lunes, 29 de julio de 2013

El tío Donald y Ariel Dorfman



Para leer al Pato Donald (1972) fue un libro clave de la literatura política de los años setenta, una especie de ensayo —considerado un «manual de descolonización», tal como lo describían sus autores, el chileno Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelat.
Esto es lo que el mundo recuerda… Al menos yo, recuerdo haberlo leído con interés …

Vladimiro Ariel Dorfman Zelicovich nació en Buenos Aires, Argentina en 1942, hijo de Adolfo Dorfman y de Fanny Zelicovich, pasó parte de su infancia en los Estados Unidos, estableciéndose en Chile en 1954.
Escritor y activista de derechos humanos, ha cultivado todos los géneros literarios.      Ha sido profesor de Literatura Iberoamericana en varias universidades del mundo (Chile, París, Amsterdam y Estados Unidos). Desde 1985 es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Duke e investigador en otros centros universitarios de Estados Unidos. Colaboró con el Gobierno chileno de izquierdas de Salvador Allende y después del golpe de Estado del general Augusto Pinochet se exilió en Francia y después en Estados Unidos. Aunque la dictadura le autorizó el retorno en 1983, en uno de sus viajes a Chile realizado en 1987 fue deportado. Regresó con su familia al país en 1990, pero unos meses después lo abandonó "para siempre"
Lleva escritas cinco novelas, varias obras teatrales, y recibió el premio Laurence Olivier por “La Muerte y la doncella”, su pieza teatral más famosa, quizás la obra chilena más representada en el mundo, que trata  del encuentro de una víctima de la tortura con su torturador. La obra fue llevada al cine por Roman Polanski en 1994. Su mayor actividad ha sido como ensayista en la que ha destacado su análisis de la cultura popular y de la mentalidad artística latinoamericana.

Para leer al Pato Donald (1972) es un análisis marxista sobre literatura de masas, concretamente sobre la publicada por Walt Disney para el mercado latinoamericano. Su tesis principal es que las historietas de Disney no sólo son un reflejo de la ideología de la clase dominante (según los postulados del marxismo), sino que, además, son cómplices activos y conscientes del mantenimiento y la difusión de esa ideología.
El libro tiene un prólogo escrito por Héctor Schmucler, con introducción y prólogo de los autores. El análisis de las historietas en sí se desarrolla a lo largo de seis capítulos, a los que siguen un capítulo de conclusiones, y anexo de publicaciones analizadas.
Resumen “Para leer al Pato Donald” (Armand Mattelart –Ariel Dorfman)

Relaciones de poder entre personajes. Hay una clasificación de dominados y dominantes que se establece de acuerdo al grado de astucia o torpeza de los personajes. Los niños, jueces racionales, astutos y respetuosos del orden establecido, interpelan a los adultos cuando incumplen con la función de autoridad que les corresponde. Representación del buen salvaje. El indígena, el extranjero, es tonto por naturaleza, no entiende el uso de las cuantiosas riquezas con las que cuenta y por eso debe ser expoliado de ellas. Es fácil engañarle y recibe gustoso tecnología a cambio de los tesoros que esconde. Así, se enseña al lector como opera la usurpación imperialista. Niño urbano o buen salvaje. El niño puede ser o un niño proveniente de las ciudades, cargado de argucias y artimañas para conseguir lo que se propone, o puede ser un buen salvaje, tonto, manipulable e ignorante. El lector debe escoger qué es lo que quiere ser. Relación hombre-mujer: El hombre cumple un rol protagónico. Los hombres compiten entre sí por ocupar la posición dominante y reducir al otro a dominado. Las mujeres compiten entre sí por la atención de los hombres. Se las valora según sean princesas de belleza o brujas malvadas. Fetichismo: Se inculca una forma idealista de entender el proceso de producción de riquezas. El oro, el dinero y los tesoros son de quién se propone ir a buscarlos. Basta la idea de emprender una aventura para que lo buscado le pertenezca. Se omite que la extracción del oro y su transformación en objetos útiles son resultado de un proceso de explotación del trabajo asalariado y de apropiación de materias primas. Los ricos son ricos por que emprenden aventuras para buscar riquezas. Se muestra un mundo de riquezas libres de pecado, la utopía de la burguesía. No hay proletariado; sólo riquezas. El justiciero. Mickey representa al orden público. El lucha por restablecer ese orden que es alterado por los malos, y lo hace movida nada más que por su altruismo. Los agentes represores del Estado burgués son iguales a él. Son desinteresados y actúan por pura bondad



En el año 2009, entrevistado por Clarín en Buenos Aires, Ariel Dorfman, comentó:
“Ese libro fue escrito en un momento de lucha social en Chile y dentro de una revolución que intentó cambiar todo. Se escribió en diez días, en el calor de la lucha por la supervivencia. Y yo diría que si uno mira la obra del Pato Donald, no como problema ideológico sino como forma de escritura, es una apropiación latinoamericana de un mito norteamericano”… “En los 70, yo veía a los Estados Unidos como intentando apropiarse de nuestra cultura”.
¿Y cómo es su visión ahora?:
Ahora es muy distinto. Este es el libro de alguien exiliado, de alguien que intenta renarrar la historia de los Estados Unidos entera, y también narrar de una manera diferente la historia de América latina”….
¿Qué pasa con la cultura de Estados Unidos en la era de Obama?

En un sentido, el libro del Pato Donald sigue vigente. La estructura que nosotros vimos en los comics de Disney se ha globalizado… Pero también se matizan mucho más las cosas, en el sentido que la realidad es mucho más compleja que lo que yo retraté en ese libro. Yo vivo en los Estados Unidos y la visión que tengo de la cultura norteamericana es muy diversa hoy, hay cosas de allí que si las importan acá son más liberadoras. No necesariamente todo lo que viene del norte es negativo, y tampoco las cosas que hacemos acá son todas positivas. Creo que ha habido una evolución.
El año 2012 Ariel Dorfman, activista de los Derechos Humanos y apoyando al partido Demócrata en EUA, escribió en EL PAÍS (España) refiriéndose a Salvador Allende…  “Venía de recorrer poblaciones y campos, con el polvo de Chile en sus zapatos y fatiga en los ojos, una fatiga que sin embargo relucía de alegría, sabiendo que tantos jóvenes como nosotros nos desvivíamos por su victoria. Ese año, no ganó. Pero no fue un trabajo en vano: seis años más tarde, en 1970, conquistó la presidencia”.                                                                                              Para hablar luego de su colaboración en la campaña presidencial de Obama, donde…              … “y yo nuevamente dando lo que podíamos en un mundo donde Allende estaba muerto y Barack Obama, con todos sus errores e imperfecciones, representaba la mínima esperanza de un mundo mejor”.  

Como era de esperar, los fanáticos de eso que denominan la llamada “izquierda trasnochada” consideran a Dorfman un traidor y como muestra puede cito a Jorge Sierro, doctor en Derecho quien el mismo año 2012 le diría públicamente en su Blog…           Tú no eres necesario en ninguna revolución. Eres necesario en Estados Unidos. Necesitan vendedores del falso cambio de Obama y de la hipocresía del Partido Demócrata… Eres un buen ejemplo de personalidad doble. Sirves al que te da de comer. Suele pasar...Llamarte traidor no sería apropiado. Sería atribuirte una relevancia para la izquierda de la que careces. Solo eres un estafador de tu propia historia personal”.

Este colofón es de una fuente tan “retraqueteada” como Wikipedia, y sin embargo . . .

COLOFÓN: El fanático se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad. Donde impera el fanatismo es difícil que prospere el conocimiento y donde parece detenerse el curso fluyente de la vida. En definitiva, un mundo contrario a la naturaleza humana que en ocasiones se diría anhela la muerte.  Para Albert Camus en El hombre rebelde, el fanatismo es una suerte de nihilismo destructivo más.

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