Del pretérito pluscuamperfecto
“Apocalipsis fragmentada” es el título de un artículo que publiqué en El Nacional, el sábado 29 de agosto de 1992 y posteriormente en 1998 lo transcribí en mi libro de ensayos “Más reflexiones sobre la patología y el país” (Maracaibo, 1998). Fue escrito en el pasado remoto, y de allí el título de este recordatorio… Es que, ¿Puede imaginarse el lector lo que sucedía en 1992? ¡Hace ya 28 años! Pienso que cualquier venezolano menor de 30 nunca escuchó las remotas promesas de llevar a los pobres al “mar de la felicidad”, ni supo cómo su país fue entregado a una fuerza ocupacional extranjera, y hasta puede que ignore detalles sobre el arribo al poder de la cáfila de narcotraficantes que mantienen el actual estado de hambre, miseria y destrucción nacional…
En 1992 escribí: “Las palabras me llegaban incoherentes, llenas de sentimiento, dolidas, las perseguí hasta el hilo en la boca de mi amigo, de allí nacían, se unían en frases, parecían salir de una honda caverna de resentimiento. Quisiera vivir en otra época. Nos ha ocurrido esto y no lo puedo creer. El deterioro ha sido tan lento… Como una enfermedad incurable, pero el desenlace será violento y demasiado rápido. Te juro que los he buscado como un Diógenes, recuerdo horrorizado la inmensa indiferencia, el silencio circundante, el vacío espantoso, aquella pasividad…
Con mi lámpara buscaba creatividad pero era exasperante aquella quietud, desquiciante, y no escuché nuevas opciones. Inmovilidad, desinterés por lo que habría de venir, paz absurda de quien cree estar viviendo un ideal, de quien se sabe manipulado, y lo tolera, resignado…
Bajo la tranquila sombra de los valores que les inculcamos, ellos habitan en nuestro mundo del pasado, por eso mismo te comprendo, tus miedos son muy reales, porque tú los viste nacer y crecer y viste como fueron transformándose hasta solo creer en el poder del dinero, y te dirás que no te hubiesen creído si a gritos les hubieras avisado que estaban jugando con ellos, todo era parte de un orden prestablecido y no páramos la conjura, ni intentamos el detener la rueda, era un solo parámetro, un solo ideal, el yo primero...
Acicateamos el egoísmo cerval derivado de la ilusión de tener muchas cosas, eran tantas!, los fuimos rodeando con ellas, las indispensables, las necesarias, las más fútiles, solo materia. Tú si supiste reconocer ese éxtasis, aquella tranquilidad espiritual, era una pose de evasión, la rémora, nada te estimula, estás ante la pantalla y todo ocurre allí, adentro, estás enquistado, en un capullo, disfrutas de tu cocaína audiovisual y no te involucras, es tu aislamiento personalizado, y dejas que todo te penetre, te dejas hacer, los polvos te lavan, el homicidio ni te excita, el sadismo y la violencia te dejan frio, el sexo y el juego te ponen en las posturas más adecuadas, las foráneas, te gustan, dan nota, y no te ves involucrado, disfrutas de la jerigonza apocalíptica ante la caja cuadrada, sentadito, desde niño, te dejas penetrar por los oídos, por los poros, por los conos y los bastones en tu mácula y de regreso de tu corteza, estiras la mano y el producto pasa a tu boca, se unta en tu cuerpo, revienta en tu tímpano, lo disfrutas.
Es el concierto de los genios maléficos, te han dominado, estás en sus garras, los dueños del emporio, los canallescos gordos peces de albo collarete, los que controlan “los medios”, ¡había tanto que vender!, era el país privilegiado, el de la opulencia, los años de la Arabia, del vórtice de la paranoia colectiva, con espasmos, la gran corrupción, el auge y el progreso para una riqueza fácil, los hijos del petróleo, ilícitos, millones y millones y escocés en las rocas, mientras la nación se debatía desorientada en la maraña del consumismo, se estremecía con las caricias de los traficantes y depredadores de la narcoindustria y todavía, los ilusos pensábamos que despertaríamos algún día de aquella horrenda pesadilla.
La música de fondo sonaba estridente, los bronces de los genios del mal ofrecían una magistral interpretación, y no era un cuatro ni un arpa, no habían capachos ni bandolas, no portaban maracas los señores del poder, luces multicolores centelleantes pintaban los sonidos en idioma anglosajón. ¿El culpable?... Porque siempre hay un culpable, sin duda, fue el negro excremento del demonio que vibra en las entrañas de la patria, es negro, tóxico, flojo, untuoso, nace y se retuerce entre el lodo, es fácil inculparlo, negro y sucio, tan culpable como su madre natura, digámoslo con honestidad y sin vergüenza...
Es por eso muy fácil preguntarnos ahora, si acaso no éramos nosotros mismos los culpables, los responsables de todo lo malo, ¿no sería que ni siquiera supimos darle un buen uso, hacer lo correcto? Dilapidamos el recurso, nunca lo sembramos, lo encumbramos, les enseñamos a los infantes, les informamos a los niños, les inculcamos a los adolescentes, se los ofrecimos, era él, por él, para él, y por siempre jamás, y ¿cuáles serían los ideales?, el juego, ¿la finalidad?, el trueque, ¿el objetivo?, la felicidad... No interpongas filosofías, ni psicologías, nunca ideas en desuso, decadentes conceptos, ridiculeces moralizantes, la felicidad es por demás accesible, se compra, es acaparable, se embotella, se importa, es atomizable, aprietas un dedo y hela allí, el éxito aparece, llegas al status, gastas, tienes clase, poder, libertad, disfrutar, consumir, adquirir, con cachet, tu nave, una nota, la jeva, la propia, los chamos, un viaje, ¡es ácida!, los datos, mi cuadro, preciso, de estreno, debuta, los vídeos, no entiendes, no importa, ¡ay vale!, ¿lo sientes?, se grita, no hay tiempo, mañana, ¡no pana!, que suave, ¡ni pienses!, o sea, no hay taim, ¿tu lees?, ¡que frick!
El contagio colectivo a que fuimos sometidos por aquella peste negra, nos llevó como a flagelantes medievales o sanviteros apoplécticos, a correr, año tras año, desesperados, sin voltear, íbamos tras él, detrás de él, siguiendo al flautista, tristes ratas llenas de gordas pulgas que chupaban las pasteurellas, engordando, listas para diseminar en bubones purulentos la peste negra, la peste loca... Una pandemia, sin duda alguna, porqué se corrió la onda, llevada por los satélites llegó hasta los más apartados rincones de los más remotos parajes en los más distantes países, todos éramos usuarios, un gran mercado, y las computadoras programaban la mente de los niños y destelleantes alucinaban a los jóvenes engrosando las filas de las marionetas consumistas, y todo aquello, gracias a los peces gordos.
¿Tantos?¿Dónde estaban?¿Cuantos eran? Ellos se volvieron expertos en la utilización perversa de los medios y del avance tecnológico, bastaba pulsar teclas, integrados, sistematizados, graficados iban quedando, computarizados por la magia del progreso, la maravilla tecnológica audiovisual, los genios sonreídos, la calma y el silencio, disimulados, ¡había que estar en algo! ¿Y los beneficiarios tras las bambalinas de los grandes capitales?, inversionistas, cientos de miles de millones, no hay comida, circuitos, hay miseria, software, hay hambre, hardware, ¡falacias!, compatriotas, entonces vino el otro coletazo, el flagelo de las hojitas verdes, los billetes, el polvillo blanco y los dólares.
El andamiaje todo, con cables,
reactores, satélites, aeropuertos y listos, ¡partida!, allá van parejos, la
distribución y el consumo, ¡ahora si los jodimos!, están controlados, se lo
creían ellos cuando toda la parafernalia se les vino guardabajo, el aparataje
de los falsos valores se volteó contra los corruptos y llegaron a perder el
control, sin poder soportar el peso de millones de kilogramos de basura y
excrementos todo el sistema los aplastó sin consideración alguna, sin poder
sostenerse, de manera inmisericorde, todos fueron víctimas de la más espantosa
entropía..
Luego de este recordatorio… ¿Puede imaginarse el lector lo que sucedía en 1992? ¡Hace ya 28 años! El 30 de enero del 92, CAP viajó a Davos, para participar en el Foro Económico Mundial y al volver, el 3 de febrero, a las 11.30 pm, tropas de la Brigada de Paracaidistas comenzaron un ataque armado, a La Casona, a el Palacio de Miraflores y a la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda en La Carlota. El 4 de febrero, Urdaneta, Acosta Chirinos, Arias Cárdenas, y Chávez, dirigían un golpe de estado, y mientras cinco tanques abrían fuego contra el Palacio de Miraflores, y soldados intentaban tomar por la fuerza el CORE 5 mientras Chávez se acuartelaba con el Escuadrón de Paracaidistas en el Museo Histórico Militar...
A las 3.30 am, tropas de la Guardia Nacional contraatacaron y expulsarían a los rebeldes de Miraflores. A las 4.30 a. m., Pérez se dirigió nuevamente al país, sereno, asegurando que el Gobierno retomaba el control y conminando a los alzados a rendirse. Hacia las 11.00 am ya Chávez salía del Museo Militar, y los militares alzados en Valencia y Maracay declararon su rendición. Serían apresados. Se contabilizaron 17 muertos, entre ellos una niña de 9 años. El 3 de junio, se transmitió por RCTV el primer episodio de Por estas calles,
El 27 de noviembre ese año 1992 se inició el segundo golpe de Estado y tomaron la Comandancia General de la Aviación para atacar la Residencia Presidencial La Casona y la sede de VTV, donde a tiros asesinaron a los vigilantes para tomar las instalaciones y luego la antena retransmisora controladora de las señales de VTV, de RCTV y Venevisión para difundir un video con un mensaje incitando a la población a armarse y apoyarlos. Cuatro aviones OV-10, tres Mirage 5, dos T2D y varios Tucano T-27 de la Fuerza Aérea, despegaron desde la Base Aérea Libertador de Maracay hacia Caracas para iniciar un bombardeo sobre la Base Aérea Francisco de Miranda, el Palacio de Miraflores y El Helicoide. El Presidente Pérez, se dirigió a Televen y a las 6.30 am, aseguró la dominación de la intentona, calificándola como secuela del 4 de febrero. Hacia las 11.00 a. m., los golpistas recrudecerían su ataque sobre la Base Aérea en La Carlota, pero 45 minutos después serían derrotados por las fuerzas leales. A las 3.00 pm, 93 de los militares alzados abordaron un C-130 Hércules en la Base Aérea Libertador y huyeron hacia Perú.
El 11 de enero de 1993, José Vicente Rangel le entregó al Ministerio Público una denuncia sobre 250 millones de bolívares de la partida secreta y solicitó el antejuicio de mérito al Presidente Carlos Andrés Pérez, y el 11 de marzo Ramón Escovar Salom, Fiscal General de la República, interpuso la acusación en la Corte Suprema contra el Presidente Pérez y dos de sus ministros, considerando que éstos incurrían en los delitos de peculado y malversación de fondos de la partida secreta. El 21 de mayo La Corte Suprema encontró méritos para continuar el juicio en contra el presidente Pérez y el Congreso procedería a su destitución. El 5 de junio Ramón J. Velásquez asumió la Presidencia de la República en sustitución del expresidente Carlos Andrés Pérez y el 5 de diciembre en las elecciones presidenciales para designar al 47° Presidente de Venezuela, Caldera ganó los comicios con 30.46% de la votación. La abstención registró un notable aumento en relación a las pasadas elecciones.
Todo esto que es historia del pasado, es pretérito, si se quiere “pluscuanperfecto”, pues describí acciones que ocurrieron antes de otra acción en el pasado, y mis comentarios valen para entender que todo aquello habría de culminar en una conspiración para entregarle el país a otra nación. Así entraríamos, como en el deslave de Vargas en 1999, en el desastre que hoy casi 30 años después, tenemos que soportar los venezolanos. Una mirada acuciosa a las palabras escritas en “Apocalipsis fragmentada” permitirá ver que desde hacía ya muchos años, los polítiqueros, hundidos en el excremento negro habían fraguado anticipadamente la destrucción del país.
Maracaibo, lunes 12 de octubre, día de la raza en medio de la pandemia del Covid-19
Los escritores, generalmente dotados de una “antena”, como decía Pound, son capaces de crear escenas imaginarias que saltán a la realidad como puras premoniciones. Tenemos aquí una prueba. Es una pena que los mortales comunes no sepamos darles más atención y actuar a la altura para evitar estos desastres de la historia.
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