lunes, 10 de mayo de 2021

Yo soy el colibrí si tú me quieres…

 Yo soy el colibrí si tú me quieres…

La primera vez que escuche cantar “El colibrí”, siento como si hubiese sido hace muchos, pero muchos años… Fue en la voz de una joven que amenizaba el cierre de un evento especial al que había sido invitado telefónicamente a asistir, en Valencia del Estado Carabobo. Era la premiación de la Bienal de Literatura José Rafael Pocaterra en El Ateneo de aquella ciudad. Estaba allí presente con mi esposa y con mis hijos menores Fernando de 9 años y Pablo de 11 quienes me verían recibir el diploma como premio de Narrativa 1994 otorgado a la novela “Escribir en La Habana”. No sabía yo, para aquel entonces que “El colibrí” que se presentó antes de ser interpretada como “melodía cubana de autor anónimo”, se había popularizado ya en la voz de Soledad Bravo, y que estaba en un CD que solo llegaría a escuchar más de una década después.


 

Un año antes, habíamos viajado a Euskadi por primera vez y habíamos conocido y hecho buena amistad con Eduardo Blasco Olaetxea, el inmunopatólogo que organizaba unos cursos internacionales de actualización para patólogos en Donosti y con quien nos tocaría conectar, planificar y darle vida en compañía del famoso patólogo mexicano doctor Mario Armando Luna a proyectos de “educación continua” (Avances en Patología) para los anatomopatólogos “del Rio Grande a la Patagonia”…

¿El colibrí? Sí, es que Eduardo como buen vasco, donde puede, canta… En el curso de los años que siguieron le habría de escuchar entonar El colibrí, en muchas ocasiones, tantas, que no era extraño que el público se lo pidiese a voces, habitualmente al final de cualquier evento y casi siempre luego de haber cantado “En mi viejo SanJuan”. De esta manera, me hice fan de la melodía y la he cantado…


Anoche entre el tinitus y la madrugada de aire acondicionado recordé que en noviembre del año 2016, en este blog transcribí la letra de la canción y -ahora que los “remakes” están de moda- me llegó una de las frases de Eduardo en este regreso a las canciones “los viejos rockeros nunca mueren”. Recién hace un par de días, a propósito de la literatura y el cine ( https://bit.ly/3upCG1F ) hablaba de una vuelta al pasado... De manera que para que puedan ustedes, imaginar a Soledad Bravo o a Eduardo Blasco cantándolo aquí les traigo la letra:

 

 

Creció una flor, a orillas de una fuente/ Más pura que la flor de la ilusión/ Y el huracán tronchola de repente/ Cayendo al agua la preciosa flor. Un colibrí que en el enrramaje estaba/ Voló a salvarla solícito y veloz/ Y mientras con el pico la tocaba/ Sumergíase en el agua con la flor.  El colibrí, la persiguió constante/ Sin poder detenerla en su aflicción/ Y cayendo desmayado en la corriente/  Corrió la misma suerte que la flor.      Así hay en este mundo seres/ Que en la vida buscan un tesoro/ Yo soy el colibrí, si tú me quieres/  Mi pasión es el torrente y tú la flor. (bis).

 

Me contaba mi madre, que cuando niño, me gustaba cantar “Muñequita linda” -el Te quiero, dijiste de María Grever- y en la primaria en el Colegio, Gonzaga, ingresé al Orfeón que dirigía el padre José Joaristi, donde hasta en euskera aprendí a cantar, esa y muchas otras canciones corales. Ya he comentado que el canto y especialmente la música coral, es parte esencial de la cultura vasca, de manera que entretanto pasaba de tiple a segunda voz brevemente, para quedar en la tercera, seguí cantando mientras estudiaba primaria y bachillerato y aprendí además de Maite y Maitechu mía, a cantar Endrina, y otras muchas clásicas venezolanas. con la ilusión de poder cantar como tenor imitando a Sadel con Mario Lanza en mente…  

 

Al dejar atrás mi adolescencia y terminar el bachillerato, estudiaría “puñaleándome” los 6 años de Medicina y dejé de cantar absolutamente para estudiar “con furia”... Así fue como interesándome por las causas y las consecuencias de las enfermedades terminé por fanatizarme por la investigación en patología. Hubo mucha música en aquellos años, desde los Beatles y Elvis a Cole Porter, y la música de Gershwin y de las películas, y hasta Eddy Gourme con Los Panchos, pero yo, tan solo la escuchaba; no volvería a cantar…

 

Al regresar a mi tierra, amigos compañeros de trabajo con alma de músicos rasgando el cuatro y la guitarra (El Gato, El Brujo y El Marote) me llevarían al canto mientras consolidaba mis proyectos de investigación y durante unos 7 años, con ellos, me atreví de nuevo y cantamos, de todo… Desde las canciones de Manzanero, hasta los tangos del Zorzal y las danzas zulianas, y éramos fanáticos de Chelique y “le metíamos” a los boleros, sin dejar por fuera las gaitas decembrinas.
  

Usando una frase tipo “el Conde de Montecristo” -Veinte años después- cuando me tocó la suerte de visitar el país vasco, pude en Donosti, cantar en euskera recordando mi orfeón de adolescente y entonar in situ a Maite y Maitechu mía la canción del emigrante. En aquellos años, con Eduardo mi amigo gipuzkoano, muchas veces cantaría, desde Barlovento hasta El Colibrí y creo he relatado ya algunas de estos despropósitos en este blog. Cantaba, usualmente en mis viajes a Congresos, y así canté sobre el Danubio flotando desde Viena a Budapest con mi amigo Hernando. En la década de los ochenta siete patólogos venezolanos que dictábamos un curso en Nicaragua durante “la guerra de los contras” cantamos sin parar durante horas regresando en un pequeño bus, de León a Managua. En Caracas llegaría a cantar hasta en el IAP con mi gran amigo Benjamín Trujillo, quien era gran músico y destacado dermatólogo, y así, cada vez que pudimos, cantamos.
 

También relataría como hace ya varios años en un Congreso centroamericano y ante una nutrida audiencia de patólogos acepté el reto de cantar en público y aplaudieron mi versión de Motivos de Italo Pizolante. Años más tarde y recordando al maestro Luna, canté rancheras hasta enronquecer con mi amigo Memo, en Guadalajara… Creo que después de todos estos cuentos, y habiéndolo repetido antes, insisto en que es muy necesario cantar para alegrar el espíritu; que es efectivo, puedo asegurarlo, lo creo tanto como creo en la vitamina C para alejar las gripes y protegerse contra el coronavirus…

Maracaibo, lunes 10  de mayo del año 2021

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