miércoles, 25 de mayo de 2016

"Tiempo de silencio" de Luis Martín-Santos




TIEMPO DE SILENCIO

Tiempo de silencio es una novela escrita por Luís Martín-Santos (1924-1964), publicada por primera vez en 1962 por la editorial española Seix Barral. Fue la única novela completa de Martín-Santos a causa de su prematura muerte en un accidente de tráfico a los 40 años de edad. Dejó inacabada otra obra, Tiempo de destrucción que fue publicada en 1975. En 1970 se publicaron varios relatos suyos bajo el título de Apólogos.

Luis Martín-Santos Ribera, fue un escritor y psiquiatra, nacido en la ciudad de Larache, en el protectorado español de Marruecos, en 1924. Crecería en San Sebastián, Gipuzkoa desde 1929. Estudió medicina en Salamanca y se graduó con honores en 1964. Doctorado en Madrid entre 1946 y 1949 se relacionó con los psiquiatras Juan José Lopez Ibor y Carlos Castilla del Pino y se especializaría en Alemania. En 1951 ganó por oposición la plaza de Director del Psiquiátrico Provincial de Gipuzkoa donde se dedicó fundamentalmente al estudio del alcoholismo y sus diferencias con la esquizofrenia. Ingresó al PSOE y fue detenido por primera vez en Pamplona a mediados de marzo de 1956, y en luego en 1958. En marzo de 1963 su coche se estrelló contra un camión, cerca de Vitoria. 
 
La novela situó al autor en la historia de la literatura en español  ya que la misma ha sido considerada clave en la evolución de la literatura española del siglo XX. Su fecha de publicación, 1962, se considera como un año de inflexión que abre un proceso de cambio en las letras españolas. Tiempo de silencio fue incluida por el periódico español El Mundo entre las 100 mejores novelas en español publicadas en el siglo XX.  

La historia de Tiempo de silencio cuenta la vida de un hombre, un joven médico que quiere ser investigador en el Madrid de finales de la década de los años 40 y vive en una pensión soñando con descubrir la cura del cáncer. La situación económica y social  es deprimente y las investigaciones sobre el cáncer y en particular los estudios experimentales son para la época, una quimera. Pero existían unos ratones traídos desde los Estados Unidos que se morían. Amador, el ayudante de laboratorio de Pedro le había regalado algunos de los ratoncitos a un pariente  apodado, el Muecas quien había  logrado con ayuda de sus hijas criar los ratones en su chabola. Para poder continuar su  investigación, Pedro y Amador  visitarán la chabola de El Muecas para comprar algunos de los ratones. La vida en los bajos fondos de Madrid estará retratada crudamente.  Viven todos en una pobreza e incultura impresionante. El Muecas acudirá a Pedro en su condición de médico, porque su hija mayor, Florita se desangra debido a un aborto que su padre le ha practicado en casa y la chica morirá mientras Pedro intenta salvarla, pero él,  inexperto ejerciendo la medicina  será perseguido por la policía, que acabará  por llevarlo preso. La madre de Florita defenderá la inocencia del investigador al afirmar que la chica ya se había desangrado cuando Pedro llegó. El joven regresará entonces a su vida en la pensión, donde las mujeres que la regentan pretenden que se case con la más pequeña, Dorita. Sin embargo, Cartucho, un personaje violento de las clases más bajas, está convencido de que Pedro había embarazado a Florita y la había dejado morir y decidirá vengar la muerte de su novia asesinando a Dorita durante una verbena a la que ella asistía con Pedro. La obra recorre diversos ambientes y lugares de Madrid, deteniéndose y ampliando los sucesos objetivos con monólogos interiores de los personajes, con descripciones, y reflexiones del narrador, quien usará referencias intertextuales y culturales. Se muestran los prostíbulos madrileños, la vida cultural de los Cafés de la época, la pobreza de la clase media, contratando con la vida burguesa y la miseria de la vida de los pobladores de los barrios marginales de Madrid. 

La novela se compone de 63 párrafos-secuencias separados por un espacio sencillo sin numeración ni título, por lo que el lector no tiene indicio de lo que se va a narrar ni de quién lo hace hasta comenzar a leer las primeras líneas de cada parte. Luis Martín-Santos utiliza entonces diversas técnicas narrativas: el monólogo interior por el que se escucha el pensamiento de uno o de varios personajes -a veces sin solución de continuidad y sin ir más allá de lo que puede existir en la mente de ellos, recurso este que es una de las más claras influencias de Joyce. Las reflexiones del narrador quien adopta el enfoque de narrador omnisciente para realizar críticas anexas a la propia narración de hechos. El autor reflexiona sobre diversos temas, como Goya, los toros, Cervantes, la revista o la magistral crítica a la ciudad de Madrid. El perspectivismo narrativo, mediante el cual podemos contemplar los mismos hechos desde las perspectivas de los distintos personajes. La descripción irónica superlativa y grotesca, ejemplificada en denominar las chabolas “los soberbios alcázares de la miseria".
Luis Martín-Santos buscó y consiguió modificar los modos imperantes en la literatura de la primera mitad del siglo XX y de la posguerra española, tanto en la sintaxis, como en el léxico, y en particular por el uso de recursos de estilo conscientemente, para romper con un realismo caracterizado por formas decimonónicas que necesitaba superar el realismo social. El autor, utilizará un lenguaje barroco con una sobreabundancia de  vocabulario científico, culto, metafórico y adornado con numerosas figuras retóricas clásicas. La estética del lenguaje se transformará en la protagonista rebasando la propia trama argumental. El lenguaje de esta obra convierte una historia sencilla en una obra de notable complejidad y de gran exigencia artística que requiere de un lector culto para su comprensión. La complejidad lexical es notable y la abundancia de matices genera la necesidad de interpretar la polifonía del lenguaje con una lectura llena de ironía.  

En palabras de Alfonso Rey: «Tiempo de silencio es una novela neobarojiana, con situaciones, ambientes, personajes o preocupaciones propios de Baroja».  La primera gran influencia de Tiempo de silencio, fundamentalmente por su temática es don Pio Baroja. La segunda gran influencia es James  Joyce  por el estilo con el empleo del tiempo y la voz narrativa o el uso de estilo indirecto libre y el recurso del monólogo interior. Las descripciones sobre la ciudad y la introspección de los personajes, son también aspectos que recuerdan al Ulises.

Aunque terminada a finales de 1960, la novela fue publicada en 1961 por Seix Barral  con veinte páginas censuradas, cuatro capítulos y un fragmento de ambiente prostibulario. La misma editorial realizó otra edición en 1965, ya muerto el autor, que recuperaba fragmentos censurados. Partiendo de esta segunda edición se sucedieron otras diez ediciones. Si bien en esta segunda edición se habían recuperado los materiales censurados, son otros fragmentos los que se modificarán y también censurarán. La decimocuarta impresión, de 1980, se conoce como la edición definitiva y pretende restaurar todas las partes eliminadas por la censura, pero recoge erratas de anteriores ediciones y muestra variaciones textuales, por lo que no es tampoco fiel a los contenidos iniciales pues lamentablemente no se conserva el original mecanografiado…
 
Tiempo de silencio fue llevada al cine español en una película dirigida por Vicente Aranda en 1986 protagonizada por Imanol Arias, Victoria Abril, Charo López y Francisco Rabal sobre la novela homónima de Luis Martín Santos.  

Conocí de esta novela hace ya casi 30 años gracias a mi amistad con Eduardo Blasco Olaetxea y su relectura siempre me lleva a pensar sobre la importancia del tratamiento del lenguaje en la literatura contemporánea. Ahora, mis conexiones familiares con Euskadi y con Gipuzkoa en particular puede ser que influyan en mis opiniones, pero les aseguro que vale la pena conseguir la edición de Seix Barral con los ratoncitos en la portada que es la definitiva. Vale la pena leerla.
 
Maracaibo, 24 de mayo del año 2016

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