sábado, 22 de mayo de 2021

De el nacionalismo vasco

 
De el nacionalismo vasco

En 1998, en El Nacional, Mario Vargas Llosa publicó un artículo con el título de “La bruja que pasa llorando” en el cual se referiría a un libro de Jon Joaristi y los problemas que provocaba en el mundo “el nacionalismo”. Jon Juaristi es un poeta, novelista, ensayista y traductor del español al euskera quien actualmente, imparte docencia universitaria en la Universidad de Alcalá, y quien en 1997 publicó un libro de 392 págs, que mereció el  Premio Espasa de Ensayo, El bucle meláncolico. Historias de nacionalistas vascos (Espasa Calpe, Madrid, 1997) acogido como “un espléndido ensayo sobre el nacionalismo vasco”, en el cual el profesor Jon Juaristi se sumergía en sus orígenes, repasando sus figuras históricas, y reflexionaba sobre la particular esencia de quien habiendo formado parte del mundo nacionalista durante su adolescencia y juventud, era capaz de reflexionar serenamente sobre ese movimiento ideológico, sus orígenes y su imbricación en la sociedad vasca.

 

 

Jon Juaristi Linacero es realmente un historiador, estudioso de la literatura, ensayista y creador literario, quién intentó fundir todas estas facetas de su personalidad intelectual en su misma obra. El nacionalismo vasco puede verse como una ideología política actual con aspectos sociales, culturales, lingüísticos e históricos. La originalidad fundamental de El bucle melancólico, radica en su intento de explicar parte de la historia del nacionalismo vasco desde quien ha sentido también, en algunos momentos de su vida, sus poderosas “voces ancestrales”.

 

Juaristi plantea en su introducción que es la crisis del Imperio español (de lo que queda del Imperio), el auténtico motor de los nacionalismos periféricos españoles. El industrialismo y sus complejos efectos explicarían el surgimiento de los primeros nacionalistas vascos. Sería, sin duda, la coyuntura abierta por la crisis finisecular la que potenciaría el “cambio de bandera” de un significativo número de catalanes y vascos. Pero serán las consecuencias del 98 las que conviertan a un grupo minoritario y hasta marginal en el embrión de un auténtico movimiento político. Industrialismo y crisis del 98 son los factores complementarios en la vida del nacionalismo vasco.

 

Una constante en Juaristi, es su ininterrumpido empeño por interpretar la historia vasca como el tránsito del paraíso originario al desierto, con el deseo de transformar una historia complicada en un imaginado oasis de paz, que al final se tornará en un imposible dada la prolongada sucesión de derrotas y de traiciones en las que parece estar siempre involucrada “la larga mano española” y así, se va sosteniendo el peso de una melancolía que estará siempre dispuesta a crear agravios persistentes…

 

Sobre la base de este esquema, Joaristi pasaría revista a algunos precedentes del nacionalismo sabiniano. Pintorescos personajes con algunos rasgos caricaturescos, y personajes de la cepa foralista: Navarro Villoslada y Vicente de Arana. Acertará plenamente Juaristi al subrayar el peso del patriotismo dual, vasco y español, una circunstancia en la que el nacionalismo sabiniano se verá obligado a marcar sus distancias con “los hijos de Aitor”.

 

El primer capítulo sobre Unamuno es espléndido. El interés que Juaristi le prestó a al escritor bilbaíno se condensa dando cuenta de una realidad vasca cuya influencia nunca le abandonó. Uno de los capítulos más polémicos es el dedicado a Sabino Arana-“el Tartarín en Vizcaya”-. Con crueldad e ironía, Juaristi pone énfasis en las influencias jesuíticas de Arana; siendo inevitable reconocer en Sabino Arana al padre del nacionalismo vasco, con sus singulares cualidades de hidalgo leal, su grandeza de perdedor, y hasta su visceral y agresivo antiespañolismo que podría serle disculpado.

 

En “La vieja que pasó llorando” se aproxima Juaristi a la incidencia del mito irlandés en la vida del nacionalismo vasco y a la interesante personalidad del “escribiente radical” que fue Elías Gallastegui, haciendo visible el arranque de una revisión de la teoría del maqueto. El “maqueto bueno”, del mismo modo que el “maqueto agradecido”, fueron correcciones al modelo sabiniano apuntadas por Gallastegui. “La guerrilla imaginaria” constituye, retratos de Federico Krutwig, de Jean Mirande, y los de Álvarez Emparanza y Xabier Arzallus cierran la galería de nacionalistas de postguerra. En el último capítulo Juaristi trata de aproximarse a la ETA que conoció y es en este momento cuando escribe las palabras más duras, del libro.

 

El 12 de septiembre de 1998 tuvo lugar el Pacto de Estella (Lizarrako Akordioa), y el frente nacionalista (PNV, EA, HB, IU, EKA, Batzarre, siete sindicatos y nueve organizaciones sociales y promulgaron el diálogo y la negociación política como única solución al "conflicto", con el “Acuerdo de Stormont" en Irlanda del Norte en abril de ese año 68. Según Manuel Vázquez Montalbán los firmantes de Estella forzaron la tuerca del soberanismo y plantearon con toda claridad el objetivo de la firma de este pacto que impulsó la tregua con ETA desde 1998.

 

El bucle melancólico, resultó también un alarde de buena y bien traída erudición. El 01/01/1998 se afirmaría que Jon Juaristi quien ya era conocido como escritor y estudioso en las letras vascas en particular y en las españolas en general, no sería arriesgado decir que, a partir de su libro, él ha aseguraría con méritos sobrados un lugar de honor en la nómina de los grandes ensayistas de lengua castellana.

Maracaibo, sábado 22 de mayo, de año 2021

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