jueves, 6 de febrero de 2025

Control de calidad

 

Durante la primera mitad del siglo XX, no existía en el país ni tradición, ni interés en utilizar los resultados de las autopsias como un importante elemento de la medicina tradicional. Tampoco los médicos clínicos cuestionaban los orígenes de las enfermedades ni sus diagnósticos como para considerar que la autopsia podía ser parte importante de la Medicina. No obstante, recordaremos que mediados del siglo XX la práctica de las autopsias era parte integral del ejercicio de la medicina hospitalaria para la civilización occidental. Este hecho era por demás demostrable al comprobar cómo en los Estados Unidos más de la mitad de los enfermos que fallecieron en el año 1950 fueron autopsiados.

Los anatomopatólogos venezolanos, a mediados del pasado siglo XX, cuando comenzábamos a organizarnos como grupo de especialistas médicos interesados en los adelantos que ofrecía la ciencia, presenciaríamos como se iba a producir un paulatino declive de las autopsias en el mundo. Era como si nos convocaran a regresar casi sin haber ido… Repetitivamente ya habíamos llamado la atención sobre la situación del peligroso alejamiento de las autopsias. Los patólogos entrenados en el IAP de la UCV día a día parecíamos comenzar a percibir un deterioro in crescendo por la practica rutinaria de las autopsias en los hospitales. Ante el desinterés de los clínicos y el escaso entusiasmo de los patólogos mismos, decidimos ponerle atención al fenómeno.

Sonaba contradictorio, pero se trataba de buscar la manera de… ¿Cómo revivir las autopsias? Teníamos que insistir en que había que considerarlas como el muy necesario control de calidad de la medicina hospitalaria, pero las autopsias eran cada vez menos solicitadas por nuestros colegas médicos-cirujanos a medida que nos acercábamos al final del pasado siglo XX, mientras los patólogos parecíamos estar como si nada estuviese aconteciendo.

¿Cómo analizar a posteriori aquella situación? Nuestra posición en el IAP de la UCV ante la declinación de las autopsias, fue siempre sostener un férreo ejercicio de la patología tradicional, indispensable por demás para la eficiente docencia de post grado en nuestra especialidad. Sabíamos que éramos el único centro donde se autopsiaban a pacientes con SIDA y gracias a ese esfuerzo de nuestros jóvenes médicos estudiantes de patología logramos describir lo que sucedía con esa enfermedad en el país… Pero, estábamos ya a finales de los 80 y entrando en la década de los 90 y nadie podía predecir en el país que estábamos en una etapa terminal no solo para la patología regida por estrictos controles de calidad para el ejercicio de la medicina hospitalaria apoyado en las autopsias, sino que también veríamos un declinar inexorable para el país, pero esto no podíamos predecirlo y era que ni tan siquiera podíamos imaginarlo…

Hace ya unos años que, ante la desoladora realidad de la asistencia pública del país, hice por la prensa un llamado público a los patólogos, para asumir el rol de supervisores en los hospitales, haciendo con las autopsias un control de calidad asistencial para intentar salir del marasmo de la incertidumbre, planteando que cada defecto podría ser visto como un tesoro (El Nacional, Caracas. 1/ 4/ 1991).  La autopsia en los enfermos con cáncer merecía ser revisada con especial atención pues nuestro país era ya es lamentable que no se hicieran autopsias ni en los hospitales anticancerosos.

Lo más triste de esta historia sobre el desinterés por las autopsias es que era compartido por la inmensa mayoría de los médicos clínicos y cirujanos oncólogos, los ginecólogos, algunos quimio y radio terapeutas y sobre todo por los propios patólogos… Las autopsias solo son requisito indispensable para que el sistema judicial procese a los fallecidos por “causas no naturales”, se hacen exhumaciones, y autopsias para cobrar herencias, o para experticias sobre seguros de vida, o para llevar a la cárcel a delincuentes, y ahora hasta para inculpar a inocentes... Las deficiencias de nuestra patología forense fueron estrictamente señaladas (Bello Monte sabatino, El Globo, Caracas, 8/3/ 92), pero nada sucedería.

Se planteaba que los métodos diagnósticos llamados “no invasivos” resolverían los problemas de diagnóstico a través de imágenes. Sin negar su importancia, la única manera de demostrar cuando las imágenes no se corresponden con realidades ya diagnosticadas, y en ocasiones ya tratadas, es la Anatomía Patológica. No han logrado las estadísticas demostrar una mejoría en el diagnóstico de las lesiones con los métodos de imagenología cuando se comparan con la precisión de un estudio anatomopatológico macro y microscópico, eficientemente realizado.

Hace ya una veintena de años que lo dije y lo he escrito repetitivamente y al recordarlo ahora, cuando seguimos padeciendo la tragedia del mal llamado “socialismo” que ha destruido al país y sus instituciones, nos hemos estancado y retrocedido médica-sanitaria y científicamente muchas décadas sin poder acceder a los avances más elementales para cubrir las necesidades básicas de la gente en este siglo XXI.

Es cruel la realidad actual y hay quienes ilusos aspiran a volver a vivir en un país de riqueza y bienestar como aquel que fue un adalid en diversos tópicos de Medicina y en muchos otros aspectos más. Ahora quienes sin haber emigrado vivimos en un país depauperado, donde de una manera cuasi-insana, sistemáticamente ha sido devastado por un régimen incompetente, con una Salud Pública deplorable (ver estadísticas), recordaremos siempre cuando fueron precisamente los muertos, a través de las autopsias hospitalarias, quienes nos mostraron la ruta para lograr un eficiente control de calidad de la Medicina. 

Maracaibo, jueves 6 de febrero del año 2025

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