Es de todos conocida la reproducción sexual, la
cual consta de: un óvulo y un espermatozoide. Cada uno proporciona la
información genética necesaria para crear un organismo vivo. En cambio, en la partenogénesis el cuerpo halla una
forma única de remplazar los genes que suele aportar el esperma.
La
palabra “partenogénesis” procede de
dos lexemas griegos que significan literalmente “creación virgen”. La gran mayoría de los animales necesitan
aparearse para tener descendencia. Pero un pequeño subgrupo de animales puede
tener crías sin aparearse y este proceso, es llamado partenogénesis, por el
cual se permite que criaturas como las serpientes de cascabel o las abejas
melíferas tengan los denominados “nacimientos
virginales”.
La partenogénesis es
una forma de reproducción basada
en el desarrollo de células sexuales femeninas (óvulos) no fecundadas, que se da con cierta
frecuencia en platelmintos, rotíferos,
tardígrados, crustáceos, insectos, anfibios y reptiles, más raramente en algunos peces y,
sobre todo, en aves.
La partenogénesis fue descubierta por Charles Bonnet. La
partenogénesis en las abejas es un tipo de reproducción asexual donde los
huevos no fecundados se desarrollan en zánganos(machos). Jan Dzierżon fue el primero
en descubrir el origen partenogenético de los zánganos de
las abejas.
La
partenogénesis consiste en la segmentación del óvulo sin fecundar, puesta en marcha por factores ambientales, químicos, descargas
eléctricas, etc. En algunos casos (se ve en los peces), y
los referimos como geitonogamia, se requiere el contacto o la
fusión con un gameto masculino, pero no se completa la fecundación, no
contribuyendo con sus genes la célula masculina. En algunos animales y bajo
ciertas condiciones específicas, un óvulo puede desarrollarse en un nuevo ser
sin que haya sido fertilizado por un espermatozoide y el producto, llamado partenote,
no podrá llevar cromosomas específicamente
masculinos.
Los ovarios producen los óvulos mediante un proceso complejo llamado meiosis, en el que las células se multiplican, se reorganizan y se separan. Estos óvulos solo contienen la mitad de los cromosomas de la madre, con una copia de cada cromosoma. (Estas se denominan células haploides; las células que contienen dos copias cromosómicas se denominan células diploides). El proceso de la meiosis también genera un subproducto: células más pequeñas llamados corpúsculos polares, diferentes del óvulo fértil.
En una versión de la partenogénesis denominada automixis, un animal puede combinar un corpúsculo polar con un óvulo para producir crías. Este proceso, que se ha documentado en tiburones, mezcla ligeramente los genes de la madre para generar crías que son similares a la madre, pero no clones exactos. En la mayoría de los organismos que se reproducen del primer modo, por automixis, las crías suelen recibir dos cromosomas X de su madre. Los dos cromosomas X, el almacén genético primario vinculado al sexo, solo producen crías hembra. En otra forma de la partenogénesis, la apomixis, las células reproductivas se multiplican mediante la mitosis, un proceso en el que la célula se duplica para crear dos células diploides, una especie de copipega genético. Como estas células nunca se someten al proceso de mezcla de genes de la meiosis, las crías producidas de esta forma son clones de su progenitor, genéticamente idénticas. Esta forma de partenogénesis es más habitual en plantas.
Pero en casos raros, de animales como los áfidos, se pueden producir crías macho fértiles que
son genéticamente idénticas a su madre salvo por la falta de un segundo
cromosoma X. Estos machos suelen ser fértiles, pero como solo son capaces de
producir esperma que contiene cromosomas X, todas sus crías serán hembras. Durante
millones de años, los animales se han reproducido mediante la partenogénesis,
que surgió en los organismos más pequeños y simples. En animales más
avanzados, como los vertebrados, los científicos creen que la capacidad de
reproducirse de forma asexual apareció como último recurso para especies que
vivían en condiciones adversas. Esto podría explicar por qué la partenogénesis
es posible en tantas especies desérticas e insulares. La mayoría de los
animales que procrean mediante la partenogénesis son invertebrados pequeños,
como las abejas, las avispas, las hormigas y los áfidos, que pueden alternar
entre la reproducción sexual y asexual.
La
partenogénesis se ha observado en más de 80 especies de
vertebrados, casi la mitad de las cuales son peces o lagartos. Es raro que los vertebrados complejos como los
tiburones, las serpientes y los lagartos grandes recurran a la reproducción
asexual… Como es difícil saber con qué frecuencia se da la partenogénesis en estado
silvestre, muchos de los “primeros casos” de reproducción asexual se han
documentado en animales en cautividad. Entre los vertebrados que gozan de
reproducción sexual, el nacimiento a través de madres vírgenes, también
conocida como partenogénesis se ha
descrito en animales como los dragones de Komodo, cocodrilos, las aves y los
tiburones, todos ellos en cautividad. Para los vertebrados, ya sea en el medio natural
o en cautividad, estos “partos virginales” son fenómenos raros desencadenados
por condiciones inusuales.
No se
conoce ningún mamífero que se reproduzca de este modo porque, a diferencia
de organismos más simples, los mamíferos dependen de un proceso que se ha denominado impronta genética. Como si fuera un
sello molecular, la impronta etiqueta se basa en qué genes son de la madre y
cuáles son del padre. En mamíferos como los humanos, esto quiere decir que determinados genes
se activan o se desactivan según el progenitor contribuyente. Si solo hubiera
un único progenitor, algunos genes no se activarían, lo que imposibilitaría
tener crías viables. Sin embargo, la partenogénesis se ha inducido de forma
experimental en varios mamíferos, como los conejos.
Un estudio del biólogo Stand Warren, de la Universidad de Tulsa
(Oklahoma) ha arrojado una luz sobre un mundo oscuro hasta el momento. En las
poblaciones de varios tipos de serpientes no se daba de forma extraña este
fenómeno. Una
primera hipótesis apuntaría a la imposibilidad de estas a reproducirse de otras
formas. Stand afirmó que la hembra en la cual se dio el caso era más pequeña
que el resto del grupo, con lo que podría haber sido discriminada por los
machos en favor de otras con mayor tamaño. Otros científicos han sugerido que
la partenogénesis es un tipo de error de reproducción aleatoria. Stand está
investigando la posibilidad de que una bacteria o un virus sea el detonante de
esto.
Otro misterio reside en el número de crías por camada, pues las
“madres vírgenes” solamente tienen una, mientras que, en un parto normal,
existirían entre 6 y 9 y hasta 20 en las Cottonmouth. Además de esto, la
coincidencia ha llevado a que ambos vástagos han sido machos. También es desconocido por el momento si los
animales nacidos por partenogénesis se pueden reproducir normalmente o si tienen
partos virginales. La descendencia partenogenética a menudo presenta
anormalidades o muerte temprana. Esto no debería sorprender a nadie, puesto que
según dijo Booth, "esta es una forma grave de la
endogamia".
Hasta el momento, la partenogénesis sólo se ha observado entre
tiburones, reptiles y aves (que están estrechamente relacionados con reptiles).
En los mamíferos no se cree que sean capaces de ello, ya que su reproducción
requiere copias de genes de ambos padres. Veamos un insecto… En el pulgón
verde, la máquina de reproducción es la más eficiente de la naturaleza. Lo que
ves no es un solo insecto… Son tres generaciones unidas en un solo cuerpo. Nace
con sus hijas… y sus nietas también. Un pulgón recién nacido ya puede estar
preñado. En su interior se desarrollan las hijas no nacidas, ¿y dentro de
ellas? Nietas aún más pequeñas. No necesitan machos. Los pulgones pueden
clonarse mediante partenogénesis,
evitando por completo el apareamiento. En una sola temporada, un solo pulgón
puede dar lugar a miles de millones. No espera a crecer. No espera a amar.
Simplemente crea vida, una y otra vez. Porque en un mundo lleno de
depredadores, la velocidad es la clave de la supervivencia.
Maracaibo,
miércoles 9 de julio del año 2025
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