Para leer al Pato
Donald (1972)
fue un libro clave de la literatura política de los años setenta, una especie
de ensayo —considerado un «manual de descolonización», tal como lo describían
sus autores, el chileno Ariel Dorfman y el belga
Armand Mattelat.
Esto es lo que el mundo recuerda… Al menos yo, recuerdo
haberlo leído con interés …
Escritor y activista de derechos humanos, ha cultivado todos los géneros literarios. Ha sido profesor de Literatura Iberoamericana en varias universidades del mundo (Chile, París, Amsterdam y Estados Unidos). Desde 1985 es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Duke e investigador en otros centros universitarios de Estados Unidos. Colaboró con el Gobierno chileno de izquierdas de Salvador Allende y después del golpe de Estado del general Augusto Pinochet se exilió en Francia y después en Estados Unidos. Aunque la dictadura le autorizó el retorno en 1983, en uno de sus viajes a Chile realizado en 1987 fue deportado. Regresó con su familia al país en 1990, pero unos meses después lo abandonó "para siempre"
Lleva escritas cinco novelas,
varias obras teatrales, y recibió el premio Laurence Olivier por “La Muerte
y la doncella”, su pieza teatral más famosa, quizás la obra chilena más
representada en el mundo, que trata del encuentro de una víctima de la
tortura con su torturador. La obra fue llevada al cine por Roman Polanski en
1994. Su mayor actividad ha sido como ensayista en la que ha destacado su
análisis de la cultura popular y de la mentalidad artística latinoamericana.
Para leer al Pato
Donald (1972) es un
análisis marxista sobre literatura de masas, concretamente sobre la publicada
por Walt Disney para el mercado latinoamericano. Su tesis principal es que las
historietas de Disney no sólo son un reflejo de la ideología de la clase dominante
(según los postulados del marxismo), sino que, además, son cómplices activos y
conscientes del mantenimiento y la difusión de esa ideología.
El libro tiene un prólogo escrito por Héctor Schmucler, con
introducción y prólogo de los autores. El análisis de las historietas en sí se
desarrolla a lo largo de seis capítulos, a los que siguen un capítulo de
conclusiones, y anexo de publicaciones analizadas.
Resumen “Para
leer al Pato Donald” (Armand Mattelart –Ariel Dorfman)
Relaciones de poder entre personajes. Hay una
clasificación de dominados y dominantes que se establece de acuerdo al grado de astucia o torpeza de los personajes.
Los niños, jueces racionales, astutos y
respetuosos del orden establecido, interpelan a los adultos cuando incumplen con la función de autoridad que les
corresponde. Representación del buen salvaje. El indígena, el extranjero,
es tonto por naturaleza, no entiende el
uso de las cuantiosas riquezas con las que cuenta y por eso debe ser expoliado
de ellas. Es fácil engañarle y recibe
gustoso tecnología a cambio de los tesoros que esconde. Así, se enseña al lector como opera la usurpación
imperialista. Niño urbano o buen salvaje. El niño puede ser o un niño
proveniente de las ciudades, cargado de
argucias y artimañas para conseguir lo que se propone, o puede ser un buen
salvaje, tonto, manipulable e ignorante.
El lector debe escoger qué es lo que quiere ser. Relación hombre-mujer:
El hombre cumple un rol protagónico. Los hombres compiten entre sí por ocupar la posición dominante y reducir al otro a
dominado. Las mujeres compiten entre sí por la atención de los hombres. Se las valora según sean princesas de
belleza o brujas malvadas. Fetichismo: Se inculca una forma
idealista de entender el proceso de producción de riquezas. El oro, el dinero y los tesoros son de quién se
propone ir a buscarlos. Basta la idea de
emprender una aventura para que lo buscado le pertenezca. Se omite que la
extracción del oro y su transformación
en objetos útiles son resultado de un proceso de explotación del trabajo asalariado y de apropiación de materias primas. Los
ricos son ricos por que emprenden aventuras
para buscar riquezas. Se muestra un mundo de riquezas libres de pecado, la
utopía de la burguesía. No hay
proletariado; sólo riquezas. El justiciero. Mickey representa
al orden público. El lucha por restablecer ese orden que es alterado por los malos, y lo hace movida nada más
que por su altruismo. Los agentes represores
del Estado burgués son iguales a él. Son desinteresados y actúan por pura bondad
En el año 2009, entrevistado por Clarín en Buenos Aires, Ariel Dorfman,
comentó:
“Ese libro fue escrito en un momento
de lucha social en Chile y dentro de una revolución que intentó cambiar todo.
Se escribió en diez días, en el calor de la lucha por la supervivencia. Y yo
diría que si uno mira la obra del Pato Donald, no como problema ideológico sino
como forma de escritura, es una apropiación latinoamericana de un mito
norteamericano”… “En los 70, yo veía a los Estados Unidos como intentando
apropiarse de nuestra cultura”.
¿Y cómo es su visión ahora?:
Ahora es muy distinto. Este es el libro de alguien exiliado, de alguien que intenta renarrar la historia de los Estados Unidos entera, y también narrar de una manera diferente la historia de América latina”….
¿Qué pasa con la cultura de Estados Unidos en la era de Obama?
En un sentido, el libro del Pato Donald sigue vigente. La estructura que nosotros vimos en los comics de Disney se ha globalizado… Pero también se matizan mucho más las cosas, en el sentido que la realidad es mucho más compleja que lo que yo retraté en ese libro. Yo vivo en los Estados Unidos y la visión que tengo de la cultura norteamericana es muy diversa hoy, hay cosas de allí que si las importan acá son más liberadoras. No necesariamente todo lo que viene del norte es negativo, y tampoco las cosas que hacemos acá son todas positivas. Creo que ha habido una evolución.
El año 2012 Ariel Dorfman,
activista de los Derechos Humanos y apoyando al partido Demócrata en EUA, escribió
en EL PAÍS (España) refiriéndose a Salvador Allende… “Venía de recorrer poblaciones y
campos, con el polvo de Chile en sus zapatos y fatiga en los ojos, una fatiga
que sin embargo relucía de alegría, sabiendo que tantos jóvenes como nosotros
nos desvivíamos por su victoria. Ese año, no ganó. Pero no fue un trabajo en
vano: seis años más tarde, en 1970, conquistó la presidencia”. Para hablar luego de
su colaboración en la campaña presidencial de Obama, donde… … “y yo nuevamente dando lo que
podíamos en un mundo donde Allende estaba muerto y Barack Obama, con todos sus
errores e imperfecciones, representaba la mínima esperanza de un mundo mejor”.
¿Y cómo es su visión ahora?:
Ahora es muy distinto. Este es el libro de alguien exiliado, de alguien que intenta renarrar la historia de los Estados Unidos entera, y también narrar de una manera diferente la historia de América latina”….
¿Qué pasa con la cultura de Estados Unidos en la era de Obama?
En un sentido, el libro del Pato Donald sigue vigente. La estructura que nosotros vimos en los comics de Disney se ha globalizado… Pero también se matizan mucho más las cosas, en el sentido que la realidad es mucho más compleja que lo que yo retraté en ese libro. Yo vivo en los Estados Unidos y la visión que tengo de la cultura norteamericana es muy diversa hoy, hay cosas de allí que si las importan acá son más liberadoras. No necesariamente todo lo que viene del norte es negativo, y tampoco las cosas que hacemos acá son todas positivas. Creo que ha habido una evolución.
Como era de esperar, los
fanáticos de eso que denominan la llamada “izquierda trasnochada” consideran a
Dorfman un traidor y como muestra puede cito a Jorge Sierro, doctor en Derecho quien
el mismo año 2012 le diría públicamente en su Blog… “Tú no eres necesario en ninguna revolución. Eres
necesario en Estados Unidos. Necesitan vendedores del falso cambio de Obama y
de la hipocresía del Partido Demócrata… Eres un buen ejemplo de personalidad
doble. Sirves al que te da de comer. Suele pasar...Llamarte traidor no sería
apropiado. Sería atribuirte una relevancia para la izquierda de la que careces.
Solo eres un estafador de tu propia historia personal”.
Este colofón es de una
fuente tan “retraqueteada” como Wikipedia, y sin embargo . . .
COLOFÓN: El
fanático se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran
enemigo de la libertad. Donde impera el fanatismo es difícil que prospere el conocimiento
y donde parece detenerse el curso fluyente de la vida. En definitiva, un mundo contrario
a la naturaleza humana que en ocasiones se diría anhela la muerte. Para Albert Camus en El hombre rebelde, el fanatismo es una suerte de nihilismo
destructivo más.