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“EN ESTE PAÍS”
Un artículo escrito cuatro
años después de iniciarse el proceso que nos conduciría hasta donde estamos.
El título de una novela del siglo pasado, es propicio para hablar de un problema grave que estamos viviendo, en este país. Es una terrible historia, y por las telecomunicaciones y por los satélites, ella seguramente le llega al mundo, y la escucharán, algunos preocupados, la mayoría impasible, así ocurre cuando son tragedias ajenas, y esta es solo nuestra, de los venezolanos. Casi como aquella novela del Gabo, esta, la nuestra, es “la crónica de una muerte anunciada”. El desmoronamiento de nuestra nación es de consecuencias impredecibles, y nos está llevando a la ruina a todos los venezolanos, pero además, será catastrófica para muchas naciones del mundo que dependen de nuestros recursos energéticos. Se está dando paso a paso, en este país, la estamos viviendo paulatinamente, ahora, cuando estamos comenzando este nuevo milenio.
Estuve leyendo un artículo sobre Le Monde D., un diario sobre el
cual me dijeron que era “ de franchutes que ni saben lo que pasa en Francia
pero creen saber lo que pasa en el mundo”… Así entendemos que pueden ser
algunas veces los medios de comunicación, pueden estar comprometidos con
ideas, o con doctrinas, los nuestros, o los de otros países y algunos
ciudadanos franceses, parecen todavía sentirse golpeados, ¡por el Mickey
Mouse de EuroDisney! Es que son unos resentidos, me dijeron. Puede ser…
Entonces hablamos sobre CNN y de otras cadenas de noticias, cada cual con sus
voceros y sus infiltrados, y ellos con sus complejos y con sus culpas… Todo
esto obliga a reflexionar sobre el mundo donde estamos viviendo, y
lamentablemente pareciera que existiesen muchos individuos resentidos, quizás
países enteros dolidos, naciones resentidas y acumulando odios…
Los resentidos sociales, en nuestro país, son ahora un tema del
común, casi podría decirse que son el pan nuestro de cada día. Ciertamente.
Pero el asunto este de los resentidos, no sería tan grave, si no existiesen
sinvergüenzas capaces de especularlos… ¿Cómo? Es algo muy cierto. Pongámosle
atención a nuestros resentidos sociales, los de estos tiempos… Ellos no son
llorones y dicen no ser acomplejados, ( hay algunos que no se controlan y
salen siempre con el tema de que si tengo el pelo apretao, que me llamaban el
bachaquito, que soy un zambo, y hasta especulan su condición de negritos,
pero estos son una minoría y usualmente son casos ya patológicos ). Si
hablamos de la generalidad de nuestros resentidos sociales, pues ellos no se
la pasan ruñendo sus carencias de espíritu por no haber sabido enfrentar la
vida y no haber tenido el valor de agarrar al toro por lo cachos, ¡no! Ahora
tenemos una horda de resentidos sociales “sui generis”, ¡son vivitos!, y
además tenemos una cáfila de truhanes que son aprovechadores de los mismos,
estos, por tanto son, más vivos aún. Estos sujetos, usualmente se ubican
ahora en posiciones de poder. Ha llegado la hora para muchos de ellos, el
momento de llenarse, los pusieron donde es, ¡yupi!, y es que venían
buscándolo desde hacía tantísimos años, ¡casi nada! ¿Recuerdan el lema aquel
de “que me pongan donde haiga”?, pues, llegaron. Estas consideraciones van
por igual para los sinvergüenzas y trepadores, magos de la política
populista, como para una gran cantidad de militares quienes fueron comprados,
con sueldos y autos nuevos y créditos blandos, como si fuesen pedazos de
queso palmita, silenciados, y ¿la divisa del honor?, bien gracias… Hay
algunos de estos elementos que hasta se las dan de intelectuales ¡Que triste
tragedia! Lamentablemente como dijo un ilustre venezolano años atrás, nuestro
país sigue siendo el de las reputaciones consagradas y de las nulidades
engreídas.
Pero antes, hace menos de treinta años, en este país, y en el
curso de toda nuestra historia, ¡todos éramos venezolanos!, y nuestro orgullo
estaba en la mezcla de razas, en ese crisol que permitía a cualquier negrito,
o zambo, o a cualquier indio o blanco de orilla, llegar a donde le permitiese
su capacidad de trabajo y de lucha. Ahora, es triste decirlo, pero han
bastado cuatro terribles años y las cosas han cambiado. Estamos cosechando la
siembra de cuatro años de atizar el odio entre hermanos, de ver
sistemáticamente a un presidente insultando, amenazando, vociferando
mentiras, estimulando las diferencias para cosechar rencores, dividiendo de
la manera más meticulosa y sistemática a los ciudadanos, gesticulando siempre
con gestos de golpear con el puño para aplastar. Cuatro años de un país
obligado a verlo y a escucharlo en cadenas interminables por la televisión,
en todas partes amenazando, hasta que el daño germinó en suelo fértil, el mal
anda suelto en este país, se ha regado como la mala hierba y la maleza crece
por los cuatro confines de la patria de Bolívar.
Estamos viendo como se están consolidando, los planes que nos
pondrán bajo el yugo de una minoría que ha prometido falazmente ofrendarle la
patria a los “estabanos” y esto no es decirles peyorativamente que no han
aprendido a hablar, ni tienen idea de nada, ¡no! Lamentablemente, los pobres
en este país, los que todavía ciegamente son seguidores del régimen, no son
los más capacitados. En este momento no tenemos tiempo de ponernos a pensar
que de quien fue la culpa, que si fue de las cúpulas podridas en los 40 años
de la infausta democracia, o si de veras cada cual no aprovechó las muchas
oportunidades, ¡que eran abundantes! Sin duda que se podía llegar… ¡Para
muestra un botón! He allí al señor presidente, ¿como llegó y desde donde?, ¿y
los demás presidentes?, esos que siempre fueron unos “reyecitos” cuando se
sentaron en la silla, los que se olvidaron todos de su pueblo, ¿de donde
venían?, ninguno de ellos era un oligarca, aunque ese discurso haya sido
cacareado también por el populismo de oficio. Lo que si es muy cierto es una
sola cosa, a todos y más a este último ejemplar, a todos sin excepción, los
agarró el fenómeno de los tres monitos, se quedaron sin poder oír, ni ver
nada para quedarse complacidamente callados. Pero no es tampoco el momento de
pensar en que tal vez no se hizo lo suficiente, puesto que estamos en una
situación crítica, el país está, digo, estaba al borde del colapso. Perdón…
Ya colapsó.
Pero también allí están ellos, los pobres, los marginales, los
desnutridos, y ellos, ya lo dijimos, esperan confiados, sin tener los
conocimientos, por no haber podido estudiar, quizás, pero no importa, ellos
aguardan y creen que se les otorgará el país, como una dádiva, se lo tienen
prometido… Quienes esto aseguran, son ilusos, buena gente al fin, pero nunca
han vivido bajo un régimen totalitario, y no saben lo que es una dictadura, y
menos una dictadura militar… Ellos juran que les entregarán los abastos, y
las panaderías, y las refinerías, y las estaciones de gasolina, y los
diarios, y las televisoras, y hasta los bancos… ¿Es esta una afirmación
exagerada? Quien piense que es una exageración, es porque nunca ha conversado
y se ha sincerado de verdad con gente “del pueblo”, o es porque quizás no
sabe lo que implica la oferta de “el proceso”. Esto no quiere decir en
absoluto que los vayan a complacer, ¡ojo!, pero es la oferta, la que está en
pie y solamente se sostiene y se adelanta, en las aspiraciones de unos
cuantos pobres de solemnidad y es especulada por los dirigentes que taimados
se apoyan en la credulidad de la buena gente…
“El proceso” ya está en marcha. ¿Acaso no hace más de cuatro
años que avanza? No hace ni un mes que se está mostrando de cara a todo el
mundo, y las gentes en sus países están allí, impávidas, aguardado, sin saber
a que atenerse, o algunas, hasta sonreídas… ¡Tanto petróleo, pero ya se les
está acabando la suerte!, dirán… Quizás repiten aquello de que, los pueblos
tienen los gobiernos que se merecen… Pero debemos preguntarnos si, ¿de verdad
esta tragedia se la merece nuestro pueblo? Sin haber trabajado mucho, hay
gentes que esperan por lo que les han prometido. También están los que
trabajaron duro, los que se prepararon, los que estudiaron, los que han
adquirido bienes con el sudor de su frente, pues es bueno que sepa el mundo
que ahora, estos venezolanos han pasado a ser en el lenguaje del régimen, los
“oligarcas”, “los escuálidos”, son “golpistas”, “ladrones”, “vende patria” y
muchos de ellos también son “agentes del imperialismo y de la CIA”… Muchos pobres
engañados por la canalla populista, han aprendido a recitar las consignas
acuñadas por el presidente en un léxico de odio para fomentar una novedosa y
nunca existente lucha de clases, y muchos pobres e indigentes, están
convencidos de que serán recompensados en su devoción al caudillo, que ellos
se merecen el país, y que este ha sido conculcado por cualquier ciudadano que
posea algún bien material. En un populismo desquiciante, como nunca antes
existió en América, con el slogan de que “ahora manda el pueblo”, ellos
aspiran a tenerlo todo porque saben que “es bonita la revolución”, aunque en
el fondo también comprendan que para muchos ha sido tan solo una “robolución”
y que para todos, las siglas del MVR ( Movimiento Quinta República) sean
sinónimas de “me volví rico”... Trágicamente, sin que se haya dado todavía en
la magnitud que se espera, vemos como se repite el dicho aquel de que “el que
nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”.
No les ha llegado la dicha, pero estamos viviendo el odio, la
desesperación y la pérdida de la cordura desatada por un populismo
irresponsable, pero fríamente planificado. Cada día más cerca, estamos viendo
como llegan los malandros de baja ralea y atropellan e insultan, y agreden y
asesinan, y como lo amparan los que tienen la conciencia comprada, o lo
aceptan los tontos útiles, ilusos los menos, caimanes en boca de caño los
más, intelectualoides criminales muchos dirigentes que aúllan sus
trasnochadas consignas del pasado, las que ahora solo sostienen algunos
escasos regímenes de fuerza, al menos en el mundo occidental, porque en este
mundo globalizado, siempre puede uno referirse a Argelia, a Iraq, o Iran, o
hasta usar la pobreza de Afganistán o de naciones africanas, y hasta llegar a
coquetear con el coloso Brasil tan abatido por el hambre y la pobreza de sus
gentes para quererse sentir parte de un mundo que no es ni ha sido nunca el
de los venezolanos. Estamos mal. Los políticastros del régimen son sepulcros
blanqueados por una impasible hipocresía. Mienten fría y descaradamente para
poder de una buena vez, ponernos a todos bajo la égida de un Estado
controlador. Al final, sabemos bien que no es un Estado, es un individuo, y
el ejemplo de Cuba, con el mesianismo de Fidel, es el más evidente, y nadie
negará que esa ha sido la esperanza y la intención de los dirigentes de “el
proceso”, llegar detrás de un nuevo Mesías, que vaya caminando sobre mar de
la felicidad. Da vergüenza el espectáculo de profesionales universitarios,
militares de carrera y hasta generales, sentados como borregos, riéndole las
gracias al “Señor Presidente”, el mismísimo personaje de Miguel Angel
Asturias. ¡Pena ajena nos dan estos pobres conciudadanos! El venezolano nunca
había sido “un arrastrado”, nunca fue servil, ni en las dictaduras más
feroces lo vimos reptando babosamente hasta estos extremos de postrarse y
lamer las botas de “el Jefe”. Es muy triste decirlo, pero Adolfo Hitler era mucho
menos simpático, tenía un bigotito horrendo, no lucía verruga y su pollina
era poco elegante, no lanzaba bolas “rabo e cochino”, ni besaba ensalivando a
las viejitas, ni juraba por Dios santo sacando a cada rato un crucifijo, y no
cargaba carajitos ni prometía con taimada hipocresía acabar con los niños de
la calle. Adolfo, el del bigotito tenía menor rating, quizás porque, claro
está, en ese tiempo no existía la
TV ni se hacían “cadenas”, por todo esto, pues, su handicap
era menor, ¡definitivamente!, y mire usted lo que vivió el pueblo alemán,
quienes además eran catiritos y no estaban lombricientos, ni desnutridos, ni
andaban con las patas en el suelo… También ellos se emborracharon con “mi
proceso” o “mi lucha”, y todos sabemos como terminó la historia…
Así que no es necesario ponerse anteojos, ni ser un historiador
de muchos kilates, para ver por donde viene la cosa. La historia ha sido
siempre cíclica y desgraciadamente repetitiva. Es fácil comprender hacia
donde vamos, aceleradamente. Estamos en nuestra patria, en este país, mi
país, tú país, y no siendo esta tierra de gracia una isla, pues no tendremos
balseros, sobretodo porque… ¿saben que?, es porque no nos vamos a ir. Es muy
cierto que en el curso de estos últimos cuatro dolorosos años, hemos presenciado
la destrucción sistemática de las instituciones de la nación, del Congreso
Nacional, de la Fiscalía,
de la Contraloría,
de la Defensoría
del Pueblo, del proceso de descentralización, de las policías, de los
partidos políticos, de las Fuerzas Armadas, y de otros estamentos solo han
quedado pequeños baluartes… En la
Central de Trabajadores el régimen perdió, como tenía que
ser pero han intentado crear sindicatos paralelos, en las Universidades
aunque han perdido todas las elecciones tienen sus “talibanes criollos”
ejerciendo la presión del terrorismo, a la iglesia la mantienen casi silente
a punta de crucifijos y del doble discurso con una abominable cháchara de
amor y paz, pero vemos como PDVSA se defiende con valentía mientras está
siendo desmantelada, como todavía no han terminado de destruir a la Marina Mercante,
ni han logrado callar a los periodistas, ni en sus diarios ni en sus
televisoras y son ellos, los comunicadores sociales con la sociedad civil
organizada quienes con la CTV
y Fedecámaras y algunas ONG con más del 80% de los venezolanos, están dando
la última batalla, la de la resistencia pasiva, la de las banderas y los
pitos y las cacerolas contra los peinillazos, los perdigones, las balas
asesinas y las bombas de gases lacrimógenos con o sin mostaza. El mundo
entero debería enterarse de la verdad, debería comprender que el bravo pueblo
venezolano está luchando, y que seguirá ofrendado las vidas de sus ciudadanos
para defender la posibilidad de ir a unas elecciones, que esta lucha sin cuartel,
para tratar democráticamente de contarnos, está planteada de frente, sin dar,
NI UN PASO ATRÁS!
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