A finales del siglo XVIII se desarrollaría en Inglaterra un género literario que combinaba la ficción con el horror, la muerte y la violencia que se le asignaría el calificativo de “gótico” por el subtítulo en la segunda edición de una novela del inglés Horace Walpole titulada “El castillo de Otranto: una historia gótica” (1794).
Las narrativas góticas abundan entre 1765 y 1820, con la iconografía que nos es conocida: cementerios, páramos y castillos tenebrosos repletos de misterios, villanos infernales, hombres lobo, vampiros, doppelgänger (transmutadores, o doble personalidad), demonios, y etc. Los ingredientes de este subgénero son castillos embrujados, criptas, fantasmas o monstruos, así como las tormentas y tempestades, siempre la nocturnidad y todo ello surgido muchas veces de leyendas populares.
El adjetivo gótico deriva de godo, y, en efecto, en el contexto de este subgénero literario, gran parte de las historias trascurren en castillos y monasterios medievales. En sentido estricto, el terror gótico fue una moda literaria, de origen fundamentalmente anglosajón, que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, como reacción al Racionalismo. En la literatura de terror moderna los viejos arquetipos no han desaparecido totalmente.
La obra fundadora del gótico es El castillo de Otranto, de Horace Walpole (1765) pero existieron otras obras claves de esta corriente son Vathek (1786), de William Beckford, Los misterios de Udolfo (1794), de Ann Radcliffe, El Monje, de Matthew Lewis, publicada en 1796, Melmoth el errabundo (1820), de Charles Robert Maturin y Manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki.
Obras de pleno siglo xix, como Carmilla de Sheridan LeFau, Frankenstein de Mary Shelley, El corazón delator de Edgar Allan Poe, "Janet, la del cuello torcido" de R. L. Stevenson, "El Horla" de Guy de Maupassant, y Otra vuelta de tuerca de Henry James, superan ampliamente el terror gótico, o van más allá. Julio Verne cultivó sobre todo los géneros de aventuras y de la ciencia-ficción, y hay una novela suya poco conocida es El castillo de los Cárpatos, que suele considerarse como su única incursión en el género de la novela gótica. Escrita cinco años antes que Drácula comparte no pocos elementos con la obra de Bram Stoker.
En realidad, estas obras no llegan a reunir totalmente las características de la novela gótica. A fines del siglo XIX, Oscar Wilde tomó este subgénero con humor en su relato El fantasma de Canterville. Hay que mencionar igualmente a Charles Dickens con su novela, Canción de navidad, y en la poesía, la obra de Samuel Taylor Coleridge y Lord Byron.
Byron también fue el anfitrión del célebre concurso de historias de fantasmas en el que participaron él mismo, Percy Bysshe Shelley, Mary Shelley y John William Polidori en la Villa Diodati (https://bit.ly/3FTjbpV) a orillas del lago Lemán en el verano de 1816. Esta ocasión tuvo como resultado tanto el Frankenstein de Mary Shelley (1818) como El Vampiro de Polidori, que incluía al byroniano Lord Ruthven. El Vampiro ha sido considerado por el crítico cultural Christopher Frayling como una de las obras de ficción más influyentes jamás escritas y generó una fiebre por la ficción de vampiros y las obras de teatro (y más tarde el cine) de vampiros que no ha cesado hasta el día de hoy.
Los cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse -conde de Lautréamont- una obra considerada como precursora del surrealismo y también contiene elementos narrativos que permiten rastrear influencias de obras como Melmoth el errabundo. Maldoror, es presentado como un ser que mediante la metamorfosis acecha a los hombres y en el bestiario de las formas animales adoptadas por Maldoror “el montevideano”, este suele denominarse “el vampiro”, o también “aquel que no sabe llorar” entre otros.
La historia de la literatura gótica en las letras españolas ha sido negada de manera sistemática planteándola como “un género extranjero”, pero no falta quien se haya preguntado… ¿Por qué no habrían de existir en el siglo XVIII o en los albores del XIX manifestaciones de lo gótico, en España si estas narraciones ya existían en otras literaturas europeas? Estos relatos son un síntoma cultural de aquella época y en España ya desde finales del siglo XVIII escritores y editores se interesaron en este tema.
Un escritor de leyendas de terror fue el romántico español Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), quien incluyó en sus Leyendas algunos relatos de miedo muy meritorios como Maese Pérez, el Organista, El Miserere y El Monte de las Ánimas. Las difíciles y complejas circunstancias de la historia de España, contribuirían a enriquecer la fórmula de la novela gótica. La conciencia de atraso en la adaptación de las ideas europeas condicionaría la adaptación de la novela gótica en España asimilando su fórmula básica y planteando la inclusión de nuevos elementos que le eran propios, lo que permite hablar de la particularidad hispánica, frente a la forma original.
Regresando a lo relatado inicialmente, cuando se inicia la moda de la literatura gotica en Inglaterra, las novelas de Horace Walpole fueron populares entre la clase alta y media alta, y las jóvenes señoritas se sentían identificadas con sus intrépidas heroínas. Walpole escribió: A Sicilian Romance (1790), The Romance of the Forest (1791), Los misterios de Udolfo (1794) y The Italian (1796).
Clara Reeve (1729-1807) fue una novelista inglesa del siglo XVIII. Su novela gótica The Old English Baron fue publicada en 1777. La historia narra las aventuras de Sir Philip Harclay, que regresa a la Inglaterra medieval para descubrir que el castillo y las tierras de su amigo Lord Lovel han sido usurpados. Revelaciones, horrores y traiciones alcanzan el clímax en una escena de combate entre el Bien y el Mal.
Ann Radcliffe (1764–1823), novelista británica, en 1788 contrajo matrimonio con William Radcliffe, editor del English Chronicle de la ciudad de Bath. Ann empezó a escribir historias, animada a ello por su marido, y publicó The Castles of Athlin and Dunbayne en 1789. Ambientada en Escocia. En su producción, siempre aparece alguna inocente y heroica joven en un tétrico y misterioso castillo en manos de un aún más misterioso señor de oscuro pasado.
El espeluznante relato del novelista inglés Matthew Lewis titulado El monje (1796) introdujo el modo del "horror" a Inglaterra. La forma en que Lewis muestra monjes depravados, inquisidores sádicos y monjas espectrales fue importante para el desarrollo del género. El monje tuvo influencia en la última novela de Ann Radcliffe, El italiano (1797). Donde hay un monje maligno llamado Schedoni.
Ya en el siglo XX, la escritora estadounidense Anne Rice mezcla lo cotidiano con historias de vampiros y de erotismo oscuro, y ha tratado de revitalizar, temáticamente, el terror gótico. H. P. Lovecraft, por su parte, lograría sintetizar en las primeras décadas del siglo xx la tradición que partía de lo gótico con la ciencia ficción contemporánea.
Maracaibo, jueves 30 de marzo, del año 2023
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