Jeremy Griffith es un biólogo australiano que ha dedicado su vida a aportar una explicación biológica plenamente responsable sobre el dilema acerca de la condición humana; que es la cuestión subyacente en toda vida humana de la extraordinaria capacidad de nuestra especie para lo que se ha llamado “el bien” y “el mal”.
Griffith se crió en una propiedad de ovejas en el centro de Nueva Gales del Sur y se educó en la Tudor House School, en Nueva Gales del Sur, y en la Geelong Grammar School en Vitoria y School y posteriormente completó su Licenciatura en Ciencias en zoología en la Universidad de Sídney en 1971. Se hizo conocido por su búsqueda de tigres de Tasmania supervivientes, o tilacinos, cuyo último ejemplar conocido murió en cautiverio en 1936. La búsqueda se llevó a cabo entre 1967 y 1973.
Jeremy Griffith ha publicado más de diez libros sobre la condición humana, incluyendo el best seller australasiano A Species In Denial (2003), y su tratado definitivo es Freedom (Libertad: El final de la condición humana (2016). Su trabajo ha atraído el apoyo de científicos eminentes como el ex presidente de la Asociación Psiquiátrica Canadiense Profesor Harry Prosen, el ecologista Stuart Hurlbert, el biólogo australiano Charles Birch, ganador del Premio Templeton, el físico ganador del Premio Nobel Stephen Hawking, así como otros distinguidos pensadores como Sir Laurens van der Post.
Los trabajos biológicos de Griffith sobre los orígenes de la naturaleza humana afirman que "los humanos actúan con ira debido a una batalla entre el instinto y el intelecto". Griffith en The Irish Times resumió la tesis presentada en Freedom(2016) como "Adán y Eva sin culpa: explicando nuestra batalla entre el instinto y el intelecto". El Kirkus Reviews escribió: "Griffith ofrece un tratado sobre la verdadera naturaleza de la humanidad y sobre la superación de las ansiedades sobre el mundo".
En 2021, el ex presidente de la Asociación Psiquiátrica Canadiense Harry Prosen escribió: "Griffith propone una síntesis de amplio alcance derivada de la inducción. Como dijo, en su reseña de Freedom el profesor Scott Churchill, “la perspectiva de Griffith no nos llega como una simple opinión de un hombre, sino más bien como una conclusión inductiva extraída de la revisión de volúmenes de datos que representan lo que los científicos han descubierto”...“No tengo ninguna duda de que la explicación de Griffith de la condición humana es el santo grial de la comprensión que hemos buscado para la rehabilitación psicológica de la raza humana".
Craig
Conway es un
actor, escritor, productor y director inglés que ha trabajado en el teatro, la
televisión y el cine durante tres décadas, ha creado proyectos para compañías
de teatro, y ha actuado en películas como “Final Score“ con Pierce
Brosnan, “The Current War” con Benedict Cumberbatch y “The
Courier” con Gary Oldman. Craig es miembro del Gremio de Escritores
de Gran Bretaña y al inicio de la pandemia en 2020, realizó una serie de
entrevistas con personas que sentía que estaban ‘buscando crear una diferencia en el mundo’, entre las que se incluye
una famosa entrevista con Jeremy Griffith de la que trata este artículo en lapesteloca.
La entrevista se ha considerado
como herramienta definitiva para comprender y para compartir el trabajo de
Jeremy Griffith quien diría: “Sé que
todos los que escuchan viven con la creencia—bueno, es lo que nos enseñaron en
el colegio y nos dicen en todos los documentales—de que el comportamiento
competitivo, egoísta y agresivo de los humanos se debe a que tenemos instintos
salvajes, y que debemos reproducir nuestros genes como lo hacen otros animales”…“Nuestras
conversaciones están saturadas de esta creencia, con comentarios como: Estamos
programados por nuestros genes para tratar de dominar a los demás y ser un
vencedor en la batalla de la vida”; y “Nuestra preocupación por la conquista
sexual se debe a nuestro instinto primario de sembrar nuestras semillas”, o
“Los hombres se comportan abominablemente porque sus cuerpos están inundados de
testosterona que promueve que tengan que reproducir sus genes”… Esta
idea de que tenemos instintos competitivos y agresivos salvajes y de que
debemos reproducir nuestros genes, no puede ser
la verdadera razón del comportamiento competitivo y agresivo de nuestra
especie.
“Las palabras utilizadas para describir nuestro comportamiento humano como egocéntrico, arrogante, inspirado, deprimido, equivocado, pesimista, optimista, artificial, odioso, cínico, mezquino, sádico, inmoral, brillante, consumido por la culpa, malvado, psicótico, neurótico y enajenado… todas reconocen la participación de la mente pensante plenamente consciente de nuestra especie, y demuestran que hay una dimensión psicológica en nuestro comportamiento; que no sufrimos una “condición animal” impulsada por el oportunismo genético, sino una condición humana psicológicamente afligida, basada en la mente consciente.
Además, los humanos tenemos instintos morales cooperativos, desinteresados y amorosos, la voz o expresión de lo que llamamos nuestra conciencia—que es todo lo contrario de los instintos competitivos, egoístas y agresivos… Nuestros antepasados simios no pueden haber sido salvajes brutales con garrotes, competitivos y agresivos, como nos han enseñado, sino que deben haber vivido en un estado tipo jardín del Edén, de inocente gentileza…
Así que decir que nuestro comportamiento competitivo y agresivo proviene de los salvajes instintos competitivos y agresivos que hay en nosotros simplemente no es cierto – Es una buena noticia el que nuestro comportamiento se deba a una condición psicológicamente afligida basada en la mente consciente, pues las psicosis se pueden curar con la comprensión. La forma más fácil de entender lo que pasó, es imaginar el dilema al que se enfrentaba un animal, cuya vida siempre había sido controlada por sus instintos, y que de repente desarrolla una mente consciente. Pues, si hacemos eso, veremos muy rápidamente cómo ese animal desarrollaría una condición psicológicamente problemática, competitiva y agresiva, como la que nosotros sufrimos.
Todas nuestras religiones y la mayoría de nuestras mitologías han reconocido el conflicto básico dentro de nosotros -que el surgimiento de la ‘conciencia’ causó nuestra ‘caída de la ‘inocencia’- como lo resumió Richard Heinberg en Memorias y Visiones del Paraíso(1990). “Toda religión comienza con el reconocimiento de que la conciencia humana ha sido separada de la Fuente divina, que un sentido anterior de unidad… se ha perdido… en todas partes en la religión y el mito hay un reconocimiento de que hemos partido de una inocencia original… y sólo podemos volver a ella a través de la resolución de alguna profunda discordia interior…La causa de la Caída se describe de varias maneras como desobediencia, como el comer un fruto prohibido (del árbol del conocimiento) y como amnesia espiritual (olvido, bloqueo, negación, alienación), que es nuestra psicosis”.
En el 360 a.C. el compatriota
griego de Hesíodo, Platón, dio una descripción muy similar de la época
pre-consciente de nuestra especie en la inocencia. Escribió: “Hubo
un tiempo en que… contemplamos la visión beatífica y fuimos iniciados en un
misterio que puede llamarse verdaderamente el más bendecido, celebrado por
nosotros en nuestro estado de inocencia, antes de que tuviéramos ninguna
experiencia de los males venideros, cuando se nos permitió la vista de
apariciones inocentes y sencillas y tranquilas y felices, que contemplamos
brillando en luz pura, puros nosotros mismos y aún no encerrados en esa tumba
viviente que llevamos a cuestas ahora”
Platón también dio esta otra descripción del pasado preconsciente de nuestra especie, escribiendo sobre una época en la que vivíamos una ‘vida bendecida y espontánea…[donde] no había violencia, ni devorarse unos a otros, ni guerra ni disputa entre ellos… En aquellos días Dios mismo era su pastor, y los gobernaba… Bajo él no había formas de gobierno o posesión separada de mujeres y niños; porque todos los hombres se levantaron de la tierra, sin tener memoria del pasado. Y…la tierra les dio frutos en abundancia, los cuales crecieron en árboles y arbustos sin ser plantados por la mano del hombre. Y vivían desnudos, y en su mayoría al aire libre, porque la temperatura de sus estaciones era suave; y no tenían camas, sino que se recostaban en mullidos lechos de hierba, que crecía abundantemente en la tierra’ …
Es que Hesíodo y Platón, así como Moisés, vivían en una época en la que la ciencia todavía no se había desarrollado, por lo que no podían proporcionar la redentora y verdadera razón, que los instintos pueden orientar, pero solo las neuronas pueden comprender, de por qué nos alejamos de la ‘inocencia’ y nos convertimos, aparentemente, en ‘malas’ personas.
En Maracaibo, el sábado 22 de febrero del año 2025
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