sábado, 23 de septiembre de 2017

El dibujo de la familia



El dibujo de la familia

Desde el comienzo del segundo año de vida, todos los niños garabatean. A diferencia del adulto que “garrapatea” su escritura para expresar algo, los niños garabatean sin intencionalidad, si pretender comunicarnos nada. Entre los dos y los tres años, sus garabatos o sus dibujos, son trazos que se asocian con sus movimientos, de manera que al continuar su crecimiento, entre los tres y cuatro años en general el niño puede identificar lo que quiere mostrar en sus dibujos sin que pretenda asociarlo con nada conocido. Todo este proceso pertenece al garabateo. Formas verticales u horizontales, círculos y, o diagonales, rayas pues y algunas veces el niño se detiene y quizás es porque ha detectado en su obra alguna semejanza con algo, o con alguien…

Esta actividad debe ser personal, es creativa, y no debe uno inmiscuirse, no debe “ayudársele”, ni tratar de dirigirlo. El niño ira progresivamente avanzando, algunas veces con aparentes retrocesos, pero seguirá adelante en un proceso que dura aproximadamente un año. Al niño no debemos preguntarle, ¿Qué es eso?, ¿Qué es esto?... Sus círculos y rayas fueron hechos con regocijo. Estos dibujos que pudiésemos llamar kinestésicos realizados entre los tres y cinco años deben respetarse y lo ideal sería que no se interviniese en ellos.

Solo expresando lo que se siente por dentro se puede mantener vivo el fuego de la creatividad. La práctica ampliamente conocida de ofrecerle a los niños libros para colorear, no es lo más adecuado para estimular la creatividad. Se debe poner al niño en contacto con los materiales para que se exprese, tiza, o lápices, creyones, etc, para luego admirar sus progresos, desde el garabateo hacia las figuras, pues la gente se irá transformando en la parte más importante de su vida. A los 4 meses ya el bebé reconoce a su madre y a los 6 meses ya reconoce a los extraños.

Algo fundamental es entender  que el niño dibuja sus impresiones mentales de los objetos o los personajes que ve y no corresponde a su representación gráfica, de modo que no será una representación de lo físico, sino más bien será la representación de los elementos emocionales e imaginativos que él posee y que lo indicen a dibujar, Sus dibujos hablarán más del artista que los ejecuta que de los objetos o figuras que puedan representar. Este fenómeno fue llamado inicialmente por Luquet “realismo intelectual”.

Se puede decir con certeza que el niño dibuja lo que sabe, no lo que ve, por eso sus dibujos expresan una verdad, no toda la verdad ya que podríamos decir que la expresión gráfica en el niño está coloreada por sus sentimientos.  De manera que sabemos que el realismo gráfico infantil no es visual sino intelectual. Cuando dibuja personas, el niño nos habla de sí mismo más que acerca de otro ser puesto que tan pequeño, aun no estará condicionado por “su superyó”. Los dibujos infantiles son expresiones de la mente que pueden verse como “universales” ya que sus mentes no han sido todavía educada en los moldes de nuestra llamada, cultura.

Todos los niños del mundo iniciarán así sus dibujos sin importar el sexo, la raza, la geografía de su país y/o la cultura de sus padres, pobres o ricos. Por estas razones, si les inducimos sobre lo que deben dibujar estaremos coartando su expresividad natural y siempre debe entenderse que los dibujos infantiles tienen poco valor si quieren interpretarse como proyecciones de su personalidad, o de los miedos u hostilidades que enfrentan y que seguramente influirán en su conducta. Hay que estar bien documentado sobre la normalidad y las características de la expresión gráfica infantil de acuerdo con sus distintas etapas de maduración, antes de pretender saltar a conclusiones.

Por eso me estoy refiriendo en esta oportunidad a “el dibujo de la familia en el niño”, que no representa de ninguna manera un test de capacidad mental ni debe usarse para reemplazar el conocido test de Goodenough que implica el dibujo de la figura humana. Cuando se le pide a un niño que dibuje a su familia, el resultado estará influido por sus sentimientos y el producto de ese dibujo conllevará siempre una respuesta predominantemente emocional. El niño en ese dibujo dirá poco de lo que realmente sabe y mucho sobre sus sentimientos porque su respuesta al dibujar será más una manifestación de sus sentir personal. El psicoterapeuta Louis Corman fue quien inició la técnica del dibujo de la familia.

El procedimiento consiste en sentar al niño ante una mesa con papel y un lápiz, o creyón y pedirle que dibuje su familia. Sin darle más detalles, sin entrar en explicaciones, él debe dibujar en un tiempo prudencial a su familia.  La prueba finaliza cuando el niño avisa que terminó el dibujo y lo entrega. Como es de suponer, habrá algunos parámetros elementales que serán tomados en cuenta al examinar el dibujo. Nombraré alguno de los más importantes: 1-Tamaño de las figuras; 2-Orden de las figuras; 3-Posición en el grupo familiar;  4-¿Está él presente?;  5-¿Alguno del grupo familiar fue excluido?;  6-¡Se diferencian los sexos?;  7-¿Quién tiene más adornos?; 8-¿Quién tiene más acentuados los brazos y las piernas?; 9.¿Existen otras cosas agregadas al dibujo? …

Con estos recursos y más que los conocedores de esta técnica manejan, se puede aplicar aquella máxima tan conocida que dice que “un dibujo vale más que mil palabras”. 
Gracias por su atención.
Maracaibo, 25 de septiembre de 2017

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