En el mes de noviembre del año 2014, le di a leer a un amigo unos retazos de una novela inédita, sobre “los amores elípticos” de un médico investigador de esta tropical región del planeta, y él me preguntó, que por qué consideraba como elípticos aquellos amores y por qué me atrevía a utilizar el voseo para relatarlos. Así que hoy, regreso en el blog a hablar de cosas que ya habían sido antes comentadas, y espero sepan excusarme si resulta reiterativo este asunto, pero es que lo siento como parte del diario vivir en esta tierra del sol amada…
Le comenté a mi amigo, que desde hace años ya, sabemos que cada uno de los planetas del Sistema Solar de acuerdo con la primera Ley de Kepler -describe una órbita elíptica- uno de cuyos focos está ocupado por el Sol, y le confié que un elipsoide es el equivalente tridimensional de una elipse, y que una elipsis puede ser descrita como una esfera achatada y que su volumen puede ser calculado a partir de la longitud de sus tres ejes. No entiendo nada, me respondió él… Ni con “el esquemita” que les muestro se aclaró la cosa…
Complementé mi peregrina explicación relatándole como hacía ya unos años que yo mismo había escrito un relato intitulado “Elipse” (que, sea dicho de paso, aparece en mi novela “La Entropía Tropical” (https://bit.ly/3A9D60G) y ahora no se si al estilo Warren Sánchez (Le Luthiers dixi) debo decirles que la venden en la librería de LUZ de la Biblioteca Pública de Maracaibo; pues ahí hablo de un indígena quien se marcha de su casa en medio de la selva para olvidarse de sus penurias y terminaba regresando a sus orígenes a través de un viaje nocturnal con lluvia, y reflejos de la luna en escenarios fantasmagóricos… Un viaje de ida y vuelta, insistí señalando que el personaje se acerca y se aleja, y ese giro elipsoidal, nunca es parabólico.
Mi amigo, versado en temas de lingüística, me dijo que en la gramática tradicional se dice a veces que la elipsis consiste en suprimir algún elemento del discurso sin contradecir las reglas gramaticales y cuando se habla de elipsis en lingüística, me dijo, es porque ella se refiere a “ciertas construcciones sintácticas en las que no aparece alguna palabra que se refiera a una entidad lógica necesaria para darle sentido a una frase”. Yo aquí, si me sentí enredado con sus explicaciones lexicales y lo vi entonces meterse en honduras -sin mayúscula- y pensé que sería mejor así, para no meternos en la vecina ahora tan maltrecha Nicaragua, la de hoy día…
Karl Vossler, era un romanista e hispanista alemán, creador de La escuela del Idealismo lingüístico y de la Estilística y participó en una polémica histórica concerniente a la naturaleza de la elipsis lingüística. Recordé que precisamente sobre Vossler y el lenguaje, había leído yo hace ya unos años, algo que escribiera Sábato en un artículo titulado “El voseo” “Ya Karl Vossler, con dialéctica hegeliana, nos ha dicho que el lenguaje es una estructura que oscila entre dos polos opuestos, entre el individuo y la sociedad, entre la creación y la tradición, entre la originalidad y la convención, entre la libertad y la determinación, entre la poesía y la acomodación social, entre el espíritu y la cultura hecha, entre la psicología y la gramática”.
Sábato escribió aquel artículo en Santos Lugares, Argentina, el año 1966 e insistió en que, “el único idioma general y universal es el de las matemáticas, porque se refiere a entes lógicos y helados, no a seres humanos calientes y contradictorios. Así como bien afirma Rosemblat, hay un castellano de Madrid otro de Bogotá y otro de Buenos Aires, y todos son igualmente lícitos”. Sobre algo parecido conversábamos en casa hace un par de días, Rafito y Humberto con “el torero” y conmigo, sobre la música y su relación con las matemáticas…
Hace ya unos cuantos años, en 1989 cuando refiriéndose a “La lengua de Castilla en el Nuevo Continente”, en una conferencia dictada en Buenos Aires Ernesto Sábato precisaría que: “cuando hablamos del castellano tenemos que tener presente lo que afirmaba Humboldt, que el lenguaje no es un hecho cristalizado, sino una energía en permanente creación, porque esa lengua, como todas, difiere de un lugar a otro, sino hasta de un hablante a su vecino, motivo por el cual hay un castellano cervantino, otro quevediano y otro gongorino. Y así hasta el infinito”…
Jesús Ángel Parra Semprún, había señalado refiriéndose al lenguaje coloquial de nuestra tierra, que: “el voseo usado en Maracaibo es diptongado, lo que lo hace genuino, utilizado sólo por algunas comunidades en la sierra del Ecuador; es único en el mundo y no rompe totalmente con el voseo español de los siglos XII-XVI, que no es totalmente diferente de aquella modalidad latina, que comenzó a propagarse en tiempo del Bajo Imperio Romano. El vos que se fortalecerá en América es el vos que ya había comenzado a declinar y desaparecer en la Península”. El mismo Jesús Ángel en un artículo del 2014, se había referido la existencia de movimientos literarios que propugnaban el rescate del habla cotidiana de la calle, e informaba cómo era que había irrumpido cierta literatura en el Zulia en ese sentido. Este tipo de movimiento o corriente literaria siempre conllevará “sus aliados y detractores” decía Jesús Ángel. Eso a mí, me consta, personalmente, y lo sostengo yo mismo.
El 8 de abril de 2015, dije también algo en este blog (https://bit.ly/2o9xXo0) sobre “Bandido” una novela de José Quintero Weir, y aplaudía el uso que hacía del lenguaje coloquial de nuestra región zuliana, tema este sobre sobre el cual ya algo había dicho en junio del 2014 en el discurso de clausura de la Semana Zuliana de la Narrativa, y en 2019 (https://bit.ly/2BG8O7m ) regresé a hablar sobre este tema; señalaba entonces, como, para nosotros, hay palabras muy simples que pueden ser percibidas por otros compatriotas cual compleja jerigonza y habrá quien en cualquier otra ciudad de nuestro país le cueste comprender, o es probable que no entiendan que es un guineo, ni un lampazo y menos un “recao de olla”.
Arriesgarnos a poner en letras el hablar de la calle, el léxico de los hombres y las mujeres de nuestra región, puede y debe ser una forma de hacer literatura. Les decía que eventualmente debe dar sus frutos y conformará un verbo literario nuestro, vernáculo, zuliano… Si, soñar no cuesta nada…
Debo mencionar a Iraset Páez Urdaneta (1952-1999), maracaibero tempranamente desaparecido quien haría importantes contribuciones al estudio del lenguaje de nuestra región. Su tesis Doctoral en la Universidad de Berkely, California en 1981, fue Historia y geografía hispanoamericana del voseo. Francisco Javier Pérez (https://bit.ly/3KR07u6) ha afirmado que nuestros jóvenes tienen severas deficiencias en sus habilidades comunicacionales, “ellos no saben hablar, ni redactar o aplicar conceptos gramaticales ni literarios” y señala que el lingüista debe saber oír, tener “oído lingüístico”… “para poder oír lo inaudible, para saber escuchar el silencio del lenguaje”.
Iraset Páez Urdantea escribió una introducción en el libro “Crónicas del Saladillo” (1985) de Rutilio Ortega González que tituló “Maracaibo Urias Erótica Annihilata” donde comenta que “el maracucho solo percibe los extremos pues la perpendicular absoluta de la luz solar anula todas las desviaciones de las sombras”. Señalaba Iraset Páez Urdaneta en su obra, como “el autor trata de reconstruir la maravilla babilónica de una ciudad que creció desde el fondo de la desesperanza”… “La estrategia lingüística se fundamenta de manera ostensible en el obsesivo poder de las hipérboles que alternan con metáforas adecuadamente ridículas”.
En su Tesis Doctoral, Iraset se refiere detalladamente al voseo zuliano y aunque es conocida la ausencia de dialectos en el país, él propuso siete subregiones de lo que denominará, el Sistema Dialectual Venezolano.
Maracaibo, domingo 23 de abril del año 2023
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