viernes, 11 de octubre de 2024

Anjirō el traductor



Anjirō, o Yajirō, bautizado como Paulo de Santa Fé, fue el primer japonés bautizado que vivió en el siglo XVI. Después de haber cometido un crimen en  Satsuma una ciudad al sur de Kyushu, se embarcaría en una nao portuguesa hacia  Malacca donde conocería al sacerdote navarro Francisco Javier (1506–1552). Anjirō al final de su historia iba a regresar al Japón como intérprete de San Francisco Javier con otros dos jesuitas, dos japoneses y un chino, todos ya bautizados al Catolicismo para formar la primera avanzada misionera al Japón partiendo desde Goa en la India.

 

Anjirō era originalmente un samurai del Dominio Satsuma, y ha sido descrito como un hombre rico y de noble cuna. Pero asesinó a un hombre y eso le hizo escapar partiendo desde la ciudad portuaria de Kagoshima, donde había conocido a Álvaro Vas, el capitan de un barco carguero portugués a quien le confesó lo sucedido y de cómo el rigor de las leyes lo obligaban a escapar de su tierra; el capitán Val lo aceptó dándole un cargo en su nave portuguesa.

 

Sucedió que Anjirō, quien estaba oculto, cuando se presentó en el puerto se confundió de barco reportándose ante otro capitán, Jorge Alvares quien era amigo del religioso español navarro Francisco Javier a quien conocía desde hacía tiempo. Álvares llevaría a Angiro hasta Malacca donde se encontrarían Francisco Javier y él, en diciembre de 1547. El sacerdote navarro escuchó la historia y confesión del japonés Anjirō'. Francisco Javier partiría hacia las Moluccas en el mismo barco de Alvares donde trabajaba Anjirō, a quien le contaría de su proyecto y decisión de irse a Japón a evangelizar aquellos para él nuevos territorios, pero una tempestad los arrastro hasta las costas de China.

 

Anjirō quien ya había aprendido algo de portugués podía comunicarse con Francisco Javier personalmente y poco a poco Anjirō le fue describiendo a Francisco Javier como era su tierra y de sus costumbres para comenzar a enseñarle el idioma. Anjirō estaba impresionado por la determinación de Francisco Javier y se dedicó a instruirle con esmero, asegurándole que él les acompañaría de vuelta a su tierra. Anjirō y Javier se fueron hasta Goa en el occidente de la India donde los portugueses estaban ya establecidos.


En Goa, Anjirō fue bautizado como Paulo de Santa Fé y se dedicó a enseñar el japonés mientras aprendía las normas y misterios de la religión católica en el Colegio de san Pablo en Goa. El 14 de abril del año 1549, San Francisno Javier y siete personas más emprendieron el viaje hacia el Japón con Anjirō como interprete.  Arribarían a Malacca el 25 de abril, y abordarían un junco chino, que en realidad era una embarcación pirata, pero habría de ser la única manera de navegar hasta el puerto de Kagoshima.

 

Fernão Mendes Pinto (1510-14?-1583) era un explorador y aventurero portugués, quien es recordado por haber formado parte en 1543, como sacerdote jesuita, de la primera expedición portuguesa que logró llegar a Japón y, como tal, se le considera el responsable de la introducción de armas de fuego en ese país. Se dice de Anjiro que tras haber cometido un homicidio en su tierra natal, se incorporó a la compañía portuguesa de Fernão Mendes Pinto, con la que viajó hasta Goa, y justamente Anjiro será siempre recordado por haber acompañado a los jesuitas y especialmente a San Francisco Javier, quien con Cosme de Torres y Juan Fernández fueron en la primera misión cristiana a el Japón.


Sabemos hoy día muchas de estas cosas por el aventurero portugués Mendes Pinto(1537–1558), quien once años después de regresar de su largo viaje a Oriente, fue el autor de A Peregrinação, uno de los libros de viajes más originales del siglo XVI, escrito entre 1569 y 1578, Antes de su muerte, en 1583, le entregó su obra a sus hijas para que la depositaran en la Casa Pia dos Penitentes de Lisboa. Aunque Mendes Pinto gozaba de reconocida fama la obra no se publicó hasta 1614, posiblemente por la ascendencia judaica del autor que tal vez explica esos treinta años de retraso, pero también la escasa información biográfica, de lo que él mismo narra en su libro, además de algunas noticias sobre su vínculo con la Compañía de Jesús (entre 1554 a 1556). Desde la llegada de Mendes Pinto a Goa y durante los veintiún años que transcurrieron hasta su regreso a Lisboa, recorrió todo el Oriente, desde Etiopía y Arabia hasta Birmania, Corea, Tartaria, China y Japón, presentándose como rico comerciante, experto capitán de barco, miserable prisionero, pirata, náufrago, espía, mendigo y hasta como novicio jesuita tras haber recibido la influencia de Francisco Javier.


APeregrinação es un retrato satírico narrado en primera persona de lo que será la segunda etapa del viaje ultramarino: un compendio de actos intolerables cometidos por los representantes de Occidente en nombre del rey y de Dios. El cariz autobiográfico de APeregrinação contiene todo aquello que un lector de la época buscaba en un relato de experiencia personal: muchas aventuras inimaginables en una realidad que fácilmente se confunde con la ficción.

 

En la Península la recepción del texto fue diferente; en Portugal se consideró una obra fantasiosa, y se dudó de su veracidad de modo que pasó a ocupar un lugar entre la literatura de ficción. El propio autor era consciente de la incredulidad que suscitarían algunas de sus aventuras, y reflexiona sobre ello en el texto. Muchos episodios disgustaban al estamento político, o a un lector que esperaba la confirmación del heroísmo y el poder de Portugal, y al que, por el contrario, la evidencia de una conducta inmoral, cruel, abusiva e innoble le confirmaba la crisis de la política expansionista.

 

En España, quizás por la situación histórica (período de anexión de Portugal a la Corona española, 1580–1640) y por la familiaridad con las realidades descarnadas de la literatura picaresca, se defendió la credibilidad de Mendes Pinto como aventurero: se tradujo y se manipuló la obra, y hasta se elaboraron adaptaciones teatrales, Fernan Mendez Pinto: comedia famosa en dos partes, la primera atribuida a Lope de Vega y la segunda a Antonio Enríquez Gómez.

 

En 1620 apareció en Madrid la versión española con el título Historia Oriental de las Peregrinaciones de Fernan Mendez Pinto (con reimpresiones en 1627, 1645, 1664, 1666); y con ella, también de la mano del traductor Francisco de Herrera Maldonado, una Apología a favor de Fernan Mendez Pinto que defiende la veracidad del texto en contraposición a la opinión reflejada en la edición portuguesa del cronista Francisco de Andrade.

 

El traductor español elaboraría conscientemente una versión en la que no sólo modificaría el título y dividiría el texto en capítulos, sino que se permitió corregir errores y fechas y confirmar hechos. Sostiene J. A. Mahieu, responsable de la edición moderna de la traducción de Herrera Maldonado de Las peregrinaciones (M., Alfaguara, 1982), que, debido a su formación teológica, pertenecen al traductor algunas reflexiones religiosas y filosóficas, así como una sintaxis complicada y oscuramente culterana que busca elevar el estilo del texto original.

 

En 1620 apareció en Madrid una versión española con el título Historia Oriental de las Peregrinaciones de Fernan Mendez Pinto  Siendo pequeño, un tío llevó a Lisboa a donde comenzó a trabajar en la casa de D. Jorge de Lencastre, duque de Aveiro, hijo del rey Juan II de Portugal. Allí permaneció durante unos cinco años, dos de ellos como mozo de cámara del propio Jorge. En 1537, viajó a la India para encontrarse con sus dos hermanos. De acuerdo con los relatos de su obra Peregrinación, durante una expedición al mar Rojo en 1538 Mendes Pinto participó en un combate naval contra los otomanos, en el que fue hecho prisionero y vendido a un griego y posteriormente a un judío que lo llevó a Ormuz, donde fue rescatado por los portugueses.

 

En 1620 apareció en Madrid una versión española con el título Historia Oriental de las Peregrinaciones de Fernan Mendez Pinto  Siendo pequeño, un tío llevó a Lisboa a donde comenzó a trabajar en la casa de D. Jorge de Lencastre, duque de Aveiro, hijo del rey Juan II de Portugal. Allí permaneció durante unos cinco años, dos de ellos como mozo de cámara del propio Jorge. En 1537, viajó a la India para encontrarse con sus dos hermanos. De acuerdo con los relatos de su obra Peregrinación, durante una expedición al mar Rojo en 1538 Mendes Pinto participó en un combate naval contra los otomanos, en el que fue hecho prisionero y vendido a un griego y posteriormente a un judío que lo llevó a Ormuz, donde fue rescatado por los portugueses.

 

En uno de sus viajes a este país conoció a San Francisco Javier, e influenciado por su personalidad, decidió entrar en la orden de los jesuitas y promover una misión jesuita en Japón. En 1554, después de liberar a sus esclavos, se fue a Japón como un novicio de la Compañía de Jesús y como embajador del virrey D. Afonso de Noronha junto con Daimyo de Bungo. Este viaje fue una decepción para él, tanto en lo que respecta al comportamiento de su compañero, como en lo que respecta a la conducta de la Compañía. Disgustado, abandonó el noviciado y regresó a Portugal.Desilusionado, se fue a Valle de Rosal, en Almada, donde permaneció hasta su muerte y donde escribió entre 1570 y 1578, la obra que dejó, su inimitable Peregrinación. 


Esta obra sólo sería publicada 20 años después de la muerte del autor, temiéndose que el original fuese modificado donde apareciesen los jesuitas.


Maracaibo, viernes 11 de octubre del año 2024

 

 

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