Desde que Colón
descubrió la Isla de Trinidad en 1498, se sabe que existe en estas tierras del
Hemisferio Occidental, el murciélago hematófago. Francisco Montejo,
conquistador de Yucatán, al desembarcar con sus tropas en las orillas orientales
de la península en el año 1527, fue víctima de “una gran plaga de murciélagos que atacaron, no solamente a las bestias
de carga, sino a los hombres mismos, chupándoles la sangre mientras dormían” (1).
En 1801 el
naturalista español Félix Azara, describió a “el mordedor” en Paraguay y más tarde, en 1832, Charles Darwin
logró capturar un murciélago vampiro (Desmodus
d’orbigny) en el lomo de un caballo en Coquimbo, Chile (2). Desde los
comienzos de la Colonia, se observó que los caballos y el ganado morían a
consecuencia de la mordedura de los murciélagos, pero la muerte se atribuía,
erróneamente, a la pérdida de sangre.
El hábito
sanguívoro de los murciélagos vampiros se asoció por primera vez con una
enfermedad en 1908, cuando los rancheros del Estado de Santa Catalina, en el
sur del Brasil, observaron que los vampiros atacaban al ganado durante el día y
que los animales así atacados morían de una enfermedad paralítica llamada “ i’peste das cadeiras” (3) Con este
trabajo, en 1911, Carini identificó esta enfermedad con la rabia basándose en
los síntomas clínicos, en la presencia de cuerpos de Negri típicos, y por
inoculación en conejo.
Así como la rabia canina se visualiza como una enfermedad en la cual el síntoma principal es la excitación, el llamado “mal de rabia” o furia en los perros en casi toda Hispanoamérica, la rabia trasmitida por el murciélago vampiro se caracteriza, en la mente popular, por la debilidad de los cuartos traseros del ganado bovino o equino. Los nombres con los cuales se designa la enfermedad en varios países indican la forma de paralisis que la caracteriza; la “rabia paralitica” en Venezuela, “peste das cadeiras” en Brasil; los “tumbi baba” en Paraguay; la “rabia paresiante” en Argentina ; la “renguera” en Costa Rica ; la “derriengue” en América Central; o también la “huila”, o “derrengue”.
Los Desmodontidae, son una familia de murciélagos muy especializada, que se caracteriza por su hábito sanguívoro y por caminar en cuatro patas; se compone solamente de tres géneros, cada uno con una sola especie: Desmodus rotundus, el vampiro común; Diphylla ecaudata, el vampiro de patas peludas; y el Dioemus youngi, el vampiro overo. El Desmodus rotundus, es el reservorio de la rabia paralítica, y es el más abundante y difundido de los murciélagos vampiros.
El Dioemus youngi
se ha identificado únicamente en Brasil, las Guayanas, Venezuela, Colombia y
Perú. Este murciélago, que se parece al D. rotundus, es de color más obscuro y
presenta manchas blancas características. Se han encontrado hembras y Desmodus
jóvenes, formando colonias que varían en número de veinte a varios millares, en
las grietas y fisuras de grandes y pequeñas cuevas calcáreas. Cuando se
asustan, los adultos generalmente emprenden el vuelo, pero los jóvenes se
adhieren a las grietas de las paredes, donde pueden capturarse fácilmente.
En 1933 Queiroz Lima y Alvaro Salles observaron que los murciélagos vampiros inoculados experimentalmente, no solo podían transmitir la rabia, sino que, en un aparente estado de buena salud se comportaban como portadores de la rabia, durante un período considerable. Queiroz Lima, en el Brasil, fue el primer investigador que estudió la enfermedad en los vampiros infectados naturalmente y descubrió que en las zonas enzoóticas, los murciélagos hematófagos en un estado aparente de buena salud, albergaban el virus en el cerebro y en las glándulas salivales (4). Torres y Queiroz Lima (5) demostraron de manera concluyente en 1934, por medio de una serie de experimentos, que el estado de portador existe en la naturaleza.
Se desconoce el
período durante el cual el murciélago infectado naturalmente puede vivir y ser
portador. En el Laboratorio Memorial Gorgas en Panamá, los murciélagos vampiros
han vivido y se han reproducido en cautividad durante más de cinco años y se ha
reportado que uno vivió más de 12 años.
Se conoce la
existencia de murciélagos vampiros desde el descubrimiento de América, y desde
hace 45 años se sabe que transmiten la rabia paralítica al ganado. La poca
susceptibilidad del hombre y del perro al virus rábico adaptado al murciélago
tiene considerable importancia epidemiológica, puesto que reduce la magnitud
del problema de la salud pública, aunque no disminuye el peligro del murciélago
como portador de rabia.
Señalo aquí, los enlaces (links) para quien desee ampliar sobre este tema, pueda examinar un par de artículos titulados “De vampiros y de virus” 1 y 2, en el Blog lapesteloca en 2020. Primera parte (https://tinyurl.com/mt5jvb6b) y la segunda parte en ( https://tinyurl.com/28vkjdyp).
Durante mis años
de profesor en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad del
Zulia, con la colaboración del profesor Claudio Maldonado Álvarez examinamos el
problema de la rabia en el ganado bovino y aplicamos el microscopio electrónico
para describir la ultraestructura del tejido nervioso de la medula espinal con las
alteraciones de las neuronas afectadas por el virus. Publicamos el artículo en
la Revista Patología de la Sociedad Latinoamericana de Patologia (SLAP) en México.
Años después en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UCV en Maracay una
joven médico-veterinario (Yoleida Rodriguez), hizo su tesis de Maestría
investigando en los vampiros portadores la presencia del virus, de estos
estudios surgiría los artículos descritos en este blog en 2020. La discusión
alrededor de la ultraestructura de los lisosomas en las neuronas de bovinos
afectados con rabia paralitica (ver fotografía anexa, al final de este
articulo) sugería interesantes aspectos que habrán de ser dilucidados hacia el
futuro.
Referencias
1-Molina Solís, Juan Francisco: “Historia del descubrimiento y conquista del
Yucatán,” Vol. III, 1943, p. 38). 2-Darwin,
CharIes: Voyage of H.M.S. Beagle,
Jour. Rsch. Inst. Nat. tíist. Geog., 1938, p. 22). 3-Cerini, A.: Sur une grande epizootie de rage, Ann. Inst. Pasteur, Vol. 25,
1911). 4-Queiroz
Lima, E.: A transmissáo da raiva dos
herbivoros pelos morcegos da familia Desmodontidae, Rev. Dep. Nac. Prod.
Anim., 1:165, 1934). 5-Torres,
S., y Queiroe Lima, E. : A raiva e sua
transmissáo por morcegos hematophagos infectados naturalmente, Rev. Dep.
Nac. Prod. Anim., II:I, 1935.) 6- García Tamayo J, Maldonado Alvarez C. Lysosomal response during the development of rabies virus in the spinal
cord. Patología
(Mex) 19: 240-261, 1981
Maracaibo, lunes 24 de junio del año
2024
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