miércoles, 7 de julio de 2021

Cicerón y Catilina

 Cicerón y Catilina

 

Pocos acontecimientos de la República Romana han recibido tanta atención como la conjura de Catilina y la oposición de Cicerón. Este quizás ha sido un episodio sobrevalorado en su magnitud, ya que como político Lucio Sergio Catilina nunca fue una verdadera amenaza para el mundo romano; diría que se parece mucho a los llamados “politicos” de ahora y de por estas calles. Esta parte de la historia de la llamada República Romana Tardía a través de las famosas Catilinarias de Cicerón y que está detallada en La conjuración de Catilina de Salustio.

 

De no haber acontecido, quizá tampoco habría pasado nada y nuestro conocimiento de la historia hubiese seguido igual ya que aquellos hechos serían una constantes y se daría repetitivamente en el curso de la historia universal como un comportamiento muy bien conocido y corroborado, al menos entre los venezolanos ante tanto politicastro como los que seguimos vivenciando ahora y siempre por estas calles.

 

Lucio Sergio Catilina era un político nacido en una familia patricia romana venida a menos. Está descrito. Desafortunadamente su padre y su hermano fueron asesinados durante las proscripciones de la dictadura de Sila, pero él consiguió salvarse sumándose en el último momento a las filas silanas. Quid pro quo providencial. Entonces, entraría a formar parte de la aristocracia del régimen. Descriptus est. Así fue como Catilina inició su cursus honorum hasta llegar a ser elegido pretor en el año 68 a.C. y propretor en África al año siguiente.

 

Lucio Sergio Catilina regresó a Roma en el 66 a.C., y quiso presentarse como candidato al consulado del 65 a.C. pero por su corrupta gestión de la provincia y la duración del juicio le impidió presentarse como candidato en las elecciones del 64 a.C. ¡Como ver de nuevo a Rosales o a DiMartino, fríamente y tan campantes! En las elecciones para el consulado del año 63 a.C., sus principales competidores eran Cayo Antonio Híbrida y Marco Tulio Cicerón quien basó su campaña electoral en atacar a Catilina, acusándolo de haber hecho múltiples barbaridades para contentar a Sila… Como no vivían en este país, Cicerón obtuvo la victoria.

 

Catilina volvió a postularse como candidato consular para el año 62 a.C. y a lo largo de su campaña electoral, defendió la necesidad de una condonación parcial o total de las deudas del pueblo romano. Como político, no solo escondía sus propias y enormes deudas, sino que presumía de ellas para caerle simpático a los votantes. Es que suena tan, pero tan repetitiva la conducta de Lucio Sergio que ya casi que aparece por la Tele… El cónsul Cicerón, temía ser asesinado por los muchos seguidores de Catilina, y como sabemos que Descriptus est, pospuso las elecciones… Cuando estas finalmente se celebraron, la campaña de desprestigio del brillante orador ya había hecho su efecto, de modo que Catilina fue nuevamente derrotado, aunque  rei non est verum

 

Catilina y sus seguidores, comenzaron a organizar una conspiración en la que se involucraron varios destacados senadores dixit semper accidit, estos polítiqueros pretendían realizar un levantamiento armado simultáneo en varios puntos de Italia que se extendiera luego a Roma. El asesinato del cónsul Cicerón sería la señal para la toma del poder, memores estis Decían que deseaban devolver al pueblo romano la libertad que un grupo de aristócratas déspotas les habían robado y publicitaban una “gran reforma económica” defendida por Catilina, para atraer a miembros de la arruinada plebe urbana y rural.  El mensaje caló en zonas muy castigadas como Etruria, donde muchos campesinos se alzaron en armas al mando de un antiguo centurión, Cayo Manlio.

 

En octubre del 63 a.C., Marco Licinio Craso le presentó a Cicerón cartas anónimas que implicaban a Catilina en una conspiración para derribar el gobierno y pruebas en mano, el 21 de octubre el cónsul informó en el Senado de los preparativos para una revuelta lo que frenó momentáneamente el golpe en la ciudad, pero no en Etruria. Manlio se rebeló como estaba previsto. El 8 de noviembre del 63 a.C., Cicerón denunció a Catilina en uno de sus discursos más famosos. “¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?” El político desapareció aquella misma noche y una semana más tarde llegó al campamento de Cayo Manlio.

 

Puede que fuese por la indiscreción de Cicerón, pero ocurrió que los principales cabecillas de la conjura quienes permanecían en la ciudad fueron descubiertos y encarcelados y dos días después, el Senado decidió aplicarles de una vez la pena de muerte acusados de alta traición contra el Estado. Uno de los senadores que se pronunció en contra de esta sentencia fue Cayo Julio César quien opinaba que aquella era una condena precipitada pues se daba sin juicio previo y por un delito que ni siquiera se había cometido y sin posibilidad de ejercer el derecho de apelación.

 

Catilina, desde Etruria, y durante un par de meses, sostuvo la revuelta hasta que finalmente fue aplastada por el procónsul Antonio Híbrida en la primavera del 62 a.C. En Pistoia -a pocos kilómetros de la actual Florencia- Lucio Sergio Catilina murió en combate y con él, también murió cualquier atisbo de rebelión.

 

Quisiera destacar que, curiosamente, el capítulo 30 de mi novela “Ratones desnudos” lleva como título “Quosque tandem” y en ella, un personaje que se creía poseedor de los poderes y la grandeza de Cicerón, estaba sabiéndose en una situación muy precaria,  y ya derrumbado, le suplicaba por ayuda a una amiga…  Ágatha, quien tomándole una mano, fue capaz de seguir el hilo de su incoherente monólogo... -“…Solo tú me puedes ayudar, solo tú mi gata sabes que él está otra vez en mí. Todo esto, lo que acontece, es tan solo la recreación de sus pasos. Él ha regresado para que pueda yo congraciarme con su alma... Sabes cómo hacerlo, tú lo sabes, mi niña, tú... ¿Sabes qué edad tenía cuando ya era él? Cuándo regresó a Roma, ya estaba preparado para lidiar en el Senado con los aristócratas. Era tan joven como lo fui yo mismo cuando volví de Europa, tan solo frisaba los treinta. Él pasó a ser pretor. Él era como yo, éramos solamente provincianos. ¡Ah! Pero su voz paralizaba a la gente. Sus ideas detenían el girar del mundo, y su mandato era implacable... Tú bien sabes gata cual es la verdad de todas las cosas. ¿Puedes decirme, si acaso tantas coincidencias, pueden ser tan solo una casualidad? Realmente él y yo, estamos aquí. Hemos regresado para acabar con los traidores. Después del triunvirato, quiso la buena fortuna que para entonces ya hubiésemos exterminado a Catilina... Quosque tandem abutare, Catilina, patientia nostra”.

 

He recordado finalmente a mi estimado colega el doctor José Ángel Suárez, un llanero de pura cepa y muy refranero quien decía -refiriéndose a la publicación de resultados con frecuencia imaginados más irreales en Medicina-, que “el papel lo aguanta todo”, y regresando a la relectura de mi novela tengo que aceptar que José Ángel tenía razón y me lo imagino diciéndome socarronamente tras leer el mencionado párrafo… “Aonde barro si no ha llovío”.

 

Maracaibo miércoles 7 de julio del año 2021

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