Rudimentos de IHQ para estos tiempos…
El patólogo, o el anatompatólogo, es el médico que se ha
especializado en el estudio de las causas y los efectos que las enfermedades
provocan en los pacientes. Conocedor de la anatomía macro y microscópica, el
patólogo es capaz de reconocer las alteraciones que la enfermedad provoca en los
órganos y los tejidos del ser humano y detectará las mismas por su estudio con
el microscopio. Cuando se habla de “el cáncer”, de manera general, nos
referimos a una enfermedad que engloba numerosas y variadas alteraciones en
diferentes órganos y tejidos y que está caracterizada por una proliferación
anormal y desordenada de las células hasta producir un crecimiento tumoral, denominado
también neoplásico. Para poder darle tratamiento a estas alteraciones,
inicialmente es necesario hacer un diagnóstico de ellas con la mayor precisión
posible. La morfología de los tumores es muy variada y mientras más agresivos su
evolución será más rápida y el diagnóstico de los mismos se hace más difícil
porque el tumor se parecerá cada vez menos a el tejido de donde se originó; a
esto en una neoplasia se le llama indiferenciación. Es por esta razón que es
una imperiosa necesidad para el patólogo, estar actualizándose constantemente
para poder darle al paciente y al colega oncólogo el diagnóstico más preciso
posible del tipo de neoplasia y de la posible evolución de la misma,
entendiendo que del grado de certeza de ese diagnóstico se ofrecerá el
tratamiento más adecuado para la neoplasia y de ello dependerá el pronóstico y
la vida del enfermo.
Para diagnosticar las diferentes neoplasias, el patólogo cuenta con
su experiencia y con algunas técnicas que pueden ayudarle a ser cada vez más
certero. Hace un par de siglos se usaban “las coloraciones especiales”, también
usamos durante años el microscopio electrónico, pero tal vez el mayor avance se
ha dado desde hace ya más de 40 años con la aplicación de la inmunohistoquímica
(IHQ) al estudio de los tumores. Esta técnica es capaz de revelar la naturaleza
de los tejidos que provocaron la neoplasia y ofrece datos sobre el pronóstico e
indicaciones para que el tratamiento pueda orientarse con la mayor precisión
posible en cada caso. Cuando el patólogo se enfrenta a una preparación de IHQ,
ya debe de haber recibido toda la información sobre el enfermo; la edad, el
sexo, la localización del tumor, la manera cómo y en cuanto tiempo evolucionó y
con el conocimiento de la histología del tejido original, usualmente va a los
núcleos del tumor para detectar el pleomorfismo, las atipias, y las mitosis que
en ocasiones se complementan con necrosis y hemorragias. Basándose en todos
esos factores clínicos y patológicos, un diagnóstico diferencial será planteado
en la mente del patólogo y dependiendo del mismo, él habrá decidido cuales
anticuerpos seleccionará para su estudio de IHQ.
En general cuando el tumor es
epitelial y se parece al tejido que le dio origen, es un tumor bien
diferenciado y el diagnóstico no es tan complicado ya que la IHQ irá
directamente a corroborar lo que se ha planteado histológicamente. Las
dificultades se dan muchas veces con las metástasis, donde es necesario el
auxilio de la IHQ para certificar el origen del tumor primario. Por otra parte,
la variabilidad de los diagnóstico en algunos tejidos, como es el caso del
tejido linfoide donde para poder darle tratamiento, es absolutamente necesario
precisar el diagnóstico de cual tipo de linfoma se trata, lo cual hace de la
IHQ un requisito indispensable para poder tratar al paciente; igualmente la
necesidad de precisar en el cáncer de mama si existen receptores hormonales en
el tumor, si el oncogén Her2/neu está presente y por el índice de proliferación
saber si el tumor luminal es A o B, o es un caso triple negativo basaloide o
poco diferenciado, son ejemplos de la importancia de la IHQ para el tratamiento
y de lo complejo que puede resultar el manejo de esta ya muy bien conocida
metodología para precisar el diagnóstico. Los ejemplos pueden ser múltiples.
En la historia evolutiva de nuestra patología, existen dichos y
hechos que deben permanecer en el recuerdo de muchos colegas quienes fueron
nuestros alumnos y ahora son nuestros brillantes discípulos. “Los únicos patólogos que no se equivocan son
los que no miran láminas”; axioma que incide sobre la muy bien conocida
subjetividad de nuestra especialidad y que apunta a la necesaria actualización
constante de los patólogos… Es lamentable, pero la situación que desde hace ya
casi 20 años ha llevado al país al estado en que se encuentra, ha repercutido
terriblemente en las dificultades para la formación y educación continua que
nuestra especialidad requiere. Los esfuerzos que se han venido haciendo para
aflorar desde el marasmo de las dificultades se pueden ejemplificar
precisamente en tener que considerar a la IHQ después de más de 40 años, como
un avance al cual en nuestro país es muy difícil de acceder, cuando debería ser
como en otras latitudes un arma diagnóstica de uso diario. Al repetir y
recordar que quien mira tumores por el microscopio puede equivocarse, debemos enfatizar
que la infalibilidad no es un don humano y los patólogos tenemos que entender
que se bien puede aplicar el axioma aquel que dice “de humanos es errar”; razón
suficiente para estar atentos y redoblar los esfuerzos para buscar permanentemente
una preparación óptima.
Si comenzamos a trajinar la IHQ desde los años 80, ya con unos 30
años de experiencia, debo confesar que no siempre lo que sugiere la apariencia
histológica de un tumor mirado en el microscopio con hematoxilina-eosina,
resulta ser lo que revela el estudio de IHQ. Sí, y puede decirse como Rubén,
que la vida nos da sorpresas, si, sorpresas nos da la vida, y ellas sirven para
que la experiencia vaya sumándose, y los errores vayan corrigiéndose. Habrá quien
recuerde otro dicho de patólogo viejo, aquel de que: “los tumores no leen los
libros”. Una disparatada afirmación que casi suena a una frase de Felisberto
Hernández, quien no era patólogo sino un famoso escritor uruguayo capaz de
darle vida a las cosas, en este caso, a los tumores, como si ellos fuesen
capaces de leer… ¿Qué tal? Se me ocurre pensar que de hacerlo, tal vez ellos
leerían literatura de ciencia-ficción y no los libros de patología. En fin,
esta frase y los comentarios que surgen alrededor de la misma, creo que
expresan lo complejo de la medicina y en particular del extraño comportamiento
de los tumores, tan variable y tan dependiente de la genética y del cada vez
más intrincado mundo de la biología molecular.
Así que les invito a entender cada vez mejor y a conocer cada vez
más, los secretos de la IHQ, para tratar de que esta metodología sea accesible
para todos nuestros conciudadanos. Este quizás ilusorio deseo, deberá ser un
paso hacia adelante en el complejo mundo de los avances que se nos han negado
durante estas dos últimas décadas, y lo digo en la seguridad esperanzada de que
podremos en el futuro cercano acceder a las fronteras del conocimiento actualizado
de los avances tecnológicos que podemos conocer aunque tristemente comprendamos
que ya nos han avasallado. Es importante que no por ello perdamos la esperanza,
y siguiendo el ejemplo de algunos de nuestros jóvenes patólogos, nos
actualicemos permanentemente para que el ejercicio de nuestra especialidad
siempre de cara al paciente, desde su historia y todos los datos necesarios nos lleve siempre a un diagnóstico
diferencial acertado, esperando contar con todas las posibilidades del mejor
auxilio tecnológico actualizado y así poder salir adelante en la defensa de
nuestros pacientes.
Maracaibo
13 de octubre 2018
Acertado como siempre! Que gusto leerle, disfrute cada parte como si lo tuviese sentado frente a mi dándome una clase magistral. Lamentablemente Venezuela se fragmentó en muchos aspectos, ahora que veo a mi hermana que comenzará su carrera de medicina me pregunto, cómo será una práctica de laboratorio sin materiales en la venezuela revolucionaria? Con cuantas lagunas y falta de provisiones se nos graduarán estos muchachos? Y que decimos de los profesores de estas cátedras que emigraron en busca de calidad de vida! Es tan complejo y barbárico lo que vivimos como venezolanos, que nos llevaría una vida entender cuan mal estamos y cómo pasamos de ser un país sub desarrollado a creer que necesitamos una nueva colonización. Este blog merece un premio a la dedicación. Cariños.
ResponderEliminarBrillante como siempre profesor. Lo dicho es 100 % cierto y lo he podido constatar después de tantos años ahora que estoy en España, en el Instituto Valenciano de Oncología en una "Estancia formativa" mientras homologo el título de médico.
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