sábado, 3 de diciembre de 2016

Recuerdos del Taller de Eduardo Liendo


RECUERDOS DEL TALLER DE EDUARDO LIENDO  

     Durante un par de años estuve asistiendo a Talleres de Narrativa del CONAC dirigidos por Eduardo Liendo, y aprendí sin lugar a dudas que si algo es crucial en el oficio de escribir, es el hacerlo desde el fondo de cada quien; lograrlo desnudando el alma, sin afanes de pedagogía, sin ideales políticos, sin proclamas reformistas, sin ser rebasado por lo sociológico o por sus propios conflictos y esto en ocasiones es difícil, es muy complejo, porque además de las vivencias de cada quien, existe lo que cada escritor haya ido incorporando a su intelecto como lector de muchos autores y el escritor es un testigo de su tiempo, y aunque bucee investigando en otras épocas, y como dice Liendo citando a Federico Amiel,  resulta que todos no somos más que “copia de copias reflejo de reflejos”1 . Por ello, debe el escritor evitar el transformarse en exégeta de admirados literatos, pues un autor puede ser muchos autores a la vez. Cada cual debe buscar su estilo, el cual vendrá dado por el tono y el ritmo de las palabras. El uso polifónico del lenguaje como instrumento, es desde los tiempos de Don Alonso Quijano creado por Miguel de Cervantes, un hermoso proceso que se produce en la mente del escritor y que se plasma en palabras, mientras él trata de reinventar realidades sobre la vida misma. Bien lo dijo Kundera al afirmar “ el novelista solo tiene que rendir cuentas a Cervantes2. Por otra parte, parafraseando a Oswaldo Trejo, es importante señalar que ”lo menos que se le puede pedir a un escritor es que escriba bien” 3 . Evidentemente hay que cuidar la ortografía, la sintaxis y la prosodia.
El estilo puede ser hiperbólico como el barroco, puede ser desmesurado como los textos de Lezama Lima o de Sarduy,  puede ser de una erudición apabullante cual Palinuro de Fernando del Paso, o como a veces lo hacia Denzil Romero, pero en ocasiones, más importante que una copiosa erudición, quizás tan densa como la de Terra Nostra de Fuentes, puede resultar la economía de los medios de expresión, y en ella justamente residie el secreto de la difícil sencillez que nos legara Tolstoi, o la diáfana claridad de Borges quien sin circunloquios verbales siempre nos demostró que no es lo mismo ser simple que sencillo. Un lenguaje críptico, con frecuencia entorpece la lectura, el lenguaje debe ser claro y preciso. Al escribir, cuan problemático puede en ocasiones ser lo obvio, y rersulta ser impresionante como los lugares comunes pueden degradar considerablemente un texto literario, no obstante, pueden ser usados como muletillas por el autor o buscando exagerar situaciones. Los riesgos que se corren al escribir, son numerosos y como le escuchara comentar a Eduardo Liendo, puede citarse a Santa Teresa como ejemplo, por aquello que, “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno” 3.
De nuevo citaré unas frases sobre el oficio de escribir, puestas en boca de una joven, personaje de mi novela Escribir en la Habana. “Para escribir yo no quisiera plagiar la realidad, esa está en la prensa... Yo no escribiré para relatar mis vivencias, una debe escribir para inventar la vida”4 . Fin de la cita.   Ednodio Quintero, ha descrito al novelista como un investigador que se asoma a los pasadizos del túnel de la novela, armado con la linterna del lenguaje 5. José Napoleón Oropeza también ha señalado que: “La grandeza de un creador está en su poder de sugerencia, en su inventiva y en ese don de convencer al lector de que aquello que está presenciando es pavorosamente real” 6. Por todas estas cosas, es la novela un género híbrido que permite, el mayor grado de aproximaciones; es un arte de imprecisas fronteras, el cual curiosamente al poseer  esa capacidad inquisitorial, y dada su sorprendente plasticidad, resulta ser muy vulnerable y está expuesto a los ataques de muchos aspirantes imbuidos de fanatismo religioso, de absolutismo político, y de positivismo científico.  Para Ednodio Quintero “La novela no es el lugar apropiado para la prédica, ni púlpito, ni Cátedra, ni tarima, es un espacio abierto, desolado tal vez, abismo a la intemperie, donde el escritor acompañado de su cómplice, puede desplazar los múltiples registros de su voz, donde le es permitido expresar su ansia por reconocer lo que aun le resta de humano, donde acepta, al fin, su parentesco con los dioses mortales, con el agua que corre y con el polvo estelar” 5 .

Una cosa es muy cierta. Para escribir bien hay que leer bien, y puedo decirlo citando un párrafo de Escribir en la Habana, decia “Leer siempre es difícil, es complejo, leer un libro es más complicado que leer un periódico... Un libro puede leerse dos o más veces, la literatura es para releerla... Lo que cada quien encuentre en los libros, depende más del lector que del autor, sobretodo del lector que sea capaz de releer”. 4  Una pregunta que la gente a menudo se hace, es: ¿Para quien se escribe? ¿A quien va dirigida la obra escrita? ¿Una novela se escribe pensando en quienes la van a leer? Muchos escritores dicen escribir para ellos mismos y eso en países como el nuestro debería ser la regla, puesto que los sistemas de divulgación o de comercialización de la literatura no son muy eficientes. Publicar una obra literaria en Venezuela es toda una proeza donde hay que luchar contra roscas, compadrazgos, tercos editores, y debe uno transarse con libreros que parecieran ser usureros, donde ni ganandose un premio de literatura, el escritor sin palancas tiene oportunidades de publicar; en estos avatars, y lo digo con experiencia, el nuestro, sigue siendo el propio país de las reputaciones consagradas. Esto es cierto y lo demuestra el hecho de que todos los escritores venezolanos tienen que ejercer otro oficio para poder sobrevivir. En la tierra de Bello y de Baralt da tristeza, pero es la verdad, lo cual no debe ofender a nadie, ya que es un hecho consumado.
Escribir para uno mismo es frecuentemente un producto obligado de las circunstancias. Ya lo decía Guillermo Meneses en uno de sus ensayos El hecho de ser escritor, “...No significa que el escritor tenga que  ser necesariamente un explicador, ni un maestro, como tampoco lo contrario, un hermético fabricante de fórmulas ininteligibles; cuando alguien escribe, necesariamente desea comunicar su experiencia, su razonar, su comprender”7 . Fin de la cita. Debo decir también que Meneses opinaba que en ese intento, el escritor siempre se compromete. En Venezuela existen una serie de personajes que se han destacado por lo inquisitivo de su pluma, o luchadores contra las dictaduras quienes plasmaron en libros sus guerras, no obstante, pareciera que el compromiso de nuestros escritores con sus ideales no ha sido excepcional y nuestra literatura ha sido bastante pacata. Sobre esto la referencia obligada se puede remontar al escándalo del Inquieto Anacobero, de Garmendia, o de de las noveletas de Argenis Rodríguez, sin comentar la onda de narrativa erótica, de Rubén Monasterios, aunque lamentablemente sea de cuestionable valor literario.
 ¿Porqué se escribe? ¿Para que? Si además es cierto que para algunos escritores, quienes se toman el asunto en serio, como un verdadero oficio, y buscan el perfeccionamiento de sus textos, escribir es un trabajo arduo, pésimamente remunerado, y difícil de dar a conocer en sus resultados... ¿Cual es la idea que se persigue con escribir literatura como un oficio? ¿Existe acaso una sola respuesta a la interrogante de, por qué se escribe?  Carlos Noguera ha dicho que “Se escribe porque no se puede no escribir. Se escribe para sustituir al mundo que nos ha tocado en suerte, y se escribe por juego y por goce. Y se escribe a la par por una inmersión inevitable en la muerte y por un insaciado anhelo de totalidad” 8.  Laura Antillano dijo una vez :“Lo que no entiendo de la vida, paso a entenderlo cuando lo escribo”9. Hay quien ha propuesto que una de las razones de la creación literaria es el deseo de trascender y yo creo que esta aseveración tiene visos de verdad. Ya les contaba al comienzo de esta charla como fue el temor a una enfermedad que me acercaría la hora de la muerte lo que me provocó el sentimiento de temer que mis vivencias personales de una época, terminasen en el olvido, y como fueron esas las razones que me llevaron a dedicarme a escribir como un oficio. Julio Cortazar en 1947 señalaba la diferencia entre “el hombre que existe para escribir y el hombre que escribe para existir” 10. Quisiera concluir esta charla con unas palabras de mi amigo, el escritor Eduardo Liendo, a quien debo el saber una buena parte de lo que les he comentado hoy : “Lo que más me fascina de la literatura es la posibilidad de ser otro, de ser yo y múltiple. Ser zorro y pez, nube y cometa, héroe y ratero, espuma y roca, eco y silencio... El escritor, por muy desamparado que se encuentre, por suicida que sea, es el amante preferido de la existencia. Por eso quizás su mayor desafío es vencer a la muerte con el filo de la palabra” 1.

Referencias bibliográficas

1:-  Liendo E.: Reflexiones de un Narrador. Dominios. Rev Univ Nac Exper R.M. Baralt,  9: 135-137, 1994
2:-  Quintero E.: Visiones de un Narrador. Universidad del Zulia. Ed. Rectorado, 1997.
3:- Liendo E.: Comunicación personal; en Talleres de Narrativa del CONAC, 1992,1993.
4:- García Tamayo J.: Escribir en la Habana. Ed. Fundación Gipuzkoa, San Sebastián, País Vasco,1994.
5:- Quintero E.: De Narrativa y Narradores. Universidad del Zulia. Ed. Rectorado, 1997.
6:- Oropeza J.N.: Para Fijar un Rostro. Ed. Vadell Hnos. 1984.
7:- Meneses G. : El hecho de ser Escritor. En “Espejos y Disfraces - Guillermo Meneses. Ed. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1981.
8:- Noguera C. : La prodigiosa Alquimia. Dominios. Rev. Univ. Nac. Exper. R.M. Baralt 9: 116-118, 1994.
9:- Antillano L. : Doble linea. Dominios. Rev Univ Nac Exper R.M. Baralt 9: 113-115, 1994.
10:- Alazraki J.: Cortazar o la Literatura como búsqueda humana. Ensayo en “Final de Juego”-Julio Cortazar. Ed. Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1995.


Maracaibo, o Toronto, pero para el blog en homenaje a Eduardo Liendo, el 3 de diciembre de 2016


No hay comentarios:

Publicar un comentario