miércoles, 4 de abril de 2018

El agente Dimitri Yakolev*



El agente Dimitri Yakolev*


Dimitri Yakolev se había preparado durante muchos años cumpliendo con un exigente entrenamiento a través de numerosos trabajos especiales asignados por el Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti, que es el mismo Comité para la Seguridad del Estado, abreviadamente conocido como la KGB. Siendo nativo de Belarus, tras la disolución de la Madre Rusia, Dimitri se había reencontrado con su tierra. Su madre y un par de hermanos vivían todavía en Soltanishki. Sus conceptos sobre la autodeterminación de Belarus eran muy firmes por lo que desde finales de la década de los ochenta se sintió muy apegado a las ideas de Lukashenko y cuando éste asumió la presidencia de su país, él contribuyó intensamente en la organización de la KGB local. Desde la época cuando se dio la tragedia de Chernobyl, él había visitado de nuevo los lagos y bosques contaminados y pudo palpar en uno de sus familiares cercanos lo que significó la desgracia de ser uno de los “liquidadores” en la lucha para descontaminar la planta ucraniana y las áreas afectadas por la radiación. Desde entonces había conservado el gusanillo de un creciente malestar por Ucrania y regresaba mentalmente a la idea de que Belarus tendría que ser resarcida de alguna manera por sus vecinos del sur.

El distanciamiento y la inconformidad con todo lo ucraniano se acrecentaron en Dimitri durante el proceso de las llamadas tendencias pro-occidentales del presidente Yuschenko. Durante la Revolución Naranja del año 2004, Dimitri Yakolev estuvo en Kiev como enviado especial del gobierno de Minsk para palpar la situación ucraniana y vio el arribo de Yulia Timoshenko catapultada por aquel movimiento casi subversivo, inaceptable para un agente de la KGB como él. Unos meses antes de conversar por vez primera con su amigo Victor Sheiman y con el presidente Lukashenko sobre su posible misión en Suramérica, el teniente Yakolev había corroborado sus temores al conocer de los acuerdos entre la Timoshenko como primer Ministro de Ucrania y Vladimir Putin. Para apartarlo de las tensas situaciones generadas por las acciones de la KGB con algunos periodistas disidentes, su amigo personal el poderoso Sheiman le planteó al presidente Lukashenko que Dimitri debería ser el hombre ideal para una misión como agente especial en el país más rico en gas y en petróleo de América.

En esos días, su tocayo Dimitri Medvedev el nuevo presidente de Rusia habló durante más de dos horas achacándole a Putin algunas fallas. El joven presidente de Rusia, se atrevía a responsabilizarle por la mala situación económica de su nación. Según Medvedev, Rusia tenía que cambiar el estilo del hombre fuerte que todos deberían obedecer con los ojos cerrados. El teniente Yakolev meditó preocupado. ¿Qué pensará el presidente Lukashenko sobre ese disparate? Recordó entonces la fecha, el 26 de abril de 1986, el accidente nuclear de Chernobyl, el cual debería haber marcado negativamente el futuro de Ucrania y sin embargo, el viento hizo de Belarus el país más afectado al contaminar extensas áreas boscosas con miles de lagos y desoladas zonas pantanosas al noroeste del área de desastre. Mientras Rusia y Ucrania se disputaban el aporte energético derivado del gas para su desarrollo industrial, Belarus, seguía siendo un país primariamente agrícola aunque comenzaba lentamente a industrializarse. Una “guerra del gas” se daba entre dos poderosas compañías, la rusa Gazprom y la ucraniana Naftogaz, pero la situación evolucionó hasta el mes de mayo del año 2009, cuando Vladimir Putin y Yulia Timoshenko resolvieron el conflicto con la creación de una firma intermediaria RusUkrEnergo, con sede en Suiza. Hábiles negociadores políticos, especialmente su amigo Sheiman, pusieron en marcha los acuerdos con la nación caribeña más rica en hidrocarburos del hemisferio occidental. 


Yakolev con el grado de teniente estaba radicado en Afganistán acompañando a Viktor Vladimirovich Sheiman, quien para la época era uno de los comandantes de las fuerzas rusas destacadas en aquella República. En un viaje por tierra desde Kabul hasta Peshawar en Pakistán, Dimitri sufrió un accidente en la carretera, con un traumatismo sospechoso de una lesión del fémur, que lo obligó a hospitalizarse en Peshawar donde hizo amistad con dos curiosos investigadores nipones Shinji Masanori y Hiroaki Kashiwabara microbiólogos japoneses que estudiaban la lepra en muestras provenientes de diversos países del mundo. Shinji e Hiroaki le explicaron a Dimitri, que existían mutaciones que alteraban las secuencias en diversos genes de las micobacterias y de cómo hallaron estos cambios en los genes folP1, rpo B y gyrA de los bacilos de la lepra. Las mutaciones, que ellos lograban desatar, habían modificado la estructura de la cubierta bacteriana que las hacía resistentes a los tratamientos.

Según el teniente Yakolev, Belarus necesitaba algo que ofertar, algo que les ayudase a reintegrarla a la Madre Rusia y ambas naciones, estaban obligadas a recuperar a la vecina Ucrania para borrar definitivamente los absurdos sueños europeizantes de los ucranianos. Dimitri, interesado en el asunto de las mutaciones de los bacilos fue imaginando la idea de que pudiesen usarse aquellos extraños fenómenos de la Biología Molecular con propósitos bélicos. A pesar de la absoluta negativa de los investigadores japoneses quienes tomaron a broma las propuestas del ruso blanco, él continuó empecinado en examinar todas las puntas de aquel espinoso tema y al regresar a Belarus, lo había discutido con algunos superiores de la KGB de su país sin ningún resultado. Entonces se había dado la afortunada conexión con el país caribeño productor de gas y de petróleo. Allí, curiosamente habitaban un par de grupos de investigadores estudiando las corinebacterias responsables del mal de Hansen.

Dimitri se empapó sobre todo lo concerniente a una cierta vacuna, cuya efectividad era discutible y pronto estuvo informado, no solo sobre la vacuna elaborada en la capital de Venezuela, sino también de cuanto habían avanzado las investigaciones del grupo dirigido por el profesor Arístides Sarmiento en la región occidental del país. Requería evidencias en particular sobre las inoculaciones de bacilos en cachicamos estudiados en unos laboratorios ubicados en La Cañada de Urdaneta. Trabajaban allí dos mirobiólogos, Korzeniowski y Pitaluga, del grupo de investigadores dirigidos por Arístides Sarmiento. Así fue como Dimitri Yakolev, había decidido que de ser necesario, utilizaría toda su labia, y llegaría hasta la “ciudad de fuego” para visitar al profesor Korzeniowski. Internamente creía que al fin se acercaba para él la hora de activar su proyecto para el uso de los bacilos de Hansen en provecho de su país.

Maracaibo 4 de abril del 2018
*Texto extraído del Capítulo 4 de mi novela “El año de la lepra”. Editorial elotro@elmismo, 2011

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