miércoles, 12 de noviembre de 2025

Mi agradecimiento reiterado.

 

En el mes de diciembre del año 2019 escribí en este mi blog (lapesteloca) un artículo rememorando anécdotas personales sobre algunas de mis colegas, profesionales anatomopatólogas a quienes tuve la suerte de conocer mientras eran residentes del Curso de Postgrado de Anatomía Patológica en el Instituto Anatomopatológico (IAP) de la Facultad de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Hace dos años en noviembre de 2023 de nuevo reiteré esas palabras que hoy dos años después voy a repetir, para que las relean si lo desean quienes tal vez ya lo hicieron.  

Hoy, es cada vez más triste situación socio política y económica del país en este siglo XXI. El deterioro de la asistencia pública sigue atravesando una sostenida crisis y la mayoría de los ciudadanos tratan de sobrevivir con sueldos de hambre en medio del padecimiento de las enfermedades. Parece un contrasentido recordar gratas vivencias de colegas quienes ya son desde hace más de 25 años especialistas en Anatomía Patológica. pero al rendirles tributo por su tesonera labor, seguro estoy de que no desmayan por ser cada vez mejores especialistas.

Nuestra especialidad médica se ha visto reducida en número por la migración de muchos brillantes colegas hacia otras latitudes en busca de mejores oportunidades. Son muchos los países de Hispanoamérica donde brillan con luz propia nuestros patólogos. Aquí la Asociación que nos agrupa, tras una década de inactividad, nos obliga a imaginar medidas que nos permita protegernos del intrusismo que existe en esta difícil y compleja especialidad médica. Hemos convenido en que tenemos que proteger a los pacientes con cáncer de las consecuencias de que quienes dictaminan diagnósticos sin ser los médicos especialistas preparados por nuestras universidades.

Afortunadamente este año (2025) ya tenemos una nueva Junta Directiva. Con nombres propios sin apellidos comenzaré por Yanina, quien siempre fue explosión de risa y simpatía. Ella nació en Aragua de Barcelona “la Atenas de Oriente”, y siempre tuvo una chispa especial para presagiar las ideas, antes de nacer y ya ella venía de regreso con alguna feliz ocurrencia. Yanina casada con Héctor de su mismo pueblo, siguen en los llanos apureños y su recuerdo me transporta a orillas del río Arauca escuchando arpa, cuatro y maracas...

Cuando Antonieta, llegó al postgrado de Anatomía Patológica, había sido representante estudiantil ante varios Consejos de la Facultad de Medicina y sería miembro del Consejo Técnico del Instituto brillando en la defensa de sus compañeros de curso y con seguridad sus impresiones eran siempre certeras, Antonieta, inseparable amiga de su compañera y colega Margarita, fueron un ejemplo de amistad solidaria a toda prueba. Admiré el gran corazón de Antonieta quien brillaría después en su ejercicio profesional y durante varios años dirigiría el Servicio de Patología en un famoso hospital oncológico de la capital.

Así como existió el “dúo dinámico”, de Antonieta y Margarita, también AnaElia e Ivonne fueron inseparables. Ivonne y AnaElia, se asociarían al salir del postgrado, como lo harían también las doctoras Gracia “sinceramente” y su compañera “Colmenares” quienes juntas instalarían también eficientes laboratorios de Patología en la capital. El tiempo ha transcurrido y Benjamín, mi dermatólogo quien había sido novio desde niño de Ángela una de nuestras muy eficientes residentes, carita de muñeca quien trabajando en el Oncológico, vencería en  una lucha mediada por interferón, doblegando al virus C de la hepatitis. Benjamín presidente de la Sociedad de Dermatología como excelente músico, nos acompañó en vida muchas veces con el cuatro cantando en el IAP. Ángela brilla ahora en Chile donde como Gracia, y Adriana y Vero, son todas ellas talentosas patólogas venezolanas en la nación austral.

Carmen Cecilia siempre en el postgrado elevaría el rating de las calificaciones de su grupo en competencia con JuanCarlos, un chamo excelente quien también nos dejara hace ya varios años, a quien le sobrevive su hija, quien es ahora también una joven patóloga. Carmen Cecilia nuestra neuropatóloga venezolana, es discípula del queridísimo Jesús Enrique (Henry) González. Recuerdo que por Teresa, luché para que, al finalizar su postgrado, se quedase en el IAP pero era tan dulcemente inteligente que le temían algunos “profesores”, por eso se marchó a la Escuela Vargas desde donde sigue brillando!

Son interminables las historias de mis inolvidables discípulas doctoras de quienes ante el microscopio pude evaluar la sagacidad de sus mentes y la precisión de su memoria visual en el intrincado mundo microscópico para tejer diagnósticos precisos, siempre sorprendentemente acertados. Recuerdo la dedicación y el interés de Sindy con quien ganamos un premio Luis Razetti del Colegio de Médicos, la risa explosiva de Marilú, la religiosa constancia de Crisaida, sin ser “regañona” como Luisita “naturalmente contestataria” a quien quise amansar y la acuciosidad de Irma que la llevaría a dedicarse a la citopatología. Irma era parte de una pléyade de doctoras venidas desde Valencia y sus inmediaciones quienes descollarían en el ejercicio de la especialidad.

Las valencianas dejaron indeleble huella en el IAP y aunque sé que se me escaparán muchos nombres, las ejemplifico con Milagro “la negra” recientemente fallecida y su compañera Manola, que durante muchos años fueron las reinas de la patología del Estado Carabobo. De Valencia y en la Chile, actual Verónica a quien como “los caramelos de cianuro” le pedíamos que despertara al nacer el día, y La Nela, a quien antes de recontratatuarse la conocíamos como La Catira Regional; tantas otras patólogas como Elsie y Janira, todas de la ciudad del lago de límpido azul, crearon un emporio de la patología femenina.

Laura, fue la primera mujer presidenta de la SVAP, y ella siempre será la patóloga de Maracay aunque panameña de nacimiento, Laura había logrado cuanto se proponía, con su delgada y siempre elegante figura, Laura al iniciarse como presidente de la SVAP hizo publicar mi varias veces antes rechazado libro “Reflexiones de un anatomopatólogo” que bautizaría con el apoyo de la Universidad de Carabobo. Laura, salvó también a la SVAP con el respaldo de su presencia y su contribución instalando varias veces Jornadas de emergencia en sus predios aragüeños.

He mencionado dúos de doctoras quienes durante sus estudios de postgrado hicieron historia, pero existieron también tríos; e hizo historia el de MariaElena, Mirian y MaríaTeresa (LaNena), eran jóvenes doctoras de esta tierra venezolana con sus variados ancestros; de MariaElena en tierras de Caripe, LaNena de las orillas del lago de Coquivacoa, y Mirian con del mero corazón del país, en San Sebastián de Los Reyes. Mirian Josefína, formó parte de quienes fueron como los 3 mosqueteros de Dumás, todas para una y una para todas. En lo personal Mirian fue muy especial, pues atravesó el embarazo de su primer hijo varón en paralelo con la llegada de nuestro Pablo Antonio, el primogénito de Saudy. Al trio a menudo se le asociaba Kelly quien con una gracia irresistible, nos decía a sus maestros, los “insen”, abreviando con ello su calificación de “insensatos.

Virginia haría una crisis de hipertiroidismo durante su postgrado y Judith linda portuguesiña venida de la Escuela Vargas, hacía unos desmayos aparatosos que asustaban a todos en el postgrado, no tanto como el emocional “vomito en escopetazo” de Paulina. Las enfermedades de los hijos de las médico-residentes siempre fueron una fuente de preocupaciones que viviríamos por muchos años... Cuando la pandemia del SIDA, hubo tantas historias que mejor me refiero tan solo al interés por preservar la memoria escrita de aquellas difíciles y tan temidas autopsias. MariaEsther y Sindy, Crisaida e Ivonne con otras muchas residentes hicieron el esfuerzo de reseñar en publicaciones sus observaciones macro y microscópicas.

Soraya era dulce como la miel de los cañaverales de la misma tierra de Cheo y de Yaneida, y muy amiga de Soraya siempre fue Cathy, la pequeña gran trabajadora pioneera de la inmunohistoquímica diagnóstica en el país, y es imposible no recordar cosas tan inolvidable como “los chimentos” que el gran maestro JoséAngel  les ofrecería a Vicky y a Mirian, justo al lado” de Cardio,

Había una doctora especial, Lesbia, bella y muy competitiva, tan brava que sus compañeros la apodaban “crotálica”, quien ahora brilla ejerciendo en el Ecuador. Nunca supimos por que  Norma desapareció al terminar su postgrado, pero quien la conoció jamás pudo olvidar la belleza y la paz que irradiaba su presencia. Yo conocí a una doctora con pinta de niñita, quien era capaz de recitar decenas de poemas, y Dilcia era, como Josefina, Samaris y Lila la famosa cardiopatóloga, todas bellas “guaras” representantes de la ciudad de los crepúsculos.

Me he extendido demasiado, y hasta aquí llegaré hoy, porque es preciso afirmar que si no hubiese sido por ellas y por muchas otras a quienes me es imposible nombrar por meras razones de espacio, el IAP de la UCV no hubiese sido el semillero de tantísimas excelentes especialistas que se formaron en el ejercicio de ésta difícil especialidad médica.

Me felicito por haber tenido la suerte de conocerlas y haber podido compartir unos años de sus vidas. Vayan en estas palabras nuevamente escritas, las gracias para todas y cada una de mis queridas discípulas.

Maracaibo, miércoles 12 de noviembre del año 2023

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