viernes, 23 de octubre de 2020

Sofía Kovalevskaya

 

Sofía Kovalevskaya


Sofía Kovalevskaya, nació en enero de 1850 en San Petersburgo, de familia noble, y su padre tratando de sortear el impedimento para que las mujeres pudiesen estudiar matemáticas, contrató maestros para que ella fuese educada en su casa con tutores.

A los once años, Sofía Kovalevskaya empapeló las paredes de su habitación con las hojas de unas notas sobre cálculo diferencial e integral del matemático ruso Mikhail Ostrogradski. Las notas que provenían de los años de universidad de su padre. Así fue como Sofia se familiarizó con el cálculo. La afición le venía de su tío Pyotr Krukovsky, que le enseñó las primeras nociones hasta que por sí misma desarrolló una atracción tal por las matemáticas que las llegó a describir como una misteriosa ciencia que abre a sus iniciados un nuevo mundo de maravillas, inaccesible a los mortales comunes”.

Las dificultades para perseguir sus estudios la llevaron a casarse a los dieciocho años con un joven paleontólogo, Vladimir Kovalevski, y así poder entrar en la universidad, el matrimonio era la única manera con la que podía independizarse y seguir sus estudios universitarios, aunque aquel matrimonio de conveniencia le causaría mucha tristeza y tensiones durante los quince años que duró, hasta el suicidio de Vladimir. 

En 1869, Sofía se trasladó primero a Heilderberg. Ella fue siempre una mujer preocupada por su tiempo; al poco de comenzar sus estudios en Heilderberg, ya había viajado a Londres con su marido, y allí conoció a Charles Darwin y a Thomas Huxley, de quien Vladimir era colega; también conoció a George Eliot y a Herbert Spencer, con quien, con solo diecinueve años, inició un debate sobre la capacidad de abstracción de la mujer. Al terminar allí sus estudios en 1871, pasó a Berlín; despertando siempre la admiración de sus profesores por su talento. En Berlín comenzará su tesis doctoral con Karl Weierstrass, aunque no se la permitía tomar clases, sería Weierstrass mismo quien le enseñaba en privado.

En 1874 Sofía Kovalevskaya defendería en la Universidad de Gotinga, su tesis doctoral. George Eliot, en Middlemarch, haría una referencia a las complicaciones del movimiento de revolución de un sólido irregular, tema del trabajo de Sofía, creadora del llamado trompo o peonza de Kovalevskaya. Sofía explotará un nuevo tipo de simetrías y resolvería un problema que había planteado Leonhard Euler acerca de la rotación de un cuerpo sólido en torno a un punto.

Aunque sin poder ser profesora, regresará a Rusia donde lamentablemente le ofrecen tan solo un puesto para la enseñanza secundaria. Con amargura e ironía les dirá que nunca se le dio bien la tabla de multiplicar”. Vladimir era incapaz de obtener un puesto académico por aquel entonces y ella sobreviviría escribiendo críticas de teatro y artículos de ciencia para un periódico de San Petersburgo.

En 1878 tiene una hija y dos años después vuelve a las matemáticas, pero en la primavera de 1883 su marido Vladimir se suicida. El matemático sueco Gösta Mittag-Leffler, a quien Sofía conocía de su época de estudios con Weierstrass, le ofrecerá un puesto en Estocolmo, donde en 1884 se convierte en la primera mujer catedrática en ciencias en la Europa del Norte. Poco después, la Academia Imperial de Ciencias Rusa la nombra académica, aunque en Rusia siguen sin permitirle ser profesora.

Las aportaciones matemáticas de Sofía, aparte de su trabajo sobre las rotaciones de los cuerpos rígidos (que le valió el Premio Bordin en 1886), se centró en las ecuaciones en derivadas parciales, donde demostró lo que hoy se conoce como Teorema de Cauchy-Kovalevskaya. Sofía Kovalevskaya dejó también una novela, la “Chica nihilista”, con una gran componente autobiográfica. Fue una gran matemática y contribuyó mucho a que se reconociera el derecho de las mujeres a seguir carreras universitarias. En 1891, en la cúspide de su prestigio internacional, morirá de una complicación pulmnar.

Fuente: Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, ICSU) y Cristina Sardón (ICMAT-CSIC).

Maracaibo, viernes 23 de octubre, 2020

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