martes, 2 de enero de 2018

… sobre “Lejana·” de Cortázar




… sobre “Lejana·” de Cortázar



No pretendo analizar un cuento de Julio Cortázar, pues solo soy un médico que ha adoptado el oficio de escribir quizás como un mecanismo de expresión personal, pero creo que lo he dicho antes, me parecen geniales los relatos “cortazarianos” y en particular sobre “Lejana” existen variados análisis e interpretaciones, por lo que quisiera poder resumirlos brevemente abusando de los lectores de mi blog, acicateado tal vez por la suerte de haber estado en 3 oportunidades en Budapest y cruzar el famoso puente de los leones, lo que me lleva a recordar un fragmento de mi novela La Entropía Tropical”(2003)… (Atisbas las calles transversales, se ven oscuras y solitarias. Seleccionas el camino de la avenida que bordea el Danubio. Ristras de luces tendidas en el aire, sobre los puentes, crean un extraño efecto hacia la orilla de Pest. Cocuyos en las noches de Hungría. Tú lo piensas cuando aceleras el paso. ¿Hace frío? Imaginas que ristras son las de ajos y viene hasta tu mente la imagen de algún vampiro trasnsilvánico, ¿los Cárpatos?, ¿era en tierras rumanas?, no eran magiares los vampiros, ¡no!, ¿y qué hay de aquel conde?, ¿no era húngaro? ¿Por qué revolotea en tu cabeza Julio Cortázar?, tal vez por el hotel Polidor en París de “62 modelo para armar”, lo has estado leyendo, y es complicada su trama, casi como las calles, oscuras, sin castillos sangrientos, pero como para perderse, y sin querer comprendes tras atenderle al mapa, que estás ya cerca de la Plaza del Parlamento)

Lo verdadero y la literatura, puede interpretarse como lo real y lo imaginario, pensamientos abstractos al ser traducidos al lenguaje escrito pueden adquirir mágicos visos de irrealidad. Precisamente estos detalles, parecieran ser el meollo en el caso de “Lejana”, el relato de Julio Cortázar donde una reina y una mendiga se encuentran, cercanas y lejanas, y donde todo lo descrito, que pudiese ser real pareciera sencillamente un producto de la imaginación de Alina Reyes, una joven que juega a ser otra en las páginas de su diario.

El mundo de Alina Reyes, el suyo, el real, ese que ella describe en su diario, el de tocar el piano o el de percibir el contacto de la mano de Luís María en medio de un salón de baile, ese que nos muestra el Teatro Odeón de Buenos Aires y nos deja ver un puente que hay que cruzar mientras cae la nieve en Budapest, el de la sensación de aburrirse con su madre, o con su prima, el que nos obliga a imaginarnos que todo cuanto ella dice, tal vez es tan solo producto de su mente, y así se avanzará leyendo a quien escribe en su diario, hasta el momento cuando las fechas desaparecen, el diario se cierra, y el relato cambia a una tercera persona para dar cuenta del abrazo entre Alina y Lejana en medio del puente de los Leones, en Budapest. 

Alina Reyes a través del relato de Cortázar, es un personaje que parece explorar el territorio del yo y como Talita en “Rayuela”, ella se percibe a punto de cruzar “el puente” conociendo el peligro que existe en ese puente, el de los leones en el helado invierno de Budapest, que es el mismo construido con tablones por Horacio y Traveler en “Rayuela”, ese que Talita va a cruzar y que podría en cualquier momento romperse perdiendo el precario equilibrio, ese puente que parece existir entre dos partes de su personalidad. Pero Talita como Alina, cruzarán el puente, sintiendo que está a punto de producirse inminentemente un encuentro, una revelación que en “Lejana” resolverá el dilema de Alina con la explicita aparición  de un narrador emergente en tercera persona. Este segundo narrador de “Lejana” llegará para sostener el orden establecido en el diario, y finalmente lograr que el plano imaginario irrumpa en el plano histórico. 

El puente transformado en una realidad física y la aparición de “la harapienta mujer de pelo negro y lacio”, que es el fantasma de Alina, su yo rechazado y maltratado por los demás, se hace realidad al percibir ella en el abrazo, “un crecer de felicidad igual a un himno, a un soltarse de palomas, al río cantando”, que representa la “victoria de la reina sobre esa adherencia maligna, esa usurpación indebida y sorda”… “Alina Reyes lindísima en su sastre gris...”, aquella Alina Reyes, la falsa, la abandonará con la aceptación de su yo auténtico como una reconciliación. El lector quizás percibirá que el punto de vista de la narración viene a ser el de Alina y no el del narrador emergente quien observa, describe y juzga, pero al final, lo contado por un narrador omnisciente que todo lo conoce, al aceptar la existencia de aquella “lejana” como alguien real, pareciera no poner en duda una posible demencia de Alina Reyes, y surge entonces el acontecimiento fantástico y se convierte en otra dimensión que percibe un “acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mundo natural”, y pasa a ser  …“parte integrante de la realidad” y la narración se dirige hacia el territorio de lo fantástico-maravilloso con la aceptación final de lo sobrenatural.

Maracaibo, 2 de enero del 2018


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