jueves, 28 de mayo de 2020

Buenos perdedores


Buenos perdedores
Graham Greene (1904-1991) fue un novelista y periodista británico quien cursaría estudios en el colegio dirigido por su padre, desde donde luego pasaría a la Universidad de Oxford. Cuando estudiaba en el colegio, fue maltratado, y sintiéndose profundamente infeliz intentó suicidarse en varias oportunidades. Se sometió durante seis meses al psicoanálisis en Londres, y a los 17 años, logró reponerse y regresó al colegio. Estudió historia en Oxford y en 1926 empezó a ejercer como periodista en The Times, diario del que más tarde fue subdirector.

Después de graduarse, Greene trabajó como periodista en Nottingham y luego cuando era subeditor de The Times, comenzó una correspondencia con Vivien Dayrell-Browning.  Ella era una mujer católica (por conversión) y le había escrito a Greene para corregirle ciertas cuestiones de doctrina católica. Greene, terminaría en 1926 por convertirse al catolicismo, y la pareja contrajo matrimonio al año siguiente. Tuvieron dos hijos. En 1948 Greene dejaría a Vivien por Catherine Walston, pero ellos siguieron casados. Se ha dicho que hubo otras cinco mujeres importantes en la vida de Graham Greene, y también dicen que solía llevar consigo la lista anotada de sus 47 prostitutas favoritas. Militó brevemente, en el Partido Comunista dela Gran Bretaña en 1922 y en 1925, publicó su primer libro de versos titulado Babbling April (Abril murmurante).

Entre sus primeras novelas estuvieron Orient Express (1932) y Una pistola en venta (1936), donde combinó las técnicas de la narrativa con el espionaje.  Luego  publicaría Brighton, parque de atracciones (1938), El poder y la gloria (1940), El revés de la trama (1948), El tercer hombre (1950) y El fin de la aventura (1951). Graham Greene acentuó la visión pesimista que tenía de la condición humana en  algunas de sus conocidas novelas como El Americano impasible (1955)  Nuestro hombre en La Habana (1958), Un caso acabado (1961), El cónsul honorario (1973) y El factor humano (1978). 

El 15 de marzo, este año 2020, en El País, España, Santiago Gamboa publicaría un trabajo sobre los personajes del escritor británico Graham Greene calificando a sus personajes, como “buenos perdedores” al considerar el tema de “el adulterio” por quien el periodista ve como un “católico de izquierda”. En este, mi blog lapesteloca, ya me referí en 2016, a las novelas y a las películas de Greene, (https://bit.ly/2zS959L) y (https://bit.ly/3e5s5jR). Me referiré al artículo de El País, para tocar el tema de la literatura y el cine, visto bajo la condición de Greene, como el escritor inglés, católico.

El fin de la aventura, es una de las novela de Graham Greene con el argumento clásico de dos seres que quieren estar juntos pero muchas cosas se interponen… Sarah Miles es la protagonista en el cine de una historia con el patrón narrativo clásico, que desde La Odisea y en Romeo y Julieta, o desde La Celestina hasta el Doctor Zhivago, el amor, es y seguramente seguirá siendo, el motor de todas estas historias. Según los biógrafos de Greene, cuando escribió El fin de la aventura, (en castellano El fin del romance o El final del affaire), esta novela casi puede parecerse a uno de esos libros de autoayuda.

Durante los bombardeos de 1944, en Londres el filme nos muestra a los personajes: Henry Miles, el marido de Sarah, y Maurice Bendrix, su amante y vecino, un escritor solitario y oscuro. Bendrix y Sarah se citan en diferentes lugares y hacen el amor en medio de los apagones, las sirenas antiaéreas y el crepitar de incendios lejanos. Un amor profundo, desgarrado, lleno de temores y sospechas por parte de Bendrix, mientras que el de Henry Miles, es un amor racional, y sereno. En uno de sus encuentros clandestinos, Maurice se levanta, va hasta la puerta, y se aleja semidesnudo. Una bomba cae en el edificio y Sarah despierta, se levanta y llama a Bendrix, pero no hay respuesta y lo ve al final, herido, en medio de los escombros. Entonces Sarah, hace su fatal promesa: “Renunciaré a él para siempre con tal de que lo hagas vivir de nuevo” y en ese momento la mano de Bendrix se mueve, y él se levanta de los escombros “La gente puede amar sin verse, ¿no es cierto?”, escribe Greene, ¿No se ama a Dios sin haberlo visto nunca? En la novela, para Sarah el amor humano se contrapone al amor sagrado, y ella prefiere sufrir para salvar al hombre que ama.

Los personajes de Greene, son “buenos perdedores”, pues él, quien era un católico de izquierda, consideraba el triunfo como algo grosero. Son como el sacerdote alcohólico y sacrílego de El poder y la gloria; o el arquitecto desencantado que decide confinarse en un leprocomio africano para redimir su alma en Un caso acabado: “Sólo llora quien ha sido antes feliz”, afirmaría Greene en Viaje sin mapas; y “detrás de cada lágrima siempre se esconde algo envidiable”. A pesar de su crueldad, el mundo de Graham Greene es atractivo, porque para él, católico practicante, es el único mundo posible y así él lo retrataría como nadie, tal vez de tanto recibir sus golpes. “Un romántico siempre tiene miedo de que la realidad no colme sus expectativas”, escribió en Nuestro hombre en La Habana, y sentenció, con resignación: “Los románticos esperan demasiado”.

El poder y la gloria es el título en castellano de la novela de 1940 The Power and the Glory, de Graham Greene, donde cuenta la historia de un sacerdote católico en el estado mexicano de Tabasco durante la década de 1930, conocida como la Guerra Cristera. En 1947, la novela fue adaptada a una película titulada El fugitivo, que se filmó en México y fue dirigida por John Ford y Emilio Fernández. Protagonizada por Henry Fonda como un sacerdote estadounidense que se enfrenta al gobierno mexicano en su negativa de cerrar su iglesia. y decide emprender viaje hasta Veracruz para volver a los Estados Unidos, y aunque  cuenta con la ayuda de una mujer indígena (Dolores del Río) el sacerdote, convertido en una obsesión para un jefe de policía (Pedro Armendáriz), quien hará lo posible por evitar que llegue a su destino. El filme de Ford refleja muy bien la persecución religiosa, propia de determinados países, con secuencias realmente impactantes, dotando a la historia de un exacerbado espíritu religioso.
 
En 1959, El poder y la gloria  fue adaptada para la televisión británica con James Donald como el sacerdote. La cadena de televisión estadounidense CBS produjo otra versión en 1961, de la novela, con Laurence Olivier en el papel del sacerdote y George C. Scott en el del teniente. Graham Greene, escribió esta novela sobre el poder de los sacramentos católicos, enfatizando la idea de que estos pueden cambiar las vidas para bien, sin importar el sacerdote que los administre. Algunos críticos literarios señalan que este libro es su obra maestra, y es una de las cuatro novelas católicas del autor, junto con El Fin de la Aventura. El Corazón del Asunto y Un Caso Acabado.
 
Con esta breve crónica, he regresado al caso curioso de un prolífico escritor inglés cuyo catolicismo influenciaría la escritura de sus novelas hasta considerar que sus personajes pueden ser “buenos perdedores” convencido de que “Sólo llora quien ha sido antes feliz”…
Maracaibo,  jueves 28 de mayo, 2020

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