Desde su
creación, nuestro planeta ha recibido los impactos de estos viajeros
espaciales, en algunos casos con apocalípticas consecuencias. Esto y algo más,
revisaremos hoy en lapesteloca.
La historia conocida como “Chicxulub, el principio del fin de los
dinosaurios”, hace tiempo fue examinada en este blog. (https://surl.li/obqrta), y aunque está claro que los dinosaurios no
desaparecieron a causa de un sólo impacto, sino de una lluvia de meteoritos que
se prolongó durante miles de años, recientemente la Agencia Espacial NASA,
lanzó un programa que tiene como objetivo vigilar esos objetos cercanos a la
tierra para crear un sistema de advertencia sobre futuros posibles impactos.
El cráter Boltysh o cráter Bovtyshka es un impacto en el Kirovohrad
de Ucrania, cerca del pueblo de Bovtyshka, tiene 24 kilómetros de diámetro y está
rodeado por un manto de brechas expulsado que se conserva en un área de 6.500
kilómetros cuadrados. Su edad de 65,17 ± 0,64 millones de años, según las
técnicas de datación con argón,
está dentro del error del cráter
Chicxulub en México y del límite Cretácico-Paleógeno (límite K-Pg). El impacto de Boltysh
probablemente ocurrió varios miles de años después de Chicxulub, lo que sugiere
que el evento de extinción puede haber sido impulsado por múltiples impactos de
meteoritos durante un período prolongado de tiempo hace unos 65 millones de
años.
El 30 de junio de 1908 los cielos de Siberia oriental se
iluminaron con un resplandor nunca visto. Apenas unos segundos después, una
enorme explosión equivalente a la fuerza de un terremoto de magnitud 8 en la Escala Ricther (el máximo
es 9) a una distancia de entre 5 y 10 kilómetros del suelo provocó una onda que
arrasó con un terreno de más de dos kilómetros cuadrados. Los primeros en
llegar pudieron ver los árboles calcinados y arrancados de cuajo sobre la
superficie. Bautizado como el evento Tunguska, por el nombre del río que cruza la zona, se
trata de la mayor explosión venida desde el espacio registrada en la Edad
Moderna y aún un quebradero de cabeza para los científicos. De manera que Tunguska, podía verse como “un
aviso” en nuestro tiempo…
De hecho, aunque la teoría
más aceptada era que ese cuerpo, de entre 50 a 190 metros de longitud, había
explotado en el aire, un reciente estudio afirmaba
que tan solo nos había 'rozado' y había pasado de largo. 112 años después lo
que pasó en aquella mañana sobre los cielos de Siberia sigue siendo un
misterio.
Nuestro planeta recibe anualmente miles
de “visitas” desde el espacio (algunos expertos calculan que hasta 17.000 al
año), algunas de ellas con consecuencias casi apocalípticas. El proyecto
conjunto entre la NASA y el Laboratorio de Física Aplicada de
la Universidad Johns Hopkins,
administrado por la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA
recibe el nombre de DART, (que significa "dardo").
DART fue una misión
espacial de la NASA destinada
a probar un nuevo método de defensa planetaria contra objetos próximos a la Tierra,
cuando deliberadamente, se estrelló una sonda
espacial contra el asteriode Dimorphos,
satélite de Didymos, para probar si
la energía cinética del impacto
de una nave espacial podría desviar con éxito un asteroide en curso de colisión
con la Tierra. 1
Lo
cierto es que la misión DART puso en el foco la amenaza de los
asteroides y la preocupación de las principales agencias espaciales por los
peligros que puedan llegar desde el espacio. No obstante, Dimorphos,
la roca contra la que impactaría con
éxito la sonda de la NASA para demostrar que la humanidad
posee una tecnología capaz de desviar un asteroide,
no representaba ningún riesgo para la Tierra.
El
ejemplo más claro que tenemos, sigue siendo la ya mencionada historia del
meteorito que hace 66 millones de años desencadenó una extinción masiva que
acabó con el 75% de las especies y el reinado de los dinosaurios. La roca de
unos 12 kilómetros de diámetro, impactó en lo que hoy es Chicxulub,
en la península de Yucatán, derritiendo la superficie con una explosión 10.000
veces superior a todo el arsenal atómico que existe en el mundo actual. La
brutal colisión cambió el clima de la Tierra durante al menos dos años,
provocando desde erupciones volcánicas
masivas y tsunamis nunca vistos en
la historia moderna, según señalan diferentes estudios.
Los
expertos coinciden en que, si una roca espacial de estas dimensiones se
dirigiera a la Tierra, poco o nada se podría hacer, al menos con la tecnología
actual. A pesar de ello, que fuera tan grande también tendría sus ventajas: los
observatorios podrían detectarlo antes y ofrecernos un tiempo considerable para
reaccionar. Asi que, de momento, tranquilidad: no se ha hallado ninguna roca
cercana tan grande que vaya a impactar al menos en los próximos 100 años.
Nuestra
atmósfera es la encargada de protegernos de estas rocas espaciales, que en su
mayoría acaban quemados y ni siquiera llegamos a notarlos. Sin embargo, hay
veces en las que esta capa protectora natural no es suficiente para frenarlos.
Un ejemplo es el meteorito que estalló sobre el cielo de la localidad rusa de Chelyabinsk:
su poder destructivo, comparable a 600.000 toneladas de TNT, provocó más de
1.000 heridos y daños en centenares de casas. Y eso que tan solo medía 19
metros de diámetro. Conocido
también como el bólido de Cheliábinsk fue un evento meteórico
ocurrido durante la mañana del 15 de febrero de 2013 en la ciudad homónima, ubicada en Rusia,
en la zona sur de los Urales,
aproximadamente a las 09:20 hora local.
El meteoroide sobrevoló
varias provincias y la ciudad de Cheliábinsk en
el momento de entrar en la atmósfera terrestre, hasta
impactar a 80 km de dicha localidad. Alcanzaron el suelo entre 4000 y
6000/kg de meteoritos, incluido un fragmento de unos
650 kg que fue recuperado posteriormente en el fondo del lago Chebarkul por
un equipo de la Universidad Federal de los Urales.
Un
estudio posterior reveló que tres cuartas partes del meteoroide original se evaporaron
durante una explosión ocurrida a 30 kilómetros de altura. Y de lo que quedó, la
mayor parte se convirtió en polvo. Solo un pequeño trozo, con una masa de entre
4.000 y 6.000 kg (o lo que es lo mismo, el 0,05 por ciento del meteoroide),
cayó al suelo en forma de meteoritos. El mayor de los restos encontrados pesa
unos 650 kg.
En
Maracaibo, el viernes 8 de agosto del año 2025
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