jueves, 8 de septiembre de 2016

Discurso en el 487 aniversario de la fundación de Maracaibo



DISCURSO DE ORDEN DEL 8 DE SEPTIEMBRE
487º Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Maracaibo
Teatro Baralt, Maracaibo, Estado Zulia.

Quiero agradecer la invitación que me ha hecho el Poder Municipal de Maracaibo, al otorgarme el privilegio de hablar ante Ustedes cuando estamos conmemorando el 487 aniversario de la fundación de nuestra ciudad.

Venía navegando desde Santo Domingo, Ambrosio Alfinger, un alemán que para aquellos día contaba tan solo con 29 años y había nacido a orillas del Danubio, cuando el día ocho de septiembre, del año 1529, decidió desembarcar en una playa bordeada de palmeras, en los linderos desdibujados años atrás por Juan de la Cosa, en lo que aparecía como la tierra firme, a la entrada del lago Coquivacoa.
“El cacique de carne desde el vecino cerro vio salir de las aguas unos hombres de hierro”. Así lo relataría Andrés Eloy Blanco unos siglos después... Allí, Alfinger decidió levantar una pequeña fundación al lado de una ranchería  y construyó varias casas frente a los palafitos de los indígenas, para proteger a los hombres que acompañaban su expedición.
Se  ha dicho que defendió a las indígenas, y que les prohibiría a las mujeres que ejecutasen los duros quehaceres que sus maridos les requerían, y dizque los sacudió a ellos de sus chinchorros donde reposaban, conversando y bebiendo chicha en medias taparas.
Ambrosio Alfinger, había sido nombrado Adelantado en Venezuela por su majestad Carlos V rey de España y emperador de Alemania quien les había otorgado a los Welser, en 1528, cuando tenía solo 28 años, para saldar una deuda con los banqueros alemanes, el territorio que se extendía desde Maracapana hasta el cabo de la Vela, en la Guajira…

 
Casi treinta años antes de eso, el 24 de agosto de 1499 don Alonso de Ojeda, de 31 años,  había descubierto este lugar. Udón Pérez varios siglos después nos diría:… “al hallarse de pronto con un lago de seda se quedó sorprendido don Alonso de Ojeda”. Así lo relataría nuestro poeta, y cuentan algunos, que Américo Vespucio quien venía en la expedición de Ojeda, ante los palafitos recordó a la Venecia del Adriático, aunque otros sospechan que Venecuela le decían los indios a la gran laguna… Como sea, de aquí de nuestro lago, proviene el nombre de Venezuela. Nuestro poeta Rafael María Baralt bautizaría la cuidad como “la tierra del sol amada”, y otro Américo, el doctor Negrette, en su autobiografía denominó a la capital de Zulia, “la ciudad de fuego”. Así somos, mucho sol y calor, sol y fuego de la tierra amada por el sol. Hoy he querido recordar algunas de estas cosas, cuando han transcurrido 487 años de la fundación de Maracaibo.

Pero no he venido a hablarles, de historia… Nací en “El Hospitalito”. Así le decían al hospital Chiquinquirá, al lado de la Basílica de La Chinita, en la parroquia de San Juan de Dios. En el mero Saladillo… En una de nostalgia podemos ponernos a recordar muchas cosas…  Yo por ejemplo, no puedo olvidar la casa de mi abuela, de dos pisos, a dos cuadras de RJ Villasmil, en una esquina de la Calle derecha. Así le decíamos a la calle Ciencias, pero…
 La «piqueta les cayó»… El año 1970, bajo el mandato de Caldera, prometiendo la llegada del progreso, destruyeron sin piedad la barriada de El Saldillo y más allá, si, más allá, y al echar al suelo los linderos geográficos del barrio más popular de Maracaibo” nos arrebataron un pedazo de nuestra historia y La Basilica, se quedó sola en el Saladillo. Ahora, quizás cuando se han disipado los muros que separaban a Santa Bárbara de la Chinita, frente a frente, a través de llamado “paseo Ciencias”, están hoy día,   y como dice la gaita,  “desde San Juan de Dios podéis rezarle a las dos camino a Santa Lucía”.

La gaita zuliana, la danza zuliana, el vals, la contradanza, el bambuco, y hasta las décimas han venido relatando la vida, las luchas, las alegrías y los pesares de los zulianos. Sobre nuestra música vale la pena escuchar a mi colega y amigo Rafael Molina Vilchez, Rafito quien sí sabe de música, y de otras muchas cosas. Algunas están en su libro “El zuliano ante el chiste y lo cómico”, y como tantas otras, conforman parte de lo que somos, de nuestra espontanea familiaridad, cosas que englobamos en la que llamamos la zulianidad.       Otra de nuestras gaitas también señalaba a La esquina de MacGregor”, decía, era lo más puro de lo antañón de la ciudad; y allí en la Plaza Baralt, desde que nací, durante toda mi infancia y juventud, estuvo, mi padre don Jesús García Nebot, trabajando al frente de su negocio, la Casa MacGregor hasta el 3  de abril del año 1975, cuando falleció.

Por esto es que, La Plaza Baralt, el Convento, los atlantes marmóreos de la Botica Nueva, y todos los avatares de los múltiples cambios estructurales y organizativos que ha padecido la Plaza, o Boulevard Baralt, me ha tocado angustiosamente verlos transcurrir, desde mi infancia y son recuerdos imborrables para mí, siempre soñando en que llegará el día en que nuestro  pueblo trabajador, más organizado, pueda ser el dueño de un verdadero poder autónomo, para tomar todas las decisiones que sean absolutamente trascendentales y permanentes, sobre todo lo concerniente a nuestra ciudad.

Me es fácil recordar cada viaje, cada recorrido “al centro”, en “carrito”, inicialmente “de a medio”, rodando por laberintos de calles tachonadas de incontables ventanas, protuberantes, entre paredes de colores intensos, alternantes, aceras con altos enlozados, gárgolas para escupir el agua desde los tejados, un tráfico, de momentos ruidosamente corneteante, las cosas de esta ciudad ardiente, ciudad de fuego, la el sudor salado, con cientos de marchantes y buhoneros, quizás vociferantes, como en un juego, todos gritando de lo más felices, entre rumores trepidantes, la música estridente y el gentío. Un pleamar de ir y venir emocionante, eso era, estar allí en el centro, estar allí de niño, en aquel impactante y caluroso ambiente, y como oleaje, percibir el embate de la gente, sus emociones, y su hablar salpicado de nuestras pintorescas expresiones…

En carrito de a medio desde niño y por mi cuenta, arribaba al teatro Baralt, para ver el cine en las funciones de matiné. Vi mucho cine en el Baralt. Fue aquí, donde en 1896 Manuel Trujillo Durán operaría la primera máquina cinematográfica. Aquí en el Baralt, me tocó a mí siendo niño cantar el himno a la alegría desde el escenario con decenas de estudiantes de otros colegios, y ya en la universidad, aquí conocí la magia del teatro, aquí vi a Cabrujas haciendo de Ricardo III...

Maracaibo necesita un teatro”, era una frase que durante muchos años le escuché a mí padre… Hemos crecido, sí, internamente,  ha ido evolucionando la ciudad, quizás no tan rápidamente, pero de algunas cosas podemos hacer cierto alarde. Tuvimos una Sociedad Zuliana de Conciertos que funcionó activamente durante más de 30 años, impulsada por Franz Wenger…   Fíjense. . . podemos ver cómo cobija aun nuestros sueños este cielo raso que en ArtDeco creó, según Sergio Antillano “el primer artista abstracto del país”. El hermoso plafond de Antonio Angulo, que tras la remodelación del teatro, Baralt está ahora a la vista de todos,     y es un lujo…

Nuestras dificultades han sido muchas, pero algo hemos avanzado. Sé que en la Alcaldía se trabaja tesoneramente para mantener una agenda cultural que refuerce nuestra identidad con estrategias pedagógicas en las áreas de música, de lectoescritura y otras. Fundabiblioteca con “Háblame de Maracaibo” ha creado un Concurso abierto para reforzar hábitos de lectura en los niños y jóvenes bachilleres participantes, proyectos estos, que sin duda van a beneficiar a Maracaibo y su gente. Como otros muchos…

Nuestra idiosincrasia y el llamado regionalismo zuliano, ha sido un eterno combate contra el agobiante centralismo… En 1858, el General Vicente Herrera, concibió en Santander, Colombia, la idea de crear el Estado Soberano del Zulia, con la Provincia de Maracaibo, varios estados de Los Andes venezolanos, y con el territorio de la antigua Provincia de Santander y parte de la de Ocaña. Seis años más tarde en 1864 pasamos a ser estado Zulia y a los 2 años ya teníamos incorporados a Mérida, Trujillo, Táchira y Falcón.
Las ideas independentistas venían desde 1810, con José Domingo Rus. Luego, Jorge Sutherland de Presidente del Zulia creó su Estado Soberano, y tras la revolución azul llegaría Venancio Pulgar, quien siendo desde 1870 el presidente del Zulia, entre otras muchas cosas en 1872 incendiaría La Villa del Rosario de Perijá…  Era la época de Guzmán Blanco, y  entre 1870 y 1877 al puerto de Maracaibo le quitaron su Aduana, el centralismo a la carga de nuevo, y afortunadamente la Aduana fue devuelta por Linares Alcántara en el 78, pero ya en el 79, siendo Venancio gobernador del distrito Federal estaría de regreso Guzmán Blanco en 1881. Guzmán, quien en su obsesión de convertir a nuestra ciudad en playa de pescadores, creó el estado Falcón-Zulia y mudó la capital del Zulia a Casigua, y luego a Capatárida. Una anormalidad que duró hasta 1890 cuando el presidente Andueza Palacios le restituyó a Maracaibo su condición de ciudad capital de Zulia.

La Universidad del Zulia, que se fundó en 1881 sería cerrada en 1904 durante la dictadura de Cipriano Castro. Así nacería “La generación de los principios” y el “Centro Científico de Estudiantes” donde Jesús Enrique Losada y otros zulianos,  batallarían durante años para lograr la reapertura de la Universidad del Zulia, hasta que finalmente, en 1946, sería aprobada por la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt.



Les cuento algo que le escuché relatar a mi padre varias veces… En 1936, cuando Humberto Fernández Morán, era un niño que todavía usaba pantalón corto y estudiaba en la “Casa de Morales” (allí funcionaba el Colegio alemán), tenían una maquinaria sin funcionar en una cervecería de  Maracaibo y decidieron darle al muchacho los planos - en alemán - de aquella máquina paralizada, para ver si él podía entenderlos,… y al día siguiente, -nos contaba papá-, el muchachito la había puesto a funcionar. Seguidamente, mi padre nos decía: "Quien habla dos idiomas, vale por dos personas"; para informarnos de inmediato, que el sabio zuliano hablaba más de catorce idiomas. Estas cosas, las digo y me llevan a insistir, ante los jóvenes zulianos, que tienen que empaparse de lo importante que es estudiar, que tienen que estar preparados para los retos que se avecinan. El mundo está cambiando de manera vertiginosa y no se vale perder el tiempo…
Conocemos la historia del sabio zuliano, el inventor del cuchillo de diamante, quien creó el IVIC y descubrió las partículas elementales de las mitocondrias, y sabemos que nunca pudo regresar a trabajar en su tierra, por motivos políticos. Nos queda como legado su ejemplo, para todo el país. Así también fue despedido de su medicatura rural Américo Negrette por denunciar epidemias de encefalitis, o de mononucleosis en nuestra región, por decir verdades, pero como respuesta, creó el Instituto de Investigación Clínica de La Universidad del Zulia y una revista científica (Investigación Clínica) que es la más antigua y la más  importante del país.

Hay que hacer de la política, un arma para el progreso y lejos de escapar de los conflictos, la juventud hoy día debe estudiar mucho y preparase en todos los campos del saber para ser,  los mejores.  Siempre viene a mi mente Andrés Eloy con aquello de… “lo que hay que dar es un modo de no tener demasiado y un modo de que otros tengan su modo de tener algo. Trabajo es lo que hay que dar, y su valor al trabajo”

Hace 48 años, en agosto de 1967 en el Hospital Universitario de Maracaibo se practicó el primer trasplante de riñón en el país y denominaron a Maracaibo, la capital científica de Venezuela. Hasta 1999, éramos líderes en trasplantes de riñón. Ahora, ya no, y cada vez estamos peor, presenciando como todos los hospitales e instancias de salud del país viven en una situación absolutamente caótica… No quiero continuar por este camino, pues conocemos la realidad política que vive el país y esta es una noche cuando debemos estar felices para celebrar a Maracaibo en paz.

He querido recordar, quizás fastidiosamente algunas de estas situaciones porque siento que entre nosotros, abundan, se repiten, pero creo que son claves para entender el muchas veces mal interpretado, “regionalismo zuliano”. Ese regionalismo es una convicción que parece eternizada, y se revive al escuchar el doloroso estribillo de Maracaibo marginada y sin un real”. Así vemos esta lucha permanente, como es parte de nuestra historia y siempre la hemos percibido en un incansable combate ante centralismo.

Durante nuestros únicos 40 años de democracia, los únicos que ha tenido nuestra nación, reiterando las palabras de Luis Castro Leiva repetiré que: “el pacto de Punto Fijo fue la decisión política, moralmente más importante y constructiva de toda nuestra historia”… Entonces se dio el traslado de las competencias de poderes a los estados, y vivimos la elección estadal de gobernadores, y ya casi parecía que la pesadilla del centralismo iba a terminar y que seríamos una verdadera República Federal… ¡Pero no!         Los errores de nuestros políticos nos han conducido a vivir durante 17 años la más grave crisis social, política y económica de nuestra historia. Una verdadera tragedia, y sabemos, cómo dijera Lolita Aniyar el año 2009, que tenemos un enemigo plagado de estrategias y de poderes”, pero como ella misma nos sugería, no debemos improvisar. Debemos persistir en la idea de que hay que planificar para hacer bien las cosas, y de que hay que trabajar, muy duro, convencidos todos de que solo así, podremos salir adelante.

Hace casi 20 años, en diciembre de 1997, estaba viviendo en Caracas, y me correspondió venir a Maracaibo, y decir unas palabras en representación de “los escritores publicados” cuando gracias a los buenos oficios de Jesús Ángel Parra, en la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Estado, bautizaban entre otros libros, mi segunda novela titulada “La Peste Loca”. Casi al final dije..., esperanzado, dije… “Quizás el cielo límpido de nuestra “Ciudad de Fuego”, continuará brillando en las noches del próximo siglo, cuando la luna “se encumbra y un cielo azul de porcelana alumbra, y en el lago sin brumas, la onda medio caliente, entumecida, coronada de espumas, soñando melancólicaseguirá recordándonos a Yépez.
En  realidad,  después del holocausto ecológico al que ha sido sometido, … nuestro “lago de los poetas” ya no es el mismo que soñara Lossada cuando escribió: siglos yo pasara bordando quimeras, cual monje que escucha celestes bandolas, bajo tus paraguas de azules palmeras, con la desmayada canción de tus olas”... Ahora la ciudad de las palmas está ante un lago más contemporáneo, más contaminado... Quizás, el lago del poeta Guillermo Ferrer, quien dijo: “el alcatraz ha muerto, las gaviotas se fueron, en las palmeras sube la savia del petróleo”, y nos duele repetir como Ismael Urdaneta que “la alberca de zafiro se hizo  tina  de aceite”.


Debo concluir, ante estas realidades, regresando para reflexionar y a pesar de todo, creo sentir con ustedes, que no hay que perder las esperanzas… Quizás deberíamos comenzar a pensar desde ya, en la construcción de paneles solares para no quemar nuestro petróleo buscando generar electricidad, son millones los que se invierten quemando gasoil en plantas termoeléctricas para generar energía en vez de utilizar nuestro sol, ¿no somos acaso la “tierra del sol amada?”, o mejor, ¿por qué no, soñar hacia el futuro, con un puerto de aguas profundas? Les invito a imaginar un gran puerto, ubicado en una orilla del Golfo de Venezuela. Un puerto que deberá valer para que el petróleo le llegue a los barcos, desde el sur del lago y desde la costa oriental, por tuberías, … y así, que desde ese puerto en el golfo, puedan zarpar los tanqueros que irán por los mares del planeta para que volvamos a ser líderes en la producción de hidocarburos. Así será, y tal vez, al funcionar desde el Golfo, ya no necesitaremos el dragado de la barra, y regresará el lago de Coquivacoa, a ser el de nuestros abuelos. Volverá nuestro lago, a ser el reservorio de agua dulce, más grande de Latinoamérica. Así, la flora y fauna lacustre paulatinamente se recuperarán, y podremos ver brillar el cielo por las noches, y volveremos a decir,   como Marcial Hernández, que “ni aun el ímpetu de los huracanes puede apagar el simbólico Faro del Catatumbo”, porque “El Zulia entre la noche relampaguea”.

Muchas gracias

Jorge García Tamayo
Maracaibo, 8 de septiembre del año 2016

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