miércoles, 12 de febrero de 2020

Regresar a un Prólogo…


Regresar a un Prólogo…

El domingo, 28 de diciembre de 2014, publicaría en este blog un artículo que era copia del Prólogo de un libro intitulado “La Microscopía Electrónica en Venezuela”. Aprovechaba para relatar como el doctor José Antonio Serrano, su autor, me había propuesto en el año 2010 que prologara su libro, en el cual se resumían casi sesenta años de trabajo y dedicación de mucha gente que vivió y padeció en diversos laboratorios de Venezuela las dificultades para hacer investigación de calidad con el uso del microscopio electrónico (ME). Al traer nuevamente el tema, veinte años después, frase que puede sonar a “El Conde de Montecristo”, pero muestra patéticamente hechos sencillamente históricos y con lo que nos ha sucedido como país, hasta hoy día, que si bien ciertamente clama a venganza, tan solo expongo como una muestra del trágico deterioro de la investigación científica en nuestra historia patria.

En la propuesta original, cada uno de los investigadores convocados debería expresar su opinión sincera sobre sus vivencias y reseñar brevemente la productividad en los sitios donde había trabajado. En principio, este cometido se cumpliría a cabalidad, con la lamentable ausencia de quienes ya no estaban presentes para conversar con nosotros o de quienes por estar fuera del país, no habían podido hacerlo. Entonces diría…

“Quien escribe este “PROLOGO”, lo hace, con la intención de complementar los esfuerzos de José Antonio Serrano al convencernos de que valía la pena resumir la historia de los laboratorios de ME en Venezuela, de sus gentes, y de manera similar la suerte de algunos equipos que comenzarían a llegar a nuestro país cuando recién estaba el doctor Fernández Morán iniciando sus estudios en Suecia. Me estoy refiriendo a la intención de avanzada del Rector Jesús Enrique Losada en el Zulia, quien ya en el año 1948 había logrado un ME para su Alma Mater. Después de su labor en el IVNIC, Fernández Morán fue execrado del país por motivos políticos y personales, y no obstante todas las vicisitudes que le tocó padecer en sus reiterados intentos por regresar a su patria como investigador, al final de sus días, sus palabras no expresaron rencor sino optimismo "…El haber pasado por este valle de lágrimas, no me ha dejado confuso y desamparado, pues intuyo límites incandescentes donde otros ven barreras…" 

La tarea de José Antonio al haber organizado éste libro, en una época tan difícil como la que está viviendo nuestro país, creo es un logro que sin duda estuvo precedido por una gran dosis de optimismo. No obstante, algunos detalles que pueden parecer menores permanecen silentes, aunque algunas veces estos hayan conspirado para que los estudios en ultraestructura no hayan siempre llegado a feliz término. Curiosamente el trabajo de investigación con el ME en Venezuela, cual si se mantuviese siempre en un territorio de disparatadas dificultades, emulando la desproporcionada historia de “El brujo de Pipe”, parece haber estado signado por inconvenientes de todo tipo. 

El caso del Laboratorio de ME del Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo, ha sido expuesto en el informe correspondiente, y ante la destrucción de los equipos que estaban bajo la tutela del Servicio de Patología del hospital General del Sur, la denuncia formalmente planteada, como se describe, quedó sin resolverse. La manera como la Sección de ME del Instituto Anatomopatológico(IAP) de la Universidad Central de Venezuela(UCV) fue intervenida en el año 1997 por una supuesta denuncia sobre contaminación ambiental, y de la manera cómo la Dirección de ese Instituto manejó la situación de enfermedad de su personal administrativo, llevaron a la apremiante jubilación de quien escribe,(J.García Tamayo) quien en esa condición, obligado a buscar ayuda en el ME de la Universidad Simón Rodríguez en las afueras de la ciudad de Caracas, terminaría por abandonar su labor tras más de 30 años de trabajo en ultraestructura para dedicarse a la inmunohistoquímica.

Cuando “situaciones laborales” generaron la salida del doctor Serrano del Centro de Microscopía Electrónica(CME) de la Universidad de Los Andes(ULA), para poder continuar realizando investigaciones en el campo de la ultraestructura bacteriana, afortunadamente logró su traslado a la Unidad de Ultraestructura del Departamento de Patología de la Facultad de Medicina de la ULA en el Hospital Universitario de los Andes y fue en esa época cuando salió de Mérida invitado por la Universidad Lisandro Alvarado(UCLA) del Estado Lara para la creación de la Unidad de Investigación en Ultraestructura en Barquisimeto. Diversas publicaciones entre los años 1982 y 1988, realizadas por el Dr. Serrano y sus colaboradores, en la unidad, por él creada en la UCLA dan cuenta de esos años de trabajo. Así mismo, es importante el resaltar que bajo la dirección del doctor Palacios Prū y de la doctora Rosa Virginia Mendoza el CME de la ULA continuaría la obra iniciada por los doctores Julio M. Sosa y José A. Serrano.

Entre 1991 y el año 2000 los esfuerzos de la Licenciada Auristela Sánchez de Mirt en la Universidad Experimental Francisco de Miranda provocaron un despertar del interés por la investigación en ultraestructura en el Estado Falcón, no obstante, problemas relativos al mantenimiento de los equipos y de otra índole, que pueden denominarse laborales, pero, que terminaron obligando a la Lic. Sánchez de Mirt a dejar su cargo.
El deterioro de los equipos de microscopía electrónica sin poder haber sido reemplazados, han llevado a situaciones de paralización como ha sucedido en el Laboratorio de la Facultad de Odontología  de la UCV, así como en otros laboratorios existentes en universidades e institutos del país. 

Cualquiera de los ejemplos señalados previamente son situaciones puntuales si se examina el caso de la doctora Susan Tai y su labor en la Universidad de Oriente (UDO). El año 1982, la Dra. Susan Tai fundó el Centro de Microscopía Electrónica del Núcleo Sucre de la UDO con un ME de barrido, un ME de transmisión (1986), y un ME de emisión de campo, analítico, para 1987 y ese año, el Centro de ME pasó a ser el Instituto de Investigaciones y Ciencias Aplicadas (IIBCA) de la UDO. La doctora Tai logró los recursos para que estos equipos se ubicasen en una edificación nueva con cubículos diseñados para albergar los cursantes de un postgrado de Maestría y Doctorado y sus conexiones nacionales e internacionales facilitaron la formación de más de una docena de jóvenes profesionales quienes ahora algunos son excelentes técnicos o investigadores en diversos campos de la ultraestructura. La doctora Susan Tai, organizó la Conferencia Atlántica de ME en Mérida, el año1992 la cual fue todo un éxito con la asistencia del Dr. Fernández Morán. Las “situaciones laborales” de la doctora Tai la mantuvieron como personal administrativo de la UDO. Nunca pudo gozar del privilegio de ser personal docente y de investigación. Cuando tuvo que abandonar el país, lo hizo dejando toda una obra en el campo de la ultraestructura que nunca ha recibido el merecido reconocimiento. 

Debo confesar que finales del pasado siglo XX, embargado por la preocupación de ver que la productividad de los ME en el país había estado siempre muy por debajo de la cuantiosa inversión realizada, me dirigí al CONICIT, en comunicación enviada a la Licenciada Lucy Bujanda para solicitarle al Directorio un estudio sobre este negativo fenómeno. En esta comunicación les sugería que fuese precisamente el Dr. Ernesto Palacios Prū, en su condición de ex-presidente de la Institución, quién pudiese servir como árbitro de esa investigación. Quien esto escribe, se enteró por medio  de la doctora Elena Ryder, quien para esa época, hacia parte del Directorio del CONICIT, que dicha carta fue discutida, mas, nunca se llegó a tomar una decisión sobre lo planteado en ese documento. El libro nos demostró lo que fuimos capaces de lograr.

Es copia casi textual del Prólogo del libro " La microscopía electrónica en Venezuela. Orígenes y desarrollo”, del doctor José A. Serrano, Coordinador. Editado por El Consejo de Estudios de Postgrado de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Octubre del año 2010.

Quien escribió este prólogo, hace ya diez años, se ha permitido hoy, volver sobre la historia comentado algunas de las situaciones que no fueron muy afortunadas en el desarrollo de las investigaciones con el ME en Venezuela. No obstante, lejos de deprimirnos estas fallas y omisiones, deberían señalarnos la importancia y el valor que tiene reconocerlas, nunca olvidarlas, examinarlas para poder avanzar mejorando. Hace años solíamos decir que “cada defecto es un tesoro” en el sentido de que debemos usar nuestras defectos para aprender de nuestros errores y mejorar hacia el futuro. En este sentido, el libro de Serrano, posiblemente ayudó a crear expectativas y quizás estimularía el interés de algunos al enterarse de cuanto se hizo. Lamentablemente regresar hoy a su lectura, solo nos sirve ahora para hacer una catarsis histórica. Nos dirá cuanto podríamos haber progresado su acaso hubiésemos logrado proseguir haciendo investigación de calidad con los microscopios electrónicos que funcionaron en nuestro país, Venezuela. No es que vemos cumplirse el axioma de que “todo tiempo pasado fue mejor”. ¡No! Lo que sucede, es que el presente está tan deteriorado que el imprevisible futuro ni siquiera nos ofrece una probable recuperación…  Es triste, sí, pero ahora, tan solo cabe que decir: “que oiga quien tenga oídos”

Maracaibo, miércoles 12 de febrero del año 2020

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