Con nostalgia recuerdo muchos episodios que ahora me parecen
lejanos y se me antojan insólitos por cuanto no se como me atrevía yo, tan
joven a hablar de tantas cosas con Carmen Luisa, madre y amiga, siempre
sonriente y dispuesta a escucharme. Ella atenta a mis cuitas, muchas veces lo
hizo en medio de los padecimientos del tratamiento y de su enfermedad. Todas
estas remembranzas, ahora que la vida ha seguido su curso, tórpido y cruel
dejando en mi haber lamentables secuelas de amores, y tristes recuerdos, me han
obligado a analizar mis errores. Revisando los papeles de mi mujer, encontré unas breves notas que Ruth
escribiera el año 2010, sobre el análisis de las secuelas que tuvo una reunión
donde ella me confesó que quizás si hubiese salido preñada, las cosas habrían
sido diferentes. También, y no sé si fue con un tono retaliativo, ella me
informó que se había hecho todos los estudios necesarios con un buen ginecólogo
y supuestamente, insistió en que no ella tenía ningún problema para poder tener
hijos… Tardíamente logro ver que en buena medida todos
estos hechos pueden estar relacionados con nuestros problemas como pareja.
Pienso también que desde joven, he partido de un error craso al creer que el
mundo debe ser un emporio de justicia y de bondad, y que a la larga, estos dones
del espíritu serían los vencedores sobre el mal. La honestidad, creía yo que a
mediano o a largo plazo, habría de imponerse sobre la falsedad. Tampoco he sido
yo un modelo a seguir por lo que ahora, no estoy tan seguro, de nada. Esa idea,
la de los malos moviendo las cuerdas de los habitantes de las ciudades y los
pueblos de mi país como si fuesen marionetas, sin importarles otra cosa que no
sean sus propios intereses, crematísticos o sencillamente de poder, la veía
como un disparate y aunque antes me pareciese inaceptable, he terminado por
considerarlo como un hecho irrefutable. Me parece es el corolario de tantas
bajezas y traiciones como las que hemos tenido que padecer in crescendo. Ha
sido triste haber visto caer y arrodillarse a unos cuantos personajes entre
quienes están algunos de quienes en un tiempo pensé serían incorruptibles. Como
Plutarco, he pasado a creer que la pasión del poder transforma a mis congéneres
en bestias. Pero hay un detalle para mí particular que en el fondo me duele.
Debo aceptar que al escribir mis comentarios demuestro tener cierto compromiso
sociopolítico, y siento que eso me descalifica como escritor de novelas. Aunque
la realidad sabemos que supera la ficción, no creo que las novelas puedan
conllevar tareas orientadoras o aleccionadoras porque esto las desvirtuaría en
su esencia. Ya al final de mi situación personal, y de incorporar los retazos
del diario de mi mujer, tengo la impresión de que lo escrito por mí, sobre la
historia del sabio Beauperthuy seguramente valdrá para clausurar mis delirios
escriturales. Lo acepto.
Para ponerle fin a esta perorata intentando elucubrar ideas bajo
el ominoso signo de la lepra, y con la intención de poder condensar todo lo
pasado, así como comprender lo que subsiste en el presente, me pregunto si
cuanto he escrito sobre el doctor Luís Daniel Beauperthuy es una novela
histórica o si es una historia novelada que he puesto a correr en paralelo a
los retazos del diario de mi Ruth… Ahora cuando he llegado al final de la misma
entiendo que sería un absurdo que fuese yo mismo su relator. Uno no debe ser
juez y parte, aunque ahora esté de moda administrar justicia de esa manera. Me
toca a mí dejar en manos de otra persona la decisión de cómo organizar los
sucesos que nos han avasallado hasta aventarnos fuera del país. Cuanto sea
dicho, podrá ser tal vez considerado como una historia verdadera, y no faltará
quien lo vea como el desquiciado intento de crear una novela para disfrazar
hechos reales. Finalmente, la decisión de cómo organizar los eventos que nos
marcaron definitivamente durante el año de la lepra, la he dejado totalmente en
manos de Arístides Sarmiento en la seguridad de que por su condición de
investigador y de hombre de ciencia, su decisión será la más acertada.
AP
PD: debo acotar algo adicional sobre el profesor Sarmiento que tal vez ayude
a aclarar su situación, personal, sobretodo después de ya que somos varios
quienes hemos tenido que abandonar el suelo patrio subrepticiamente. Sarmiento
había dejado de ofrecer sus opiniones en los periódicos, desde el episodio del
año 2004 cuando aquel artículo donde él hablaba de Darwin y del Big Bang
publicado en el Diario del Occidente, reportaje este que suscitó una airada
respuesta de parte del presbítero Omar Yagüe, Sarmiento pareció decidido a no
escribir más en la prensa local. De fuentes seguras he sabido que desde esa
época él decía que escribir en los periódicos era una manera de hacer catarsis.
Eso lo dijo en una reunión del laboratorio y según me comentaron, Sarmiento
complementó sus ideas diciendo: “Pocas veces tocamos en estas reuniones el tema
de la política y es mejor así. Hay grandes preocupaciones entre nosotros pero
uno se las guarda, o prefiere callar por la inseguridad y la justicia vendida,
estos y otros males que afectan a nuestros ciudadanos, van creciendo con las
restricciones a la libertad de expresión pero seguimos confiando en que estas
cosas no nos afectarán a nosotros. Quizás cuando eso suceda, cambiaremos de
actitud”.
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Justicia, Bondad, Honestidad... me niego a pensar que puedan sucumbir
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