miércoles, 13 de noviembre de 2019

Carlos Ildemar Pérez


Carlos Ildemar Pérez

En el mes de junio del 2014, tuve la oportunidad de hablar en público sobre la importancia de preservar nuestra identidad zuliana, pidiendo que nos acostumbrásemos cada vez más usar nuestro lenguaje sin temores, atreviéndonos a utilizar en el lenguaje escrito lo que escuchamos en nuestro alrededor. Se trataba de poner en letras el hablar de la calle, el léxico de nuestra región. Les decía que esta forma de hacer literatura eventualmente debería dar sus frutos para conformar un verbo literario nuestro, vernáculo, y les comentaba como había aprendido a leer a Carlos Ildemar diciendo :“a la jaiba, el pajarito en el mango”, o cuando cuenta que: “con candela y otra escupitina, los boborotes se quedaron mirando pa San Felipe”, palabras éstas presentes en su libro premiado, “Provinciano Cósmico”.

Años más tarde, en 2016 le pedí, a Carlos Ildemar el favor como amigo, a sabiendas que para un poeta hablar de novelas es un compromiso, de presentar la segunda edición de mi novela “Para subir al cielo…” y el poeta cumplió. Además, lo hizo con creces, y le estaré eternamente agradecido pues mantuvo durante más de media hora a una variopinta audiencia disfrutando de su verbo, mientras desmigajaba los intríngulis de la novela, entre historia medieval de El Bosco y un antihéroe rodeado de malandros narcotraficantes en la morgue de Bello Monte, un domingo capitalino del año 95. Desde entonces no he tenido oportunidad de volver a conversar con Carlos Ildemar, pero hoy quiero hablar de su particular modo de hacer poesía (una que, a mí me cuesta entender), pero que le nace de ese verbo caribeño locuaz y abigarrado de nuestra zulianidad, que él denomina “maracaibeña”...

El poeta Carlos Ildemar Pérez Hernández nació en Maracaibo en julio del año 1964, es magister scientiarum en literatura venezolana (LUZ-1997) y Licenciado en Letras-mención investigación y crítica (LUZ-1999). Profesor universitario, artista escénico (titiritero, actor y director), con estudios de Doctorado en Filología Hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, es escritor (poeta, ensayista y dramaturgo) y ha ganado numerosos premios en Concursos Literarios. 

Carlos Ildemar Pérez fue Secretario de Organización de la Asociación de Escritores del Zulia, ha sido docente en las Facultades de Arte y de Educación de la Universidad del Zulia y Católica Cecilio Acosta. Fue secretario-coordinador del Instituto de Investigaciones Literarias y Lingüísticas de la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ en 1996. Con Enrique Arenas Capiello fundó en 1997 la Cátedra Libre Poesía de LUZ. En 2006 fue profesor invitado por la Universidad de Salamanca para dictar un curso sobre poetología venezolana en la Cátedra José Antonio Ramos Sucre y fue distinguido con la Orden Jesús Enrique Lossada en su primera clase por la Universidad del Zulia en 2014.

Conocí a Carlos Ildemar Pérez cuando era director de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia (2005-2015) y siempre me ha llamado la atención saber que entre sus quince libros de poesía es autor de siete poemarios para niños. De Carlos Ildemar Pérez se ha dicho que con su obra ha fundado un lenguaje propio, y en ella, él se ha dedicado a recrearlo. Su palabra se fundamenta desde Los heredarios (1988), en el verso nacido de una nostalgia poética que ya se evidenciaba desde esta su primera obra, pues con ese libro, Carlos Ildemar fundaría una voz poética que continuará resonando en todos sus libros. En la prolífica obra de Carlos Ildemar Pérez, existen tres libros que resaltan su poética. El primero de ellos, el poemario Estrictis de la muchacha más cercana (1991); el segundo La mano de obra (2007) y por último Provinciano Cósmico (2011). 

En Estrictis de la muchacha más cercana, el poeta aborda su adolescencia, la primera relación íntima, amorosa, la camaradería juvenil y posee expresiones de desarraigo que se han comparado con la voz en Pessoa, o la desconstrucción lingüística de César Vallejo. En el año 2007, el poeta publicó La mano de obra y con un discurso autobiográfico entregará un verdadero manual para la relectura interpretativa de su obra. La mano de obra, con los comentarios de cada poema, es un ejemplo de la maduración del pensamiento poético que venía in crescendo desde Los heredarios y que fue consolidándose en Estrictis de la muchacha más cercana

Carlos Ildemar Pérez en 2011, fue el ganador, de la Bienal Nacional de Literatura “Miguel Ramón Utrera” con su libro Provinciano Cósmico, donde el jurado, designado por los organizadores del evento, Luis Alberto Crespo, Ingrid Chicote y Pedro Ruiz opinó así: “…después de leer los manuscritos enviados a dicho evento, hemos decidido otorgar, por unamimidad, el premio en la mención Poesía al libro El Provinciano Cósmico que revela una nueva voz poética, la cual, da resonancia la palabra popular en la vivencia humana, íntima y totalizadora”. Si en Estrictis de la muchacha más cercana su palabra es manifiesto de vida y juventud, el terruño viene a constituir el principio absoluto del provincianismo cósmico. Provinciano Cósmico, conformará un pensamiento poético maduro que refrendará toda la obra de Carlos Ildemar Pérez. Su poesía es terruño, es su patio y su barrio, es su lugar de nacimiento, y el propio estado de su memoria, toda su poesía conforma su cuerpo de nostalgia. 

Como una muestra de su obra, se me ocurre presentar algunos fragmentos de un poema intitulado: “Ónticamente canícula voseada” que se leen así: siendo auroras boreales de pizca acostumbradas a enmoracharse de más con la borra subjetiva del café de los cafeces…        un rosario de calor finge ser todo hasta el yelo se congela por aquí  con este vociferante sol acalarodado yelo ígnico de proporciones humanas…    humea de trecho en trecho la existencia y parece que no pero sí por qué no pararlebolas al calcinante bochorno que achicharra…   en más de un tuve de tenerte abierto en la herida charrasqueando el salitre metódico al salir pa fuera por desembocar al siruyo de ser dando bandazos enredina dicha y hecha la manopla del jurón equidistante echándose los perros el quinto infierno…     ha podido quedar en la espina pajareando en la mingoña condición de rabúa a escondidas de lo vulgar al rayarse quién del sin ser pellizco el qué sé yo se rasca de galimatías mientras el cielo refucila seco de apetito para sestear vaivén del sopor sevillúo o ser un fao…   ¡dónde queda el cimborrio incorruptible y no amargo? vértale el chasquido de la broma como el forro que largaste madeja que chamusca el piélago es todo mabil…    del si diosquiera autóctono de estar de mollejón a voz en cuello…   en la madre del avispero de calle en calle gira la sufridera de cólicos espermáticos ¿sabañón hembrero por qué no cierras el pico?... brincona mamona sobre la que me lanzo como un buchón acalorada la eternidad  regionalista jetea y lleva bleque empieza a pensar en la infinitud de sus mollejas solo es y será de medio día  perpetuo en este lugar recalcitrante…
Maracaibo miércoles 13 de noviembre 2019

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