sábado, 26 de noviembre de 2022

Hijos de Hansen


La lepra se trata de una infección compleja provocada por Mycobacterium leprae, bacilo cuyo contagio, a través de la saliva o del contacto sostenido por largo tiempo tarda en manifestarse. El periodo de incubación suele ser de tres a cinco años, pero el intervalo puede abarcar un plazo tan poco concreto que va de los seis meses hasta los diez años, por lo que es difícil precisar cuándo tuvo lugar el contagio.

Hasta hace ya algunos años el enfermo de lepra se convertía en un ser marginal, apartado por miedo al contagio y el mal se transformaba en una enfermedad social. De esta manera, el estigma de la lepra se llevaba en compañía de otras personas atacadas por el mismo mal y confinadas en leproserías. En 2018 me réferi a la isla de Providencia ya derruida y frente a Maracaibo como el leprocomio más antiguo de Venezuela (https://bit.ly/3tMnflo) y en mi novela “El año de la lepra” hable sobre el doctor Beauperthuy “medico de Cumana” que lucho buscando un tratamiento para el mal bíblico (https://bit.ly/32Ayz5p).

Aprovecho este articulo para repetir los interesantes comentarios publicados por el Licenciado Iván José Salazar Zaíd, Miembro de Número de la Academia de la Historia del estado Zulia, en su excelente trabajo “La isla de Providencia y su historia” al hablar sobre: “El desalojo definitivo de la isla que se dio el 20 de agosto de 1895 y la construcción del nuevo hospital en tierra firme, fue para muchos de los pacientes del leprosorio un golpe bajo. Ya nada sería igual para ellos. Ya Se acabaron las tardes de juegos, no tendrían un cine a donde ir. Los domingos no serían días de compartir ni de cocinar juntos; solamente les quedaba el ocio y la inactividad. Lo que no entendieron nunca los que propusieron la idea de desalojarlos, es que la isla era su hogar más que un hospital, donde solo vivían los de su misma condición y a pesar de que el ingreso o visitas de sus familiares sanos era muy restringido, se fueron adaptando de tal manera que formaron sus propias familias, naciendo entre ellos una hermandad y un apego a su pequeña tierra que preferían morir antes de volver a la soledad que les ofrecía nuestra sociedad”.



En Julio 2019 decía en este blog (https://bit.ly/32Ayz5p) que es necesario saber que esta “enfermedad bíblica” es un mal que, aunque se esparce primariamente entre la miseria, el hambre, el hacinamiento y la ausencia de condiciones higiénicas, es una enfermedad poco contagiosa y es curable. Aunque casi todo el mundo piense que la lepra es muy contagiosa, eso no es cierto. Existe una predisposición genética que hace más probable la infección lo cual puede potenciarse en condiciones de vida precarias, pero en situaciones normales es poco probable que una persona transmita la bacteria a otra. En noviembre del año 2021 volví a tocar el tema (https://bit.ly/3VfnDV8) en el blog relatando un caso clínico muy interesante.

El periodista y escritor Montero Glez (https://bit.ly/3i0npoz) columnista del El País, España, recientemente ( 17 Noviembre 2022 ) ha publicado un artículo titulado Los hijos de Hansen que es algo más que “la historia de la gente despreciada por aquella otra gente que tiene miedo al conocimiento y que, en su ignorancia, proyecta la discriminación como atributo político y recordaría la figura del venezolano Jacinto Convit, el doctor que llegó a pedir el cierre de las leproserías en sudamérica. Con ello, los enfermos recuperaron su dignidad. Se empezó a tratarlos como seres humanos aquejados de un mal que hoy tiene cura”.

Tuvieron que pasar los años para que “con del advenimiento de las Sulfonas, y en particular de la Dapsona desde la década de los 50 del pasado siglo XX, la resolución acordada por los organismos de Sanidad del país que establecía desde el año 1947 la dispersión ambulatoria de los enfermos del mal de Hansen comenzaría a aplicarse en nuestro país con los problemas ya destacados antes en el caso de la isla de Providencia”. Con todo, la lepra aún pervive en nuestro imaginario como una enfermedad que deforma el rostro y las extremidades de quien se contagia.

Hace poco se publicó en castellano la novela Los hijos de Hansen (Armaenia), escrita por el periodista Ognjen Spahić (Montenegro, 1977) y donde describe en primera persona el ambiente opresivo de una leprosería rumana a comienzos de 1989. La lepra, con sus deformidades, se ha venido alimentando de leyendas y también en el cine, en películas como Papillon, Ben-hur o más actual, el filme Yomeddine, donde el protagonista nos enseña que bajo las cicatrices de la enfermedad se oculta la úlcera abierta de un niño abandonado en una leprosería egipcia. Este último filme - Yomeddine (2018) que fue presentado en la Sección oficial largometrajes a concurso del 2018 Festival de Cannes, y recogería algunas de estas impresiones de los periodistas espectadores: "Es un cine evidentemente tan bienintencionado que simplemente irrita… La película acierta por momentos a incomodar, a plantear preguntas, a dudar de la mirada… Según otros críticos la película es un relato moderadamente descarnado, amable y, sobre todo, previsible en torno al viaje que emprenden estos dos desheredados”.

Maracaibo, sábado 26 de noviembre del año 2022

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