sábado, 20 de julio de 2013

... tan solo un fragmento de EL AÑO DE LA LEPRA

 ... copiado de las páginas 272 y 273 de la novela "El año de la lepra"




Con nostalgia recuerdo muchos episodios que ahora me parecen lejanos y se me antojan insólitos por cuanto no se como me atrevía yo, tan joven a hablar de tantas cosas con Carmen Luisa, madre y amiga, siempre sonriente y dispuesta a escucharme. Ella atenta a mis cuitas, muchas veces lo hizo en medio de los padecimientos del tratamiento y de su enfermedad. Todas estas remembranzas, ahora que la vida ha seguido su curso, tórpido y cruel dejando en mi haber lamentables secuelas de amores, y tristes recuerdos, me han obligado a analizar mis errores. Revisando los papeles de mi mujer, encontré unas breves notas que Ruth escribiera el año 2010, sobre el análisis de las secuelas que tuvo una reunión donde ella me confesó que quizás si hubiese salido preñada, las cosas habrían sido diferentes. También, y no sé si fue con un tono retaliativo, ella me informó que se había hecho todos los estudios necesarios con un buen ginecólogo y supuestamente, insistió en que no ella tenía ningún problema para poder tener hijos… Tardíamente logro ver que en buena medida todos estos hechos pueden estar relacionados con nuestros problemas como pareja. Pienso también que desde joven, he partido de un error craso al creer que el mundo debe ser un emporio de justicia y de bondad, y que a la larga, estos dones del espíritu serían los vencedores sobre el mal. La honestidad, creía yo que a mediano o a largo plazo, habría de imponerse sobre la falsedad. Tampoco he sido yo un modelo a seguir por lo que ahora, no estoy tan seguro, de nada. Esa idea, la de los malos moviendo las cuerdas de los habitantes de las ciudades y los pueblos de mi país como si fuesen marionetas, sin importarles otra cosa que no sean sus propios intereses, crematísticos o sencillamente de poder, la veía como un disparate y aunque antes me pareciese inaceptable, he terminado por considerarlo como un hecho irrefutable. Me parece es el corolario de tantas bajezas y traiciones como las que hemos tenido que padecer in crescendo. Ha sido triste haber visto caer y arrodillarse a unos cuantos personajes entre quienes están algunos de quienes en un tiempo pensé serían incorruptibles. Como Plutarco, he pasado a creer que la pasión del poder transforma a mis congéneres en bestias. Pero hay un detalle para mí particular que en el fondo me duele. Debo aceptar que al escribir mis comentarios demuestro tener cierto compromiso sociopolítico, y siento que eso me descalifica como escritor de novelas. Aunque la realidad sabemos que supera la ficción, no creo que las novelas puedan conllevar tareas orientadoras o aleccionadoras porque esto las desvirtuaría en su esencia. Ya al final de mi situación personal, y de incorporar los retazos del diario de mi mujer, tengo la impresión de que lo escrito por mí, sobre la historia del sabio Beauperthuy seguramente valdrá para clausurar mis delirios escriturales. Lo acepto.
Para ponerle fin a esta perorata intentando elucubrar ideas bajo el ominoso signo de la lepra, y con la intención de poder condensar todo lo pasado, así como comprender lo que subsiste en el presente, me pregunto si cuanto he escrito sobre el doctor Luís Daniel Beauperthuy es una novela histórica o si es una historia novelada que he puesto a correr en paralelo a los retazos del diario de mi Ruth… Ahora cuando he llegado al final de la misma entiendo que sería un absurdo que fuese yo mismo su relator. Uno no debe ser juez y parte, aunque ahora esté de moda administrar justicia de esa manera. Me toca a mí dejar en manos de otra persona la decisión de cómo organizar los sucesos que nos han avasallado hasta aventarnos fuera del país. Cuanto sea dicho, podrá ser tal vez considerado como una historia verdadera, y no faltará quien lo vea como el desquiciado intento de crear una novela para disfrazar hechos reales. Finalmente, la decisión de cómo organizar los eventos que nos marcaron definitivamente durante el año de la lepra, la he dejado totalmente en manos de Arístides Sarmiento en la seguridad de que por su condición de investigador y de hombre de ciencia, su decisión será la más acertada.
AP
PD: debo acotar algo adicional sobre el profesor Sarmiento que tal vez ayude a aclarar su situación, personal, sobretodo después de ya que somos varios quienes hemos tenido que abandonar el suelo patrio subrepticiamente. Sarmiento había dejado de ofrecer sus opiniones en los periódicos, desde el episodio del año 2004 cuando aquel artículo donde él hablaba de Darwin y del Big Bang publicado en el Diario del Occidente, reportaje este que suscitó una airada respuesta de parte del presbítero Omar Yagüe, Sarmiento pareció decidido a no escribir más en la prensa local. De fuentes seguras he sabido que desde esa época él decía que escribir en los periódicos era una manera de hacer catarsis. Eso lo dijo en una reunión del laboratorio y según me comentaron, Sarmiento complementó sus ideas diciendo: “Pocas veces tocamos en estas reuniones el tema de la política y es mejor así. Hay grandes preocupaciones entre nosotros pero uno se las guarda, o prefiere callar por la inseguridad y la justicia vendida, estos y otros males que afectan a nuestros ciudadanos, van creciendo con las restricciones a la libertad de expresión pero seguimos confiando en que estas cosas no nos afectarán a nosotros. Quizás cuando eso suceda, cambiaremos de actitud”.
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