lunes, 30 de marzo de 2020

Stéphane Mallarmé


Stéphane Mallarmé

Stéphane Mallarmé (1842-1898) fue uno de los grandes poetas y crítico francés, del siglo XIX, quien representó la culminación del simbolismo en Francia, un antecedente claro de las vanguardias que marcarían los primeros años del siglo XX. Bautizado con el nombre Etienne Mallarmé, al perder a su padre en 1849, viviría con sus abuelos. La muerte de su hermana María lo marcaría profundamente. Estudió el bachillerato en Sens. En 1862, tras conocer a María Gerhard una joven alemana, dejó su empleo para vivir con ella en Londres, con la idea de prepararse para ser profesor de inglés.

En septiembre, fue nombrado jefe de estudios en el Instituto de Tournon; en 1866 la revista Parnasse Contemporain publicó diez poemas suyos; ese  año, se abre un periodo fundamental en su vida que finalmente se cierra en 1869. Durante una estancia en Cannes en casa de su amigo y corresponsal Eugène Lefébure empezaría a dudar de sus convicciones estéticas primitivas. Al término de su jornada laboral, se dedicaba a escribir y así compuso L'azur y Brise marine, empezó Herodías y redactó una primera versión de La siesta de un fauno. En 1866, el Parnasse Contemporain le publicó diez poemas y poco después fue trasladado al liceo de Aviñón donde conoce el Movimiento Félibrige y entabla amistad con sus poetas en lengua provenzal: Théodore Aubanel, Joseph Roumanille y Frédéric Mistral, con quienes además mantuvo correspondencia; ese mismo año será nombrado profesor en Besançon, y comienza su correspondencia con Paul Verlaine; en 1867 lograría el ansiado traslado al liceo Fontanes de París y, ya establecido en la capital, abrió un famoso salón o tertulia

Durante años, sus veladas literarias fueron consideradas el centro de la vida intelectual parisina. Entre otros asistentes, cabe mencionar a los poetas alemanes Stefan George y Rainer Maria Rilke, a los franceses Paul Verlaine y Paul Valéry, a los novelistas André Gide e Huysmans y al lírico irlandés W. B. Yeats. Con Henri Cazalis (Jean Lahor) y Eugène Lefébure, sus dos amigos, intercambió una caudalosa correspondencia. Apasionado por la poesía y el ocultismo, se haría muy célebre como egiptólogo. El músico del impresionismo Claude Debussy compuso en 1892 una pieza de orquesta sobre su poema La siesta de un fauno, y el también impresionista Maurice Ravel le dio música a poemas suyos: Trois poèmes de Stéphane Mallarmé (1913); a estos hay que agregar los compositores Darius Milhaud (Chansons bas de Stéphane Mallarmé, 1917) y Pierre Boulez (Pli selon pli, 1957-62). José Lezama Lima, poeta y escritor cubano admirador de Mallarmé escribió: «... es, con Arthur Rimbaud, uno de los grandes centros de polarización poéticos, situado en el inicio de la poesía contemporánea y una de las aptitudes más enigmáticas y poderosas que existen en la historia de las imágenes. Sus páginas, y el murmullo de sus timbres serán algún día alzados, para ser leídos por los dioses».

En principio la obra poética de Mallarmé muestra la huella de tres contemporáneos ilustres a los que él reconoció como maestros: Théophile Gautier, Théodore de Banville y, especialmente, Charles Baudelaire. Pero Mallarmé desarrolló una obra poética tan breve como ambiciosa. Oscuro y esteticista, Mallarmé inició, en la segunda mitad del siglo XIX, una renovación de la poesía cuya influencia se siente hasta nuestros días y que acabaría por trascender del simbolismo inicial hacia una estética más ambiciosa, relacionada con cierto impresionismo y con el orfismo que continuarían discípulos suyos como Rainer María Rilke, o la poesía pura de Paul Valéry

En 1876 lo pintó Édouard Manet, el mismo año en que daría a conocer su poema L'après-midi d'un faune. Por entonces frecuenta a los poetas parnasianos Leconte de Lisle y José-Maria de Heredia. Investigó el uso de la tipografía libre, el espacio en blanco en la poesía y el verso libre en su poema más audaz, Un coup de dés jamais n'abolira le hasard (Una tirada de dados jamás derogará el azar), de 1897. Al año siguiente (8 de septiembre de 1898) sufrió un fatal espasmo faríngeo mientras trabajaba en su poema Herodías y pidió a su ayudante y a su hija que destruyeran sus escritos diciendo: “No hay herencia literaria ahí...”. A la mañana siguiente, murió.

Mallarmé divulgó su nueva poética a través de la tertulia que mantenía en su casa, la cual se caracterizaba la introducción del verso libre y la construcción del poema alrededor de un símbolo central. Fue uno de los pioneros del decadentismo francés. Dueño de una sintaxis experimental, cuyo hipérbaton mezclaba con construcciones inglesas y latinas, de un ritmo y vocabulario poco comunes, Mallarmé creó poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido proviene de las resonancias. En su poesía las sonoridades y los colores juegan un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras, lo cual hace su traducción realmente difícil. Según algunos autores, Mallarmé crearía un impresionismo literario. Junto con otros poetas, tales como Arthur Rimbaud, fue incluido en el libro Los poetas malditos de Paul Verlaine.

Maracaibo, lunes 30 de marzo, 2020

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