jueves, 26 de enero de 2017

El manuscrito Voynich



El manuscrito Voynich

El manuscrito Voynich es un libro ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado voynichés.  Hasta febrero de 2014 ninguno había conseguido descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño. Sin embargo, cumple la ley de Zipf (que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en un texto aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera más frecuente, el cuádruple que la cuarta, etcétera) hace pensar que ese lenguaje se basa en alguna lengua natural, (los lenguajes artificiales-los élficos, el de Tolkien o el klingon de Star Trek,- no cumplen esta regla. Es prácticamente imposible que el autor del manuscrito Voynich conociera dicha ley, que fue enunciada varios siglos después, y que por tanto la aplicase a una lengua inventada por él. El nombre del manuscrito se debe al especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912.

Atanasio Kircher(1602-1680 ) fue un sacerdote jesuita, políglota, erudito, estudioso orientalista, de espíritu enciclopédico y uno de los científicos más importantes de la época barroca quien destacó por su estudio sobre la lengua copta y su aplicación al desciframiento de los jeroglíficos egipcios. Su fama como "experto" en jeroglíficos movería a Georgius Barschius, uno de los primeros propietarios del Manuscrito Voynich, a pensar en él como el único capaz de interpretar sus extraños caracteres. Georgius Baresch (1585-1662) era un alquimista checo, que trabajaba en la corte de Rodolfo II de Praga. A la muerte de Jacobus Sinapius (1622), responsable de la biblioteca del emperador, quedó como único propietario del Manuscrito Voynich el cual trataria de traducir en vano. Tras la muerte de Barschius, el manuscrito pasó a manos de su amigo Johannes Marcus Marci, en aquel entonces rector de la Universidad Carolina de Praga, quien rápidamente lo envió a Kircher, su amigo corresponsal. La carta de Marci (1665) se encuentra aún adjunta al manuscrito: en ella, le ofrece el manuscrito para su descifrado y menciona que fue adquirido por el emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) por 600 ducados de oro. La carta menciona luego que en la corte de Rodolfo II se creía que el autor del manuscrito era Roger Bacon (el fraile franciscano que vivió entre 1214 y 1294). En la biblioteca del Collegio Romano (actualmente la Universidad Pontificia Gregoriana) permaneció hasta que las tropas de Víctor Manuel II de Italia conquistaron la ciudad en 1870, anexionando los Estados Pontificios al nuevo Estado italiano. El nuevo Gobierno italiano decidió confiscar muchas de las propiedades de la Iglesia, incluida la biblioteca del Collegio. La hipótesis de la autoría de Roger Bacon condujo a Voynich a concluir que la única persona que pudo vender el manuscrito a Rodolfo fue John Dee (1527-1608), un matemático y astrólogo de la Corte de Isabel I de Inglaterra, y conocido por ser propietario de una gran colección de manuscritos de Bacon. Al ser los alquimistas considerados herejes por la iglesia de aquel entonces, no podían publicar sus investigaciones en idiomas conocidos y se veían obligados a cifrar los textos

El libro tiene alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en su numeración (la cual es aparentemente posterior al texto, quizás del siglo XVI), lo que sugiere que varias páginas se habían extraviado ya antes de su compra por Voynich. Para evitar extravíos posteriores, el padre Theodore C. Petersen lo fotocopió en 1931, repartiendo dichas copias entre varios investigadores interesados en su estudio e intento de traducción. En 2009, investigaciones de la Universidad de Arizona demostraron, mediante la prueba del carbono 14, y con una fiabilidad del 95 %, que el pergamino del manuscrito podía datarse entre 1404 y 1438. El McCrone Research Institute de Chicago demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval. Según estudios publicados en 2014, por el botánico Arthur Tucker de la Universidad Estatal de Delaware, el origen del manuscrito podría ser mesoamericano. Esta hipótesis se basa en la similitud de algunas plantas ilustradas en el manuscrito con sus contrapartes americanas y en el hecho de que el estilo con el que están realizadas dichas ilustraciones concuerda con el estilo usado en ilustraciones botánicas del siglo XVI en México.
En febrero de 2014, Stephen Bax, profesor de la Universidad de Bedfordshire (Reino Unido), anunció haber descifrado el manuscrito en forma parcial. Entre las palabras que el experto ha identificado está el término para «Taurus», junto a un dibujo de siete estrellas que parecen ser las Pléyades, y también la palabra «Kantairon» junto a una imagen de la planta centáurea, una conocida hierba medieval, así como otra serie de plantas, entre las que se encuentran el «cilantro», «eléboro» y «enebro», también con sus dibujos correspondientes.

Un ingeniero ruso de radiotécnica militar, llamado Nikolái Anichkin, aseguró el año 2016  haber descifrado el célebre manuscrito de Voynich, escrito en un idioma hasta hoy absolutamente desconocido. Señaló Anichkin, que la obra es una descripción de las plantas halladas en Asgard, una región en el actual territorio de Omsk, en Siberia, Rusia, donde existió un templo de 2.133 metros, del que hoy sólo quedan las ruinas y pasajes subterráneos, que habría sido destruido, en el año 1530. Al analizar los alfabetos eslavos, Anichkin halló un idioma aún más antiguo y con las mismas características que las letras del manuscrito de Voynich. Anichkin asegura haber descifrado palabras como 'cáñamo', 'ropa de cáñamo', 'comida', 'beber', y 'seis', entre otras. Una de las versiones más difundidas es la del científico estadounidense Terence McKenna, quien asegura que el autor más plausible debería ser John Dee, matemático, astrólogo, alquimista y ocultista inglés, consultor de la reina Isabel I, y que por ser los alquimistas considerados herejes por la iglesia de aquel entonces, no podían publicar sus investigaciones en idiomas conocidos y se veían obligados a cifrar los textos.

El manuscrito de renombre mundial, lleno de ilustraciones de plantas exóticas, estrellas y figuras humanas misteriosas, además de muchas páginas escritas en un idioma desconocido, hasta ahora la obra ha desconcertado a estudiosos y criptógrafos. Se han propuesto las más distintas teorías sobre su autoría. Algunos sugieren que la obra está relacionada con Leonardo da Vinci, los cátaros, la tribu perdida de Israel o los aztecas... Incluso se ha llegado a proclamar la disparatada idea de que fue escrita por extraterrestres.

Maracaibo, 26 de enero del 2017

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