viernes, 9 de octubre de 2020

El corazón de África

El corazón de África

Henry Morton Stanley fue un inglés cuyas aventuras fueron decisivas en la historia del Congo. El 9 de agosto de 1877, Stanley regresaba a la civilización occidental después de viajar a todo lo largo del río Congo, en el corazón de África. Estaba absolutamente convencido de las posibilidades comerciales de aquellos vastos territorios y destacaría la importancia del fácil tránsito en la vasta red fluvial con múltiples afluentes adscritos al gran río. Fue entonces cuando surgiría una nefasta conchupancia entre el rey belga Leopoldo II y el explorador anglosajón, que terminaría por desarrollar un emporio mercantil de riquezas y prosperidades inauditas, el cual habría de ser fatídico para los pobladores de aquella región…

 

Años más tarde, Joseph Conrad en su novela El corazón de las tinieblas, narraría de forma oblicua las atrocidades que todavía se seguían cometiendo contra la población en el Estado Libre del Congo, por cierto que éstas habían sido denunciadas de forma mucho más abierta y decidida por el diplomático irlandés Roger Casement. La novela  El corazón de las tinieblas, fue publicada por primera vez en 1899, y es considerada una de las obras más importantes de la literatura universal. Conrad se inspiró en sus experiencias en un viaje por el río en medio del Congo, ya colonizado y devastado por el rey Leopoldo II de Bélgica.

La historia hecha novela, es narrada por su protagonista Charlie Marlow, quien cuenta la travesía remontando un río tropical para localizar a un tal Kurtz, escurridizo y legendario explorador atrincherado en lo más profundo de la selva. En nuestros tiempos esta obra ha sido revivida en el film de Francis Ford Coppola “Apocalipsis now”, con Marlon Brando en el rol de Kurtz. La obra de Conrad representa una de las mejores críticas al colonialismo europeo en África, así como también es un verdadero descenso a lo más profundo del alma humana para aceptar que nadie sale indemne de los encuentros con el mal. ¡Atención a lo que nos ocurre  desde hace ya muchos años! Ahora con la pandemia de Covid-19 el mal se afianza…

Regresamos a la realidad. Ahora, cuando ahora podemos pensar en lo sucedido en 1876 cuando ya Leopoldo II de Bélgica, era rey pero un consumado bandido, quien en la letra pequeña de su declaración preliminar de intenciones al fundar la Asociación Internacional Africana, decía que la intención era liberar a los pueblos oprimidos del África Central. Se convocaría a los reyezuelos locales con sus tribus y con gran pompa y boato para la ocasión, fueron convencidos con aguardiente de dudosa destilación hasta logar que todos hubiesen firmado. Así fue como después, serían enviados río Congo abajo sin timonel en una precaria embarcación… Con los golpes de 'chicotte', el terrorífico látigo local, una mesnada de esbirros locales apalearon hasta dejar inválidos a más de un millón de varones, y asesinaron por incumplimiento de contrato a otros diez millones de aborígenes. Mutilarían en vivo con amputaciones inimaginables a otros cuatro millones de nativos, algo estremecedor e indigerible para cualquier mente humana… Toda aquella maldad, tan solo para apropiarse de las riquezas de aquella región.

 

Gracias a la colonización del Congo, Leopoldo convirtió a Bélgica en una potencia imperialista y a él mismo en multimillonario. Después de que John Dunlop inventara los neumáticos de caucho, la demanda mundial creció y para adelantarse a la competencia que explotaban loa caucheros en los bosques de América Latina y en el sureste asiático, Leopoldo impuso altas cuotas a la producción de caucho en el Congo, y obligó a la población autóctona a cumplirlas con métodos coercitivos de la más alta violencia. La amputación de las manos de los trabajadores a modo de castigo alcanzó particular notoriedad internacional. Esta era una práctica común entre los soldados de la Force Publique, a los que se le demandaba justificar cada bala gastada trayendo las manos a sus víctimas. Estos detalles fueron registrados por misioneros cristianos que trabajan en el Congo y causaron indignación pública cuando se dieron a conocer al público.

Todo aquello, que ya antes he mencionado, se había iniciado con el viaje de Henry Morton Stanley (1841-1904) por el río Congo. El explorador galés, que se había hecho famoso, porque había localizado en el África al explorador perdido David Livingstone, se habría de transformar en uno de los grandes colaboradores de Leopoldo II de Bélgica. Consentiría todas las atrocidades cometidas para enriquecerse grotescamente al explotar las riquezas del África Central. Según relata el escritor Richard Burton, Henry M. Stanley iniciaría las masacres asesinando a los nativos, disparando contra los negros como si fueran monos”.

Bertrand Russell estimó el número de víctimas en 8 millones de personas, mientras que el censo realizado por Bélgica en 1924 mostró que la población de 10 millones de personas, durante el llamado Estado Libre de Leopoldo, había descendido en un 50 %. En la actualidad el papel de Leopoldo II en África sigue siendo controversial para algunos historiadores. El escritor Adam Hochschild asegura que en el Congo se produjo un genocidio con 10 millones de víctimas. David Van Reybrouck opinaría que no se puede hablar de un genocidio, ya que no hubo una aniquilación consciente y planificada, sino "una política de explotación desenfrenada y una búsqueda patológica de beneficios".​ ¿Les suena a algo conocido?

Maracaibo, viernes 9 de octubre, 2020

 

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