lunes, 26 de septiembre de 2016

Elysa "la esmeralda oriental" que vive de la luz





Elysa “la esmeralda oriental”  que vive de la luz

Existe una babosa marina que prefiere vivir de la luz del sol a tener que deambular por el fondo del mar en busca de comida, se le conoce como Elysia Clorótica, y tiene el aspecto de una hoja verde de la que sobresalen sus dos cuernecillos blandos como para recordarnos que no es un vegetal, sino un molusco de apenas seis centímetros. Las babosas de mar son moluscos que científicamente se conocen como nudibranquios, nombre que se les da por su cuerpo enrollado, debido a un proceso de torsión de 180º durante su desarrollo post-embrionario. Aunque se ignora todavía el porqué, este fenómeno ha permitido su supervivencia ya que los gasterópodos no torsionados, se han extinguido.

Elysia se alimenta de un alga llamada Vaucheria litorea de la que “toma prestados” sus cloroplastos que le proporcionarán un color intensamente verde por lo que también la llaman Elysia Chlorotica, también conocida como “elysia esmeralda oriental”. Este simpático molusco habita en las aguas saladas de toda la costa este de Estados Unidos, desde Nueva Escocia en Canadá hasta Miami. Desde 1970 se sabe que Elysia "roba" los cloroplastos del alga Vaucheria litorea y los incorpora a sus propias células digestivas. Los cloroplastos ingeridos siguen haciendo fotosíntesis durante al menos nueve meses, que es bastante más tiempo del que usan para funcionar en las algas. Este proceso de fotosíntesis, logrará producir en el interior de la babosa los carbohidratos y lípidos necesarios para su nutrición, sin que Elysia tenga que ir a buscarlos en su medio ambiente.

En la Universidad del Sur de Florida y en la Universidad de Maryland, College Park (EUA) han descubierto como es que una babosa de mar verde brillante puede vivir como una planta. El trabajo publicado en la revista The Biological Bulletin demostró que lo lograba alimentándose únicamente de la luz solar. Elysia Chlorotica se alimenta de los cloroplastos que le «roba» a las algas para llevar a cabo la fotosíntesis. The Biological Bulletin publicaría las primeras evidencias directas de como sucede esto mostrando en los cromosomas de esta babosa de mar verde brillante con aspecto de hoja algunos genes que provienen de las algas que se come, genes que ayudan al molusco a mantener los procesos fotosintéticos dentro de su intestino. Elysia la babosa, ha aprendido a digerir al alga sin dañar los cloroplastos, capaces de transformar la luz del sol en comida. Así los trata con cuidado y los integra en sus células digestivas, de tal modo que podrá vivir durante meses sin comer simplemente alimentándose de la luz del sol.

A los biólogos les intrigaba cómo era posible que la babosa fuera capaz de no digerir una parte del alga, que resultaba ser precisamente la que necesita para su propósito vital y vieron que este molusco de apenas seis centímetros tiene en sus cromosomas, genes del alga que son indispensables para mantener en buen estado los cloroplastos que le había robado.  Este se considera el primer caso de transferencia de genes funcionales de una especie multicelular a otra. 

Se sabe que las bacterias, organismos unicelulares, se intercambian genes entre ellas para mejorar sus posibilidades de supervivencia o para aumentar su resistencia a los antibióticos. Pero esta es la primera vez que este proceso se ha detectado entre seres más complejos y además de dos reinos diferentes. A este fenómeno se le denomina transferencia horizontal de genes, destacando la capacidad de Elysia para establecer una simbiosis, no con otro ser vivo como es lo habitual, sino con un organelo celular, lo cual conduce a preguntarse:  ¿cómo puede un gen que ha ingerido la babosa con un alga pasar a través de su sistema digestivo, y luego hacerse funcional al integrarse en su genoma?

Uno de los autores del estudio, Sidney K. Pierce, profesor emérito de la Universidad del Sur de Florida señalaba. "Este trabajo confirma que uno de los genes del alga necesarios para reparar los daños en los cloroplastos y mantenerlos en funcionamiento está presente en el cromosoma de la babosa, y más aún, el gen incorporado se transmite a la siguiente generación, así la descendencia sólo tiene que “robar” cloroplastos de las algas, ya que los genes para mantener los cloroplastos ya están presentes en el material genético que han recibido de sus progenitores”, aclaró Pierce. "Pareciera imposible que los genes de un alga funcionen dentro de una célula animal, y sin embargo, aquí lo hacen y permiten que el animal dependa de la luz del sol para su nutrición”. 

Maracaibo, 26 de septiembre del 2016

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