E.T.A. Hofmann
El 1 de
septiembre del año 2015, escribiría en este blog, sobre Hofmann, y decía que en
la página 254 de mi novela “La Entropía Tropical” dice: “Tú has venido
escuchando Los Cuentos de Hoffman,
de Offembach, en tus audífonos personales, los del 727, has oído cantar a Joan
Sutherland y a Plácido Domingo”… “Ahora con la barcarola de Weber estás
transportado a tu juventud, épocas de escolar, puedes ver la gran lámpara
facetada de vidrio y barras de plomo en el centro del techo de multicolores retazos,
puro Art Déco, del Teatro Baralt, y con las notas musicales de Hoffman, escuchas su barcarola”…
“Tan solo eres un muchacho, con tus audífonos, y ahora, estás viendo tu
película musical en el Baralt, y Zizi baila ballet vestida de rojo sangre, ella
gira, y luego regresa en puntas de pie, Hoffman suena profundamente”. …”Escuchabas
en tus audífonos la música de Offembach en los
cuentos de Hoffman, y al reflexionar, años después, no entiendes por qué
veías bailar a Zizi con unas zapatillas rojas”...”en el film homónimo”…”del año 48, donde sobre un cuento de Andersen
bailaría incansable Moira Shearer bajo la dirección de Michael Powell, quien dirigiría en 1951 otro film de factura inglesa,
precisamente titulado Los cuentos de Hoffman.
En ésta ópera cómica veremos aparecer nuevamente a nuestro personaje como un
brujo interesado en la ciencia, uno que construye muñecas mecánicas y
curiosamente se llama Spelanzani, así, con una sola ele. De modo que Spelanzani
con la ayuda del malvado Copelius, orquestado por la música de Offembach ha
creado a Olimpia, un maniquí mecánico y Copelius le venderá gafas mágicas a
Hoffman para que vea en Olimpia a un ser humano, aunque de pronto cantando se
detenga y Spelanzani tendrá que correr a darle cuerda. Como en las zapatillas
rojas de Andersen, Olimpia canta y baila sin parar pero Hoffman pierde las
gafas y comprende que Olimpia de quien él se ha enamorado, no es humana. Cuando
Copelius decide destruir a Olimpia, los invitados de Hoffman se burlarán de él
por el engaño. Será en el Acto Tercero, cuando se escuchará “Belle nuit”, la barcarola de Offembach
que te transportó a tu infancia en el teatro Baralt de Maracaibo” Pero,
¿a qué viene este refrito, o replay si se quiere, sobre Hofmann?
Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822),
fue un escritor, jurista, dibujante y caricaturista, pintor, cantante y
compositor musical prusiano, del movimiento romántico de la literatura alemana.
Autor entre otros relatos de El cascanueces y el rey de los ratones, El hombre de arena, El puchero dorado, Mademoiselle de Scuderi... Son muy conocidas su ópera Ondina, sus historias Fantasías
a la manera de Callot, Piezas fantásticas, sus novelas góticas Los
elixires del diablo y Papeles póstumos del hermano Medardo, un
capuchino… Era conocido como E. T. A. Hoffmann, aunque su nombre de nacimiento era
Ernst Theodor Wilhelm Hoffmann, él adoptó el de Amadeus en honor del compositor
Wolfgang Amadeus Mozart.
E.T.A. Hoffmann nació
en Konigsberg, en la Prusia Oriental
(actualmente Kaliningrado está en Rusia). Su familia era de
origen polaco y húngaro. Tras la separación de sus padres en 1776 se crio con la familia de su madre, enferma y neurótica,
una familia pietista ( movimiento luterano fundado por Philipp Jakob Spener en
el siglo XVII que se desarrolló en el siglo XVIII influyendo, en la formación
de filósofos y escritores, con autores como Emmanuel Kant, Gotthold Ephraim
Lessing y Friedrich Hölderlin. Al ser hijo y sobrino de juristas,
E.T.A.Hoffmann continuaría la tradición y estudió Derecho en la Universidad de Konigsberg,
en Gloga, Berlin, Poznan y Plock.
En 1800 fue nombrado auditor y destinado a Posen. Entre 1804 y 1807 trabajó en el
tribunal de Varsovia, donde ya de 30 años retomó su vocación
artística.
Creó una orquesta, organizó
conciertos, compuso música, y se emborrachaba escandalosamente con problemas
con la autoridad por sus caricaturas. En 1806
regresó a Berlín, donde sufrió de fiebre tifoidea. En 1808 hasta 1813
residió en e Reino de Bavieral como tramoyista, director y
escenógrafo en el teatro de su amigo Franz von Holbein, donde
fue director de orquesta y arquitecto.
Luego en
Leipzing tuvo un empleo similar y comenzó a colaborar como crítico musical. Vivió en Dresde y de nuevo en Berlín, donde en 1814 aparece su Fantasiestücke. Estrena Undine y acepta el cargo de
consejero de justicia de los tribunales. Escribe su novela gótica
más oscura y célebre, Los elixires del diablo. Papeles póstumos del hermano Medardo, un capuchino (1815 y 1816) y se entrega a una vida
desordenada que destruye su salud por alcoholismo y sífilis con accesos de
locura, atacado de parálisis murió en 1822. La fama de E. T. A.
Hoffmann se debe más a su obra como escritor que a sus composiciones musicales. Ejerció gran
influjo sensible en Edgar Allan Poe, Theophile Gauthier e incluso en Kafka. Sus obras de ficción,
de horror y de suspenso combinan lo grotesco y lo sobrenatural con un poderoso
realismo psicológico, se encuentran entre las mejores y más influyentes del
movimiento romántico.
E.T.A. Hoffmann
era un magnífico músico, admirado por Bethoven y otros, sus
creaciones literarias inspiraron muchas piezas musicales de otros autores.
Algunas de las más famosas son, los cuentos fantásticos en los que Jacques Offenbach fundó su ópera Los cuentos de Hoffmann(1880), donde E.T.A.Hoffmann
es el protagonista de las historias: “El
hombre de arena”, “La noche de San Silvestre”, “El puchero de oro”, y “El
violín de Cremona”. El célebre compositor francés, Léo Delibes,
también utilizó “El hombre de arena”
para su ballet Copelia (1870).. Su personaje
del kapellmeister Johannes Kreisler también inspiró la obra para
piano Kreisleriana del
compositor alemán Robert Schumann. Richard Wagner usó un tratamiento de E. T. A.Hoffmann en Los maestros cantores de Núremberg. Vicenzo Bellini usó “El dux y la dogaresa” para
la ópera Marino Faliero, Gaetano Donizetti toma muchos rasgos de “Signore Formica” para su ópera bufa Don Pasquale, etc. Así mismo, E.T.A. Hoffmann
se inspiró en la ópera Don Giovanni de su admirado Mozart para su
complejo relato Don Juan. E.T.A. Hoffmann,
fue siempre un artista completísimo, que imprimió un horror deliciosamente
elegante en obras magistrales como El magnetizador, El mayorazgo, Vampirismo, Los autómatas y otros.
Maracaibo 12 de febrero de 2018