miércoles, 1 de septiembre de 2021

Sueños y novelas

 

Sueños y novelas

Rosa Montero, famosa periodista y brillante novelista, escribió hace unos años que “ambas cosas, los sueños y las novelas surgen del mismo estrato de la conciencia”: Ella comentaría sobre unos duendecillos, los brownies, quienes según decía Robert L Stevenson, a él, le susurraban al oído lo que tenía que escribir; algo parecido a lo que Rudyard Kipling denominó el daimon, que en realidad, no es un demonio…“Cuando tu Daemon esté a cargo, no trates de pensar conscientemente. Déjate llevar, espera y obedece” decía el escritor inglés...

 

Ya en los textos de Homero el daimon era una divinidad indeterminada, especie de genio protector a quien los hombres por la voluntad de Zeus habían convertido en demones que protegían a los mortales. Esto pensaba Hesíodo mientras que Platón en “El Banquete” definía al daemon como un ser intermedio entre mortales e inmortales. Carl Jung consideraba que era necesario escuchar al daimon que nos habita ya que oírle puede ser decisivo para nuestra vida. Ese daimon de Jung, va a ser quien desde dentro del ser nos permitirá desarrollarnos e impulsarnos en la vida. Será “la fuente más elevada de inspiración y creatividad y por demás el refugio de las musas”.

Según Rosa Montero, quien escribe una novela, tiene la inquietante percepción de que esa novela te la está inventando otro; algo así, creo que lo he comentado a propósito de mi novela “Ratones denudos” donde serían los personajes quienes desde un extraño reducto de mi inconsciente me fueron dictando lo que habría de escribir. Retomo de nuevo la impresión de Rosa Montero quien ha planteado como ese otro, u otra, es tu imagen reflejada en el espejo de la Alicia de Lewis Carroll, un fenómeno que está plasmado en la gorda Barrera de “Escribir en La Habana” y es su precisa opinión que quien escribe, al hacerlo “es el revés de ti mismo, es tu otra dimensión”.

Estos comentarios algo introspectivos me traen de vuelta al tema de los sueños y de Sigmund Freud quien pensaba que los sueños eran la vía regia a los secretos del inconsciente. Según él, mientras dormimos las defensas del ego se relajan y los impulsos que normalmente están reprimidos se acercan a la consciencia a través de los sueños. Ya en La interpretación de los sueños (1900) Freud nos advierte de no establecer relaciones unívocas entre los sueños y su significado concreto. Él decía que el trabajo del analista debe ir más allá para interpretar el “contenido latente”.  Freud le daría un valor a los sueños que la Neurociencia moderna no ha respaldado, ya que según se piensa hoy día, los sueños no contienen significados ocultos.

Si de algo no cabe duda alguna, es que “el yo onírico” está directamente relacionado con el subconsciente. Al fin y al cabo, todos somos iguales y en los abismos donde residen los deseos y los miedos, las pasiones y las angustias que compartimos con la colectividad, allí subyacen todos los sueños de los seres humanos. Por esa conexión entre los sueños y el inconsciente, el sitio desde donde -según Rosa Montero- nacen las grandes novelas, el escritor sencillamente saca a la superficie esos sus fantasmas que lleva ocultos y quienes quizás solo se atreven a asomarse cuando duerme; “son como perros de presa” ha dicho la escritora, mientras le van persiguiendo a través de todos los libros que escribe. Son como parásitos de la imaginación que sería la loca de la casa en el decir de Santa Teresa de La Cruz.

Freud mantiene que todos los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador, incluso los sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos, donde lo que aparece es el incumplimiento de un deseo. Para esto se dan varias explicaciones, entre las cuales puede estar hasta la satisfacción de una tendencia masoquista. No obstante sigue en pie la conclusión general de Freud: los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Según su teoría, la “censura” de los sueños produce una distorsión de su contenido. Así que lo que pueda parecer un conjunto de imágenes soñadas sin sentido, a través del análisis y del método “descifrador”, puede, ser demostrado como un conjunto de ideas coherentes. Freud propone que al valor del análisis de los sueños se radica en la revelación de la actividad subconsciente de la mente.

Uno de los descubrimientos más importantes de Sigmund Freud es que las emociones enterradas en el subconsciente suben a la superficie consciente durante los sueños. Existe la posibilidad de recordar fragmentos de los sueños y Freud considera que pueden ayudar a destapar emociones y recuerdos enterrados. Freud utilizaría sus propios sueños como ejemplos para demostrar su teoría sobre la psicología de los sueños, y distinguiría entre el contenido del sueño “manifiesto” o el sueño experimentado al nivel de la superficie, y los “pensamientos de sueños latentes”, no conscientes que se expresan a través del lenguaje especial de los sueños. La teoría de interpretación de los sueños de Freud representa las primeras aproximaciones de éste con relación a la naturaleza de la psicología de sueños inconscientes, la importancia de las experiencias de la infancia, el lenguaje “hieroglífico” de los sueños y el método que él llamaría, el psicoanálisis.

El sueño no es meramente actividad somática: es un acabado fenómeno psíquico de realización de deseos, y por tanto debe ser incluido en el conjunto de los actos comprensibles (no incomprensibles) de nuestra vida despierta, constituyendo el resultado de una actividad intelectual altamente complicada. El deseo aparece disfrazado en el aspecto manifiesto del sueño, en lo efectivamente soñado, proceso denominado “deformación onírica”. Freud se preguntaba por qué tiene que haber una deformación, ya que podría haber ocurrido que el sueño expresara el deseo en forma directa, sin deformación. Esta deformación es intencional y se debe a la censura que el sujeto ejerce contra la libre expresión de deseos, por encontrarlos censurables por algún motivo.

La mayor parte de nuestros sueños repasan nuestras actividades cotidianas y aquellas preocupaciones que ocupan nuestra mente. En la fase REM, nuestro cerebro muestra gran actividad y se producen sueños a menudo ilógicos y cargados de emociones. Hay una especie de sinfonía de neurotransmisores en los cuáles los aumentos de acetilcolina estimulan los centros emocionales mientras que las caídas de serotonina y noradrenalina apagan las áreas cerebrales que gobiernan la razón, la memoria y la atención. Es decir, los centros que controlan las emociones están acelerados mientras que los que controlan el pensamiento lógico están frenados.

En esas circunstancias nuestro cerebro genera una historia, con el mayor sentido posible, a partir de información al azar. Los sueños tienen que ver con el estado del soñador y a menudo es una relación indirecta. Por ejemplo, las pesadillas son más comunes cuando la gente está bajo estrés emocional. Es posible que sean una forma que tiene nuestro encéfalo de integrar una experiencia anómala y difícil en nuestra autobiografía, de llegar a una entente con ese episodio, de hacer que un “trauma sea menos traumático”.

Maracaibo, miércoles 1 de septiembre del año 2021

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