jueves, 24 de septiembre de 2020

Licencia para matar

Licencia para matar

 

Licencia para matar, suena a “nombre de película” y puede regresarnos a un filme del año 1975 “The Eiger Sanction” (denominado en Hispanoamérica y en España “Licencia para matar”). La película está basada en la novela The Eiger Sanction del autor Rodney William Whitaker, y fue dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, con la historia de un profesor de arte clásico y coleccionista, que hizo también trabajos como asesino profesional, y será obligado a realizar un último asesinato antes de retirarse.

 

Licencia para matar (en inglés Licence to Kill) también es el título de una película británica de 1989, de la saga de James Bond, dirigida por John Glen. Sería la segunda y última protagonizada por Timothy Dalton. Sería también la primera película de Bond que no posee el título de alguna novela o historia de Ian Fleming, aunque basada en el cuento corto "El extraño Hilebrand" del libro Solo para tus ojos y es parte de su novela Vive y deja morir. Originalmente la película fue titulada como Licence Revoked (Licencia revocada) pero el nombre fue cambiado durante la posproducción y por eso es mencionada aquí.

 

El año 1420 un ensayo de esta práctica, fue hecho por un poderoso Imperio, decretando textualmente: “hay licencia para aniquilar a los enemigos”. La conquista de las islas Canarias por el Imperio Español fue un terrible ejemplo de esta modalidad que se decretó para acabar con los guanches. Se darían así las acciones del tristemente célebre Capitán García (Diego García de Herrera y Ayala) en Fuerteventura y en las otras islas Canarias para lograr el total exterminio de los autóctonos habitantes de aquellas islas, en el mar que enfrenta al África ecuatorial.

 

Los guanches han quedado para el recuerdo de la humanidad, y su exterminio duró, hasta que se hubo de completar formalmente la tarea, el 21 de julio de 1464 cuando el rey Enrique IV de Castilla le otorgó a don Diego, la posesión de las Islas de Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, La Palma, Tenerife y Hierro, y así mismo, les otorgaría el título de reyes de dichas islas, a él y su mujer. Éste título,  le fue cedido junto con la soberanía de las mismas islas, a los Reyes Católicos en 1477. Cumplido su cometido, el Capitán García de Herrera y Ayala fallecería en Santa María de Betancuria, la antigua capital de Fuerteventura, el 22 de junio de 1485.

 

Así eran las cosas cuando se decidía políticamente acabar con quienes bastaba con ser diferentes, y se permitían esta y otras licencias que podían llevar a la muerte hasta a un Mariscal de Francia, aunque el militar hubiese combatido fieramente en la Guerra de los Cien Años, y aunque lo hubiese hecho para liberar a su nación cuando combatía al lado de una santa... Gilles de Rais (Gilles de Montmorency-Laval, barón de Rais (1404-1440) había sido un guerrero victorioso con de Juana de Arco, y tenía “licencia”,  hasta que decidió jubilarse y se retiró a su castillo Champtocé en Bretaña.

 

Gilles fue acusado de numerosas crueles atrocidades cometidas por él y sus amigos, adoradores de Satanás, con centenares de niños y niñas. Se ha pensado que la mentalidad psicopática del Barón era tal, que podría haber sido producto de una gravísima esquizofrenia, tan desquiciada que inspiraría a Charles Perrault para crear la historia de Barba Azul. Tras confesar sus horrendos crímenes sería ahorcado y aceptando su pedido, los restos fueron enterrados, con gran solemnidad en la iglesia de las carmelitas de Nantes, curiosamente, ya que decidida la sentencia por sus crímenes fueron derivados del satanismo. “Ante tales hechos, se le solicitó”, que dijera donde sepultarlo, y él le propuso como sitio a la iglesia “la cual aceptó”… ¿Quién no recuerda esta breve frase en los prolegómenos de nuestra debacle nacional moral-sociopolítica  y cultural?… ¿Serán guiños que nos hace la historia para que la analicemos con mayor seriedad? Según lo señalado por la ONU, vivimos, en un país plagado de “crímenes de lesa humanidad”, o sea, aquí tenemos “licencia para matar”… 

 


Si regresamos a Francia, ya que fue su “revolución” la que acuñó el término para acabar con una Monarquía, hoy puede valer para recordar la historia del padre Urbain Grandier, (1590-1634), acaecida un par de siglos después del episodio de Gilles de Rais. El padre también fue acusado de brujería, y basándose en el testimonio de las endemoniadas monjas de Loudun, fue condenado a morir en la hoguera. Urbain Grandier era cura párroco de St-Pierre-du-Marche, en Loudun desde 1617, era un cura borrachón que andaba con mujeres y se daba sus lujos por lo que seguramente era envidiado por otros. Fue denunciado y hasta hecho preso, pero siendo amigo del Arzobispo de Burdeos fue liberado y nombrado Obispo de Loudon. Un episodio tal y como si viviera en el siglo XXI…

 

El padre Mignon era el confesor del convento de las ursulinas de Loudon y era enemigo de Grandier. Al parecer el cura Mignon, tenía sus conexiones con el Cardenal Richelieu las que le valieron para apoyar una denuncia que acabaría con Urbain Grandier. Tras señalar a Asmodeo y a Zabuhón como los demonios que alborotaban a las monjas del convento, se señaló a Grandier como el responsable de un hechizo que provocaba la posesión satánica de las monjas del convento de las ursulinas. La Madre Juana de los Ángeles confirmó los hechos y Urbain Grandier terminó arrestado y cruelmente torturado. Aunque nunca confesó, fue ejecutado en la hoguera el 18 de agosto de 1634. Este es un caso famoso de posesión satánica y es un clásico ejemplo evidentemente nacido de la envidia, que fue urdido utilizando las conexiones políticas y sería irrestrictamente apoyado por la Iglesia. No sucedió en los siglos XX ni XXI.

                                    

Regresando al cine, en la película “Los demonios”, un filme británico del año 1971, protagonizado por Oliver Reed y Vanessa Redgrave. El guión de Ken Russell se basó en el libro de 1952 Los diablos de Loudon escrito por Akdous Huxley y publicado en 1952, en plena “caza de brujas” emprendida por el senador Joseph McCarthy en los Estados Unidos. Oliver Reed (1938-1999) es el actor inglés que interpreta el papel de Grandier en la película y Vanessa Redgrave actúa como la Madre Superiora, Juana de los Ángeles,  jorobada y sexualmente reprimida a quien misteriosamente se le encuentra responsable de las acusaciones. La película se enfrentó a la reacción de  la censura en los sistemas nacionales de clasificación de películas, debido a su contenido religioso, violento, sexual, y originalmente fue clasificada como X, tanto en el Reino Unido y los Estados Unidos, y fue prohibida en varios países. En Youtube pueden verse algunas escenas, pero es difícil poder verla en una pantalla de cine o por la TV. Sobre estas cosas ya escribí en el blog, también en un septiembre, pero del año 2016, en un artículo titulado “El poder y la política”...

 

Maracaibo, jueves 24 de septiembre 2020.

 

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