martes, 3 de noviembre de 2020

Ixtab

Ixtab

Los habitantes originarios de la península de Yucatán no se hacían líos con sus muertos voluntarios; de hecho, contaban con una diosa propia que los dirigía, paso a paso, por los laberintos de la muerte y les permitía acceder a uno de sus trece cielos. En la mitología maya, Ixtab es la diosa del suicidio, y es la esposa del dios de la muerte, Chamer. También era la divinidad de la horca.

En la tradición maya, el suicidio era considerado una manera extremadamente honorable de morir, a un nivel similar que el de las víctimas humanas de los  sacrificios, los guerreros caídos en batalla, las mujeres muertas al momento de dar a luz, o los sacerdotes. Los antiguos mayas creían que los suicidas se iban directamente al paraíso.

La diosa Ixtab es representada como un cadáver parcialmente descompuesto con sus ojos cerrados, colgando de un árbol. Su rol como divinidad era el de proteger a los que se suicidaban, acompañándolos y guiándolos a un paraíso especial –cumplía un rol llamado psicopompo- o guía de almas. Siendo una diosa muy popular, algunos documentos históricos proponen la teoría de que el culto a Ixtab impulsó a la gente de América Central en los tiempos mayas a suicidarse antes que enfrentarse a la humillación, enfermedad, o desgracia, creando una ola de suicidios entre la gente de casta alta, de manera similar al seppuku en la tradición japonesa.

Tenían pues los mayas una diosa especial que era la patrona de los que se habían privado de la vida ahorcándose; era la llamada ixtab, diosa del suicidio. Se cree que la diosa Ixtab, también era llamada "La Diosa de los Ahorcados", y encontraba preferencia, en quienes morían con el lazo al cuello. Los Mayas asociaban a las serpientes con las cuerdas, de modo que la serpiente era pues, el camino que mediaba entre el mundo de los vivos y el de los antepasados, así como con el mundo de los dioses. La serpiente era un puente que comunicaba distintos planos de la realidad. Los mayas la asociaban también “con el cordón umbilical que comunica a la madre con su hijo, o con los intestinos en donde se generan las emociones, o con los hilos del humo ascendente que comunican con lo alto y forman  los caminos blancos que unían al hombre con los cielos”.

Ixtab estaba representada con manchas negras en su mejilla y generalmente mostraba los ojos cerrados. En el códice Dresde, se le ve con una cuerda en la garganta. Ixtab aparecía cerca de los árboles frondosos con la misión de conducir a los suicidas al paraíso. Es la figura que une la vida y la muerte, y al ser diosa de la destrucción y de la preñez al mismo tiempo, muestra como los Mayas entendían la vida y la muerte como una dualidad que encontraba su unión en ixtab, quien a su vez resultaba una diosa caracterizada por la bondad y por la maldad.

Muchos fueron los que se encomendaron a la "Diosa del suicidio" en el periodo de la conquista. Entre los métodos utilizados para dar la espalda a la vida se encontraban entre otros, la no ingesta de alimentos, el ahorcamiento, el envenenamiento y el ahogamiento. Uno de los más notables suicidios colectivos que se produjeron durante y después de la conquista, fue el protagonizado por los Cholultecas, quienes después de verse conquistados, subieron a lo alto de la gran pirámide de Quetzalcóatl y se lanzaron al vacío… "Iban a encontrarse con ixtab. -“Divinidad de Yucatán, hoy mi consuelo; ixtab atenúa mis congojas y concítame a morir sin miedo. He abarcado el fin con naturalidad y dispongo del valor para subyugar a mis temores”…

El Códice de Dresde o Códice Dresde, también conocido como Codex Dresdensis, es un documento que ha jugado un papel clave en el desciframiento de los glífos mayas. Es un libro de los mayas, que data del siglo XI o XII y se cree que este libro, es la copia de un texto original que lo precede y que data de unos trescientos o cuatrocientos años. ​El Códice Dresde en la actualidad, se exhibe en dos partes, cada una con una longitud de aproximadamente 1,8 metros, en el museo de la Biblioteca del estado sajón en Dresde, Alemania. 

 

“El cielo de Ixtab”, y La bailarina de Kachgar” son dos novelas cortas, o relatos largos del escritor Ednodio Quintero (https://bit.ly/2CWLSSb).  En ambos relatos el lenguaje es el de un narrador lector quien habla coloquialmente sobre diversos aspectos de la contemporaneidad. Siempre ay una pareja alrededor de la que gira la historia: el narrador y una mujer. En ambas tramas un personaje es fotógrafo. En “La bailarina de Kachgar” se confunde el plano onírico con la realidad, el recuerdo familiar con el presente. El personaje central estudió cine en Europa  pero le fue imposible materializar sus historias, y lo que primero que se pensó como un suicidio, luego era fruto del juego de la ruleta rusa que es un suicidio en manos del azar, pero suicidio al fin. El narrador, un adulto alejado de su aldea natal, ya separado de sus mayores, se acerca a su mundo, a “El cielo de Ixtab”, sabiendo que él lo lleva adentro.

Pero, tanto “El cielo de Ixtab” al igual que “La bailarina de Kachgar” son historias de amor. Hay un suicidio por ahorcamiento de un jovencito llamado José Gregorio Hernández, apodado Judas, y hay otro suicidio en vuelo de Ícaro de un fotógrafo conocido como Andrés. El gordo Federico a lo largo de ochenta páginas procura sin éxito el amor de Julia. Sin embargo, Julia ama a un boxeador sin atender la ansiedad de Federico. A medida que avanza el río de Ixtab, se va perfilando el filo de la obsesión del gordo Federico, aunque Julia ni siquiera lo tenga presente. Ella baila y él la observa ardido en fiebre, como el cazador y la presa; ambos desarrollan su propia danza de aproximaciones y distancias.

La afición de Quintero por presentar en sus novelas hechos de sangre, particularmente por el suicidio, y por el asesinato no es nueva (https://bit.ly/342T7Uo); ya existía en La muerte viaja a caballo” (1974), y en se dio en “La danza del Jaguar” (1991). Las muertes en las novelas de Ednodio Quintero, los suicidios son desconcertantes, paradójicos ¿quizás irónicos? Los temas de nuestro escritor son universales; siempre girarán en torno a la inmortalidad y la muerte, el amor y el paso del tiempo, del olvido y de la memoria. Ednodio Quintero escribe dando saltos mortales entre las líneas de la novela y es impresionante ver como el narrador entra y sale de sus propios enredos y desenlaces, siempre de manera espectacular, como para no olvidar que es el escritor quien inventa, diseña y hasta es capaz de borrar lo que sus personajes le van indicando que diga. El lector estará allí, expectante para comunicarse con él…

Maracaibo, martes 3 de noviembre, del año 2020.

 

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