martes, 20 de febrero de 2024

Cesare Lombroso


Cesare Lombroso, Ezechia Marco Lombroso, o Cesar Lombroso (1836-1909) fue un criminólogo y médico italiano, fundador de la escuela de criminología positivista, conocida en su tiempo también como la Nueva Escuela (Nuova Scuola). Lombroso nació en Verona, en aquel entonces perteneciente al Imperio Austriaco, en el seno de una rica familia judía. De un ingenio muy precoz; a los quince años publicó Sàggio di studi sulla Repubblica Romana (1850), donde establecía las diferencias entre la civilización romana y la italiana de su tiempo. Su genialidad quedaría revelada en el estudio de la antropología, con un interés particular por la psiquiatría.

En 1852 se inscribió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pavía, y se graduó en 1858. Su tesis trató del cretinismo endémico. En 1866 fue nombrado profesor extraordinario en la Universidad de Pavía y en 1871 asumió la dirección del manicomio de Pésaro. En 1871 fue profesor de medicina legal en la Universidad de Turín, ciudad en la cual fundó la disciplina de la antropología criminal.

Posteriormente fue profesor de psiquiatría en la Universidad de Pavia y director del manicomio de Pesaro. Ocupó las cátedras de medicina legal e higiene, de psiquiatría y de antropología criminal en la universidad de Turín. Escribió El hombre delincuente (1876) y La mujer delincuente (1893). En estos libros sostuvo que la criminalidad representa un fenómeno biológico producto de la degeneración, identificable a partir de la fisonomía, induciendo la creación de una escuela de antropología criminal, de donde se desarrolló la criminología.

Según Lombroso, "El criminal es un ser atávico que reproduce en su propia persona los instintos feroces de la humanidad primitiva y los animales inferiores". Lombroso afirmaba que algunos criminales representaban un retroceso a etapas pasadas y más primitivas de la evolución del ser humano. Según él, los criminales natos eran distinguibles por la presencia de una serie de anomalías físicas y mentales.
Sus teorías gozaron de influencia, que fue perdiendo a medida que el énfasis en las influencias ambientales fue reemplazando la hipótesis de las causas hereditarias o congénitas de la criminalidad. Entre sus obras destacan: El genio y la locura (1864), El antisemitismo y la ciencia moderna, (1894), El crimen, causas y remedios (1899) y Los fenómenos de hipnotismo y espiritismo (1909).

Lombroso clasificó y dividió a los criminales en las siguientes categorías: criminal nato, delincuente loco moral, delincuente epiléptico, delincuente loco, delincuente pasional y delincuente ocasional. El descubrimiento más importante de Lombroso fue la cavidad del cráneo de Giuseppe Villella, un famoso ladrón y pirómano de Calabria (región italiana) durante la realización de su autopsia, una cavidad pequeña situada en la parte occipital, donde debería haber una cresta.

Un aspecto muy difundido de su obra es la concepción del delito como resultado de tendencias innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.). Sin embargo, en sus obras se mencionan también como factores criminógenos el clima, la orografía, el grado de civilización, la densidad de población, la alimentación, el alcoholismo, la instrucción, la posición económica y hasta la religión.

Lombroso estudió cadáveres en busca de razones fisiológicas para explicar el comportamiento delictivo y distinguió entre diferentes tipos de criminales, incluidos los criminales natos. Según Lombroso, los delincuentes natos tenían rasgos faciales similares, que incluían dientes caninos grandes, mandíbulas grandes, frentes poco inclinadas, piel arrugada, piel oscura, orejas grandes o pequeñas, anomalías en el mentón, pómulos altos y más. Los criminaloides, no tenían características físicas de un criminal nato, sino que se transformaron en criminales durante sus vidas debido a factores ambientales. Los criminales supuestamente cometieron delitos menos graves que otros tipos de delincuentes.


La concepción de Lombroso torna irrelevante el estudio de la imputabilidad del sujeto, puesto que –según se deriva lógicamente de sus postulados– todos los criminales son inimputables, y cuanto menor sea su responsabilidad, mayor es su peligrosidad. Esta idea se opone agudamente a las concepciones más frecuentes entre abogados y juristas, a quienes Lombroso criticó, sosteniendo que pretendían aminorar la pena precisamente para los individuos más peligrosos.

Un rasgo llamativo en su obra es la crudeza con que expone algunas de sus conclusiones, que resulta aún más chocante a la luz de las ideas que predominan en la criminología tras el ocaso de la escuela positivista. Esta crudeza puede deberse a la tendencia positivista a despojar al discurso científico de toda otra consideración aparte de la mera descripción de la realidad, eludiendo juicios morales o sentimentales.

La terapia del delito, según Lombroso dice: "En realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos". Un rasgo característico en la obra de Lombroso es la precariedad de método científico, frecuentemente va de la observación empírica, a veces extendida sobre una población, y basada en relaciones de causalidad escasamente fundadas. ​

Lombroso afirmaba que algunos criminales representaban un retroceso a etapas pasadas y más primitivas de la evolución del ser humano. Según él, estos criminales natos eran distinguibles por la presencia de una serie de anomalías físicas y mentales. Sus teorías gozaron de influencia, que fue perdiendo a medida que el énfasis en las influencias ambientales fue reemplazando la hipótesis de las causas hereditarias o congénitas de la criminalidad.

Tras estudiar algunos casos, Lombroso se asombra al saber que la mujer “es menos tonta de lo que había imaginado”. Así lo escribe en su obra: “Es necesario sorprenderse más bien de que la mujer no sea aún menos inteligente. Esto se puede explicar suponiendo con Darwin que una parte de la inteligencia adquirida por el macho también se ha transmitido a la hembra. De otro modo, la disparidad sería todavía superior".

La menstruación podía ser una de las influencias que derribasen estos impedimentos. Hay que recordar que Lombroso es coetáneo de la enfermedad por excelencia, la histeria, que relacionaba el aparato reproductor femenino con la locura, aunque “los delitos que podían cometer las mujeres bajo la influencia de la regla no eran equiparables a los del varón. Como mucho, robar un vestidito en unos grandes almacenes”.

Lombroso, el padre de la criminología postulaba que existían tres tipos de mujer: la normal, la criminal y la prostituta. Relacionar la cleptomanía con la menstruación puede parecer ahora anecdótico, pero fue la primera pieza de una gran torre orientada a patologizar la menstruación y todo lo que tiene que ver con ella.
Como se recoge en "Las mentiras científicas sobre las mujeres", en los años 70 tuvieron lugar dos sentencias similares, una en Estados Unidos y otra en Reino Unido, que exculparon a dos mujeres de asesinato argumentando que cuando lo cometieron estaban “bajo la influencia del Síndrome premenstrual”. Los medios no tuvieron reparos en recoger las declaraciones de abogado de una de las mujeres acusadas, que la describió como Jekyll y Hyde. Es la prueba de que el mensaje 'la regla te puede volver loca' realmente caló en la sociedad. Casado en 1870 con Nina De Benedetti, Cesare Lombroso tuvo cinco hijos; la segunda de ellos, Gina Lombroso Ferrero, escribió su biografía. Falleció el 19 de octubre de 1909 en Turín a pocos días de cumplir 74 años.

Desde Miami, en La Florida para lapesteloca, hoy martes 20 de febrero de 2024

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