno de ellos se atrevió sinceramente, a aceptar mi propuesta de opciones y cambiar lo que teníamos en nuestra patria por los avances de la revolución cubana. El tiempo ha servido para demostrar así, que sin ser pitonisos, privaría la sinceridad y la razón por encima de nuestras izquierdosas emociones.
Regresaré al año 1982 cuando acompañando a Reyes Reyes, el teniente Chávez (ChF) visitaba al subteniente William Izarra en su apartamento de Los Palos Grandes; se conocían desde 1981 y ambos coincidían en la idea de hacer una revolución comunista en la seguridad de que contaban con el apoyo de Cuba y de los soviéticos. Para aquellos días, Izarra veía a ChF como lo que era, un “presentador de espectáculos folklóricos” quien recién había sido nombrado jefe de deportes. Más leído, Izarra desde 1967 cuando era un Subteniente de 19 años, al comenzar operaciones en los teatros anti-guerrilleros, y ver la realidad político-social que confrontaban, se afianzarían en él sus convicciones políticas y todos los lineamientos patrióticos que había aprendido en su Academia Militar Venezolana terminarían por desaparecer de su mente sin considerar la lógica traición que implicaba querer entregar su patria a fuerzas extranjeras... 
  
Es necesario recordar que en esta época, Venezuela estaba rodeada por el este por Surinam y Guyana, dos países gobernados por dictaduras militares comunistas muy pertrechadas por la Unión Soviética y por el oeste, estaba Colombia, con más de 30.000 hombres en armas apoyados por Fidel y los soviéticos. Al norte estaba la isla comunista de Cuba amparada por los rusos. Las FFAA venezolanas ya habían sido infiltradas por la inteligencia soviética y el G2 cubano funcionando con el sistema de anillos de seguridad aprendidos de la KGB. William Izarra, conectado con Simón Sáez Mérida y Douglas Bravo llevaba los hilos de la conspiración con Emilio Arvelo, Ramón Santelíz y Sánchez Peláez, y con Gruber Odreman y Cabrera Aguirre en la Naval y cada vez era mayor el número de jóvenes que ingresaban a la Academia Militar confabulados con los conspiradores militares comunistas. 

Divididos en grupos de trabajo, los militares conspiradores viajaron sin ningún tropieza a Irak (Hussein formaba sus cuadros de inteligencia en la KGB de Moscú), a la Libia de Gadafi y a Cuba que mantenía los nexos con Nicaragua y El Salvador. Había sido en esta época cuando las FFAA venezolanas aniquilaron el último grupo guerrillero en la masacre de Cantaura y todo estaba preparado para dar el golpe comunista en el 83 cuando Regan asumió el mando en febrero de 1982 y frenó el avance soviético en Europa lo que repercutió en la región. Los militares de acá  viajaban seguirían viajando; Izarra viajó 3 veces a Libia y estuvo en Irak. Arias Cárdenas viajó a Libia a través de España y como la gente de Sendero Luminoso lo hizo a través de París, como lo harían también los integrantes del Frente Occidental y del M19 que perpetraron el asalto y asesinatos en el Congreso de Colombia. Todos tenían un maravilloso respaldo financiero.

Los tres difuntos Fidel, Gadafi y Sadam Hussein estaban totalmente entregados a Rusia y haciendo negocios millonarios, para la época aquella, cuando la KGB controlaba por completo el DGI cubano, mientras que en Venezuela la infiltración de las FFAA ya estaba asegurada y en bandeja de plata los politicastros locales le entregarían las riendas al ahora también difunto, engendro de Sabaneta. Él prometería freírles las cabezas en aceite a los adecos quienes ahora se abrazan con los directivos de la Asamblea Nacional y pactan con los capos del heredado narcorégimen, ante el asombro y la vergüenza del mundo que no entiende cómo es que todos se han sumado a la comparsa del foro de Sao Paulo. Quien tenga oídos que oiga y que abra los ojos mientras pueda ver…

En Maracaibo, con escasa corriente, agua racionada y poca gasolina el  día lunes 7 de octubre 2019.


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