sábado, 16 de enero de 2021

La botánica y Emily Dickinson

 

La botánica y Emily Dickinson


En mayo del año pasado (2020) y a propósito del confinamiento por la pandemia, hablé en el blog sobre Emily Dickson y su soledad (https://bit.ly/373qgBB) y llamaba la atención sobre su poesía, la cual por su importancia y trascendencia en las letras de habla inglesa se la ha comparado con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson, Walt Whitman, Robert Frost, Robert Browning, William Wordsworth y John Keats.

En esta ocasión quiero referirme al herbario de la escritora estadounidense quien coleccionó y prensó 424 especies de flores silvestres en una zona rural de Massachusetts durante el año 1845, ordenados en 66 páginas con el sistema de clasificación de Linneo. Este herbario sigue siendo  fuente de investigación para botánicos y naturalistas de todo el mundo. 

El herbario de Emily Dickinson, está conservado en la biblioteca de libros raros de la Universidad de Harvard. Ha sido digitalizado recientemente para la consulta del público, contiene 424 especímenes de flores silvestres de la zona rural de Massachusetts, Estados Unidos, ordenados en 66 páginas con el sistema de clasificación de Linneo. El manuscrito original, tiene el lomo verde y los nombres de las plantas están escritos a mano en latín botánico con la elegante caligrafía de Emily Dickinson. Es muy interesante  saber que este libro se terminó de hacer en 1845, cuando la poeta tenía apenas 14 años. 

Otros pies caminan mi jardín, otros dedos remueven la tierra, / un trovador sobre el olmo traiciona la soledad.   Otros niños juegan sobre el césped, otros cansados duermen debajo, y aun así regresa la pensativa primavera, ¡Y aun así la nieve puntual!

Inés Álvarez, científica titular en el Real Jardín Botánico de Madrid, cuenta que el herbario de Dickinson es un documento “extraordinario para la época”. “Conseguir una colección de este calibre, con el mimo y el cuidado con la que está hecha es sorprendente, sobre todo si se tiene en cuenta que es la obra de una adolescente de principios del siglo XIX”. De acuerdo con la científica, especializada en la biología evolutiva de las plantas, los especímenes que Dickinson recolectó, ordenó y prensó para su herbario se conservan en condiciones casi ideales. “Ella era naturalista, le gustaban las plantas, pero también los insectos, las mariposas y los pájaros;  creo que dejó un legado importante para la botánica. Su herbario es un catálogo de las flores que crecían o se cultivaban en una zona específica de América del Norte, que sirve para que los científicos hagamos estudios y comparaciones”.

Las hojas, como las mujeres, intercambian /astutas confidencias; /unos cuantos saludos, y unas cuantas /portentosas conclusiones, En ambos casos las partes/ disfrutan del secreto,/ compacto e inviolable, a la visibilidad.


 Un artículo publicado en la revista de Harvard dice: “En el cuidado que Emily tuvo en su herbario, en el preciso conocimiento botánico que muestra y en la fina composición de  cada página, la inclinación de su naturaleza es clara: fue una creadora desde el principio”. La escritora María Popova en un artículo de la revista Brain Pickings informa como fue que  la poeta norteamericana comenzó a estudiar botánica a los nueve años y desde los doce, a  ayudar a su madre en el jardín.  Cuando inició sus cursos en la escuela Mount Holyoke en su adolescencia, se acercó a la botánica con rigor científico. La faceta científica de la escritora ha sido históricamente opacada por su calidad literaria. Varios artículos académicos de las últimas décadas reconocen que ya en el herbario de Emily Dickinson  estaba contenida su capacidad poética y su amor por la naturaleza.

Mary Lyon, la fundadora y primera directora de la escuela, fue una apasionada botánica, entrenada por el famoso educador y horticultor Dr. Edward Hitchcock. “Aunque Lyon animó a todas sus niñas a recolectar, estudiar y conservar las flores locales en los herbarios, el de Dickinson fue una obra maestra de una exactitud poco común y una gran belleza poética”. Este herbario, que comienza con un jazmín blanco común y culmina con un racimo de flores de un romero azul, es un documento científico que permite aproximarse con rigurosidad a la vegetación de la zona y es una primera herramienta para trazar el origen desconocido de muchas especies no nativas. La identificación botánica de los más de 400 especímenes es acertada. “Es cierto que muchos nombres cambian con el tiempo, pero todos los sinónimos usados por Emily Dickinson son correctos para la ciencia”, “Gracias al herbario, podemos saber, por ejemplo, que en el jardín de su finca había cannabis sativa, cáñamo o marihuana”.

Para Inés Álvarez la investigadora del Jardín Botánico de Madrid, el herbario de Dickinson, a diferencia de la recolección científica clásica, no tiene anotadas las fechas ni la ubicación exacta de las plantas. Además, la poeta no prensó los especímenes completos, con las raíces y los tallos. “En la mayoría de los casos, Dickinson solo clasificó las hojas y las flores. Entonces, si los científicos de ahora quieren hacer mediciones del tamaño o del momento de floración no tienen cómo comparar”. Emily Dickinson, usó una técnica de recolección y prensa de las plantas muy similar a la que usan los estudiantes de botánica en la actualidad. Álvarez explica que probablemente Dickinson “envolvió las flores en hojas de papel periódico o en un material similar antes de pasarlas a las cartulinas del herbario. Por encima y por debajo de la planta envuelta, Dickinson debió haber puesto almohadillas de material secante para que absorbieran la humedad, igual que se hace ahora”.

“Para hacer una pradera es necesario un trébol y una abeja: Un trébol, y una abeja.  /Y un ensueño. Bastará solo con el ensueño, /si abejas hay pocas”.

El herbario de Dickinson es uno de los primeros documentos de botánica realizados por una mujer joven en la era victoriana. Emily era una mujer rebelde, especial, íntima, que no se relacionaba mucho con el mundo exterior, que no viajó y no tuvo amantes conocidos, pero a quien le interesaba mucho la ciencia y la belleza de la naturaleza. Álvarez afirma: “No conozco mujeres de la época con inquietudes similares. Hay científicas, pero esta mezcla de sensibilidad por lo natural, por la ciencia materializada en la poesía y en el arte no era muy común”. Más de dos tercios de las cartas de Dickinson a familiares y amigos, y un tercio de sus poemas tienen a las flores como tema principal.

Nota:   Los poemas fueron tomados del libro Emily Dickinson, “Herbario y antología poética”. La traducción es de Eva Gallud.

Maracaibo,  sábado 16  de enero 2021

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