lunes, 19 de diciembre de 2016

Pablo Lasala, el asbesto y musica de Racmaninoff


Pablo Lasala y el asbesto, con música de Rachmaninoff

Estaba escuchando el Concierto No 2 para piano y orquesta de Sergei Rachmaninoff y regresó a mi mente la imagen de Pablo Lasala, sentado en el piano Wurtlizer de mi casa, Los Arrayanes, en la avenida Santa Rita, en el Maracaibo de mi juventud… Éramos compañeros del bachillerato. Recuerdo a “el viejo”, tecleando sin acompañamiento orquestal y de oído, el concierto de Rachmaninoff que aprendimos a escuchar admirando a Marilyn en “The seven year itch”, la comezón del séptimo año. Recomiendo volver a ver el filme, no solo porque es, el de la emblemática secuencia del aire que asciende del subsuelo del metro para dejarnos ver las piernas de la hermosa Marilyn, sino por la inolvidable actuación cómica de Tom Ewell, el neuyorkino de “la comezón”.

A Pablo, puedo verlo como ayer, el primer día cuando lo vi ingresar en el autobús, de lentes, pantalón conto y tirantes, flaco y con apariencia desvalida. Después aprendí de sus crisis de asma que ellas mejoraban corriendo alrededor de la casa, según la explicación, aprendida de su padre, para provocar dilatación bronquial por efecto de la adrenalina secretada por las carreras. Pablo, quien tocaba a Rachmaninoff en el piano y con quien dibujábamos ciudades del futuro, cada uno por separado para discutir sobre ellas, cuando ya el germen de la arquitectura estaba floreciendo en él, y a quien por miedo a los números, no quise acompañar en sus estudios universitarios. Hace ya 15 años que nuestro compañero, Pablo, quien fue un destacado arquitecto, nos dejó. Pablo “el viejo”, recién graduado, ganaría el concurso para diseñar el emblemático edificio capitalino de La Previsora y años después sería el Decanato de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela(UCV) para dejar allí una huella imperecedera. Pablo era hermano de Aurora, ambos hijos del doctor Pablo Lasala, brillante odontólogo, profesor de la Escuela de Odontología de la Universidad del Zulia, quien había llegado a Maracaibo con su esposa la Señora Pablita y sus dos hijos, exiliados de la España de Franco, cuando recién nosotros estábamos terminando la escuela primaria.

Durante uno de doce años de mi ejercicio como director del Instituto Anatomopatológico de la UCV, tuve la oportunidad de volver a ver a Pablo, quien cumplía su gestión como Decano de Arquitectura y a quien le solicité auxilio y apoyo técnico en un intento por arreglar parcialmente un problema de contaminación con asbesto. Como patólogos, conocíamos de las alteraciones pulmonares y pleurales padecidas por los trabajadores que habían respirado niveles de asbesto bajos, en particular sabíamos del Mesotelioma, un cáncer de la pleura provocado por el asbesto (amianto) y estábamos conscientes de que este no aparece inmediatamente, sino que se manifiesta después de varios años, entre 20 y 40. Posiblemente todos estos detalles provenían de la historia de uno de nuestros héroes del cine. En aquellos años recién había fallecido Terence Steven "Steve" McQueen (1930-1980), y ya en  los primeros días de octubre de 1980, el propio actor McQueen confirmaría el rumor de que padecía de un mesotelioma pleural. Rumores sobre la enfermedad del actor circulaban desde hacía más de un año y la causa había sido atribuida a la exposición al asbesto sostenida durante filmaciones donde la protección sonora de los estudios se lograba usando asbesto, aunque se pensó igualmente que exposición de tipo masivo podría deberse a que en su época en la Marina norteamericana (antes de dedicarse a la interpretación) manipuló indiscriminadamente amianto "friable" (que desprende fibras con facilidad) utilizado como aislante de los motores y además había trabajado como estibador de puerto descargando minerales de amianto. Todo lo anterior habría que sumarlo a cuatro cajetillas de cigarrillos diarias que según se decía fumaba.

El asbesto en la construcción está conformado por una serie de minerales sumamente fibrosos constituidos por silicatos de hierro, aluminio, magnesio y calcio entre otros. Su presencia en edificios puede deberse a que un edificio se construyó o se reparó empleando asbesto o materiales que lo contienen, o porque se han introducido materiales conteniendo asbesto en edificios nuevos. Determinar su presencia o no en los edificios es fundamental para la salud de los trabajadores que los ocupen, y especialmente para los que intervengan en su reparación, remodelación o derribo ante la elevada contaminación ambiental que se puede producir al manipular materiales que contengan fibras de asbesto. En Venezuela los techos de asbesto-cemento fueron ampliamente usados en aplicaciones de vivienda, industria e institucionales hasta que se prohibió su fabricación hace más de 20 años por demostrarse que el asbesto era cancerígeno. Se empleaban principalmente láminas pesadas de onda alta.

Detectamos asbesto cubriendo los techos de algunos de los espacios del IAP-UCV y se hizo necesario saber si existía esta situación en otros de los edificios de la Universidad, los cuales realmente mostraban lo que detectamos como superficies aislantes de asbesto, especialmente en los techos, con frecuencia ya deshilachando fibras colgantes en techos que antes había sido ubicados en edificios y laboratorios de la UCV. Teníamos en el IAP un gran auditórium con un techo muy alto y desde abajo divisábamos las peligrosas estalactitas de asbesto. La única manera de reparar aquello era creando placas que aislaran el techo, una tarea difícil por la altura del mismo, pero no habría otra manera de hacerlo. El tema se tornó controversial en la UCV, hasta que finalmente se consideró como una necesidad y cumplimos con el apoyo de Pablo, nuestra labor de medicina preventiva.

Hace ya más de 15 años desde que regresé a mi ciudad natal, Maracaibo, pero Sergei Rachmaninoff sigue sonando y trayéndome el recuerdo de Pablo, así como también el de Marilyn y de Steve McQueen, y de este asunto que por primera vez relato, entre tantas de nuestras luchas en el IAP de la UCV donde siento que consolidamos toda una generación de patólogos, mujeres y hombre médicos especialistas, que destacan con brillo propio en todas las regiones del país nacional.

Toronto bajo cero, con recuerdos tibios de Maracaibo y de Caracas, en un 20 de diciembre del 2016.

Add. Pablo Lasala falleció el año 2001 y su trabajo tuvo gran influencia en las nuevas generaciones de arquitectos en Caracas. Sus dos hijas, Isabel y Ana son también profesionales graduadas en la Facultad de Arquitectura de la UCV y prosiguen la labor de su padre.

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