martes, 13 de agosto de 2019

Mi Nadja…



Mi Nadja…

En estos días, leyendo sobre André Breton, el surrealismo y su poesía, releí sobre su novela “”Nadja”, y  recordé cuanto me había gustado cuando tuve la suerte de leerla, hace ya muchos años, en mi juventud… Creo que como un homenaje a la Nadja de Bretón, fue ese el nombre que seleccioné para identificar a uno de los personajes femeninos en una de mis novelas que más aprecio, probablemente porque su trama valió para perder el miedo e inmiscuir el tema político en mi novelística en. Mi Nadja, el personaje, es una joven croata quien nació y creció en medio de las vicisitudes de la Segunda Guerra mundial en Europa. Nadja, con Silvester y los demás seres que transitan por las páginas de “El año de la lepra”, fueron creados con mucha emoción y paralelamente a sus vidas, aproveché la novela para recrear la historia real y verdadera del doctor Luis Daniel Beauperthuy, su relación con Cumaná y sus investigaciones sobre los zancudos, la fiebre amarilla y sobre la lepra. En esta oportunidad quiero resumir aquí, para ustedes, la historia de, mi Nadja.  

En 1941 Silvester Korzeniowski tenía 9 años cuando su familia como muchos refugiados polacos se transladaron hasta Kobrin. En esos días la población de judíos en esa ciudad llegó a ser de más de 8.000 personas. Kobrin al caer bajo la égida germana sería convertida en un getho. Las condiciones de la familia fueron empeorando a medida que nuevos contingentes de prisioneros judíos se incorporaban a la ciudad hasta el año 1942, cuando a Silvester, ya de 10 años, con sus padres y sus tres hermanos, Abraham el mayor, Hanna su hermanita y Enoc el menor, le tocó ser testigo presencial de la ejecución de cientos de judíos por los alemanes. La División 707 del ejército alemán, fusiló a 10.000 partisanos que habían sido capturados y los sepultaron en una fosa común. Entre algunos de los supervivientes del levantamiento de Lakhva entre quienes huyeron a los campos cercanos y se unieron a los partisanos estaba Silvester Korzeniowski, (no había cumplido aún los 12 años) quien recibió protección directa de Kopel Kopanistky, un joven menor de 20 años de edad.  Korzeniowski vuelve a hacer su aparición entre los judíos de Dubrovnik el año 1949. La gran familia hebraica lo acogería y le ayudaría a costear sus estudios de Medicina en territorio italiano, estudios que finalizaría en Viena en la década de los años 50.

Nadja Kovac nació en las afueras de Zagreb en el invierno del año 1938, su padre tenía una pequeña granja en el campo donde vivía con su mujer y tres hijos. Nadja fue la primera niña en aquella familia de campesinos croatas, muy católicos. La presión que el gobierno regional, comandado por serbios religiosamente ortodoxos, ejercía sobre los campesinos croatas se hizo insostenible y los Kovac terminarían por perder su casa y su tierra. Nadja vería como las posesiones de su padre fueron confiscadas para resignarse toda la familia a vivir en las zonas marginales de Zagreb. Durante la invasión de Alemania, su familia comenzaría a ser diezmada. Nadja con su madre y sus hermanos llegarían a Dubrovnik durante el invierno del año 1949. Ese año se desataría una epidemia de escarlatina en Zagreb y el doctor Ángelo Cohen con su joven ayudante Silvester Korzeniowsk viajarían hasta la ciudad capital para atender algunos de los más de 3.000 casos de pacientes febriles.

Nadja y su madre regresaron desde Dubrovnik a Zagreb en 1950. La joven Nadja reanudaría sus estudios en Zagreb. Jaim Grudzinsky y Silvester se conocieron en Venecia el año 1951 cuando él estaba recién llegado a Italia desde Dubrovnick y vivía con una familia sefardita en una calle en el getho judío veneciano. En esos días Silvester estudiaba preparándose como aspirante a la Facultad de Medicina de la Universidad de Padova y Jaim, un par de años mayor que él, también procedente de una familia hebraica de polacos, esperaba igualmente iniciar sus estudios de Leyes en la Universidad de Florencia. En 1954 Nadja de 16 años emigraría a Italia con su madre. Para la época uno de sus hermanos menores había fallecido y la señora Kovac trabajaba para mantener a Nadja y a Nicolai haciendo bordados multicolores en pañoletas que vendía a determinados comerciantes. Inicialmente vivieron en Venecia y luego se trasladaron a Florencia. Nadja hizo algunos trámites para intentar inscribirse en La Escuela de Arte de la Universidad de Zagreb al año siguiente, pero no lo conseguiría. Finalmente se mudaría con su madre desde la población de Lucca a la ciudad de Padova donde la joven comenzaría a trabajar en un café cercano a la Universidad.

Silvester conocería a Nadja en 1955, cuando ella era una rubita mesera de 18 años en el café La Taverna, un sitio frecuentado por los estudiantes de medicina donde se cenaba y se bebía cerveza por un precio muy reducido. Tras unos meses de galanteo y sueños que para el estudiante de medicina eran tórridas pesadillas, Nadja accedió a salir con él y meses más tarde terminarían viviendo juntos en una buhardilla donde Silvester estudiante ya del tercer año de medicina continuaba apasionado por el tema de los microbios soñando quizás con poder dedicarse por entero a la bacteriología. En 1956 Silvester regresó con Nadja hasta Dubrovnik. Lo hicieron por mar en un viaje que resultó complicado por una tormenta, y en el cual ellos vomitaron hasta deshidratarse. La pasaron muy mal, hasta que finalmente llegaron a la casa del doctor Cohen y de Simona, maltrechos y enfermos. Fueron acogidos como sus hijos, con gran cariño.

La pareja regresaría a Padova por tierra, enamorados y cada vez más decididos a vivir juntos para siempre. Sería Jaim Grudzinsky quien llegaría a visitarles sorpresivamente y sin previo aviso. Se presentó en Padova tocando la puerta de la buhardilla que compartían los jóvenes, muy cerca de la Universidad y su arrolladora personalidad impactó a Nadja y alegró la vida de su amigo Silvester. Silvester prefirió no confiarle a Nadja lo que antes de partir le expresara su amigo sobre ella. Jaim le confesó estar perdidamente enamorado de Nadja, de su mujer por lo que le juró que les dejaba con dolor para no faltarle a él, porque ella le había desmigajado el corazón.

Silvester había recibido una propuesta para terminar su carrera de medicina en Viena. Se trasladaría en julio del año 1958 a la grande y famosa universidad austriaca donde el profesor Hoffman le había aceptado para que ampliase algunos trabajos de bacteriología. Nadja se mostró siempre entusiasmada sobre el viaje. No obstante, unas semanas antes de viajar a Viena, al regresar una tarde a su casa, Silvester no encontró a Nadja. No estaban sus ropas y no existía ni una nota para explicar su desaparición. La buscó en la ciudad, y luego viajó por tren a Florencia donde ella y su amigo Jaim parecían haber desaparecido.

El mes de julio del año 1959, Silvester comenzó a estudiar las asignaturas que le faltaban para cumplir con su último año de su actividad hospitalaria. Pudo ubicarse en una habitación decorosa, comprar libros y tratar de olvidarse de Nadja. El mes de diciembre de ese año regresaba a su casa en medio de la ventisca tras una nevada, para encontrarse en el portal de su vivienda a Nadja con una niña pequeñita en el regazo. Silvester aceptó que Irina, ya de 11 meses era su hija, y sin mucha discusión aceptó que madre e hija ingresaran para quedarse en la calidez de su casa. Varios meses tardó Nadja en relatarle a Silvester de cómo habían vivido ambos en Paris hasta cuando ella comenzó a percibir que tras el nacimiento de Irina, Jaim pareció cambiar y la dejaba para salir solo. Ella notó que había comenzado a enfriarse en él su cariño.

A mediados del año 1960 Silvester Korzeniowski se graduó como Médico Clínico en la Universidad de Viena y el profesor Hoffman le otorgó un reconocimiento especial de manera que fue aceptado en el Laboratorio de Microbiología recién creado por la Universidad, donde habría de percibir un buen salario y tendría tiempo para dedicarse a trabajar haciendo investigación sobre los bacilos de Koch. Durante el mes de marzo del año 1961, Nadja volvería a desaparecer. Se había ido con Irina, de nuevo sin dejar rastro y Silvester decidió que ésta vez habría de ser para siempre. Piero Itriago y yo, Arístides Sarmiento, quien para ese año recién había cumplido 25 años, haríamos contacto con el joven doctor Korzeniowski de 30 años y le propondríamos que creyese en nosotros y aceptase la oferta de venir a trabajar en un Sanatorio Antituberculoso y en el Leprocomio de la isla de Providencia en la ciudad de Maracaibo.

Iniciándose el siglo XXI, Silvester Korzeniowski volvió a tropezarse con su antiguo amigo de la juventud Jaim Grudzinsky. Fue aquel un encuentro inesperado, y para sorpresa del microbiólogo se produjo en la capital del país que él había adoptado como su patria: la “tierra de gracia”. Asistía Silvester a un Congreso de Microbiología en Caracas y estaba sentado en el lobby del hotel Eurobuilding a la espera de un taxi que lo trasladaría a un hotel más modesto donde se hospedaba, cuando Jaim se plantó frente a él. La sorpresa le impidió a Silvester sentir algo más allá del asombro y no sin cierta dificultad se levantó para saludarle. Los dos hombres, ya septuagenarios se abrazaron y de inmediato, Jaim, quien se veía más joven que el mismo Silvester, lo atrajo a su lado y se sentó mientras comenzaría a relatarle las razones del porqué estaba en el país y sobre ciertos importantes negocios que lo conectaban con venta de armas a las Fuerzas Armadas Nacionales…


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