lunes, 5 de agosto de 2019

La Capnocytophaga



La Capnocytophaga

Los perros y los gatos tienen en la boca una bacteria denominada Capnocytophaga. La advertencia y divulgación de los peligros de esta bacteria se hace especialmente para quienes besan en la boca a las mascotas… Es necesario señalar que a pesar de que las mascotas favoritas suelen ser portadoras de algunas bacterias nocivas para los humanos, sin embargo, su transmisión es infrecuente, aunque se dan casos aislados, en los que principalmente las afectadas resultan ser personas cuyo sistema inmune está deprimido. 

Capnocytophaga, es una bacteria Gram negativa que se encuentra en los hocicos de los perros, gatos y hasta en los seres humanos, que por lo general no representa ningún riesgo, excepto porque en ocasiones pueden desencadenar una severa infección.   Capnocytophaga canimorsus es parte de la flora normal de las encías de perros y gatos. Cuando la enfermedad cursa con sepsis es potencialmente fulminante por asociación a coagulación intravascular diseminada. (Rev Esp Quimioter. 2018 Feb; 31(1): 70–71). 

El género Capnocytophaga se designó por primera vez en 1979 por Leadbetter y col., tras aislar un bacilo gramnegativo. Actualmente consta de 9 especies; 7 de ellas (C. gingivalis, C. granulosa, C. haemolytica, C. leadbetteri, C. ochracea, C. sputigena y Capnocytophaga genoespecies AHN8471) son flora comensal de la cavidad oral humana, y se relacionan con infección periodontal, y excepcionalmente causan septicemia en inmunodeprimidos. Otras dos especies, C. canimorsus y C. cynodegmi, forman parte de la microbiota oral de perros y en menor medida de gatos y, a diferencia de las otras especies, son catalasa y oxidasa positivas.
 
En contraste con las otras especies, C. canimorsus puede causar una amplia variedad de trastornos: abscesos, bacteriemia y, de forma inusual, sepsis fulminante, endocarditis y meningitis. Se transmite mediante mordedura o contacto directo con el animal. Fue aislada por primera vez en 1976 de sangre y líquido cefalorraquídeo de un paciente que había recibido una mordedura de perro (Am J Clin Pathol 1976;65:564-569).

En la literatura anglosajona sólo se han descrito 34 casos de meningitis por C. canimorsus [Rev Neurol (Paris) 2017;173:74-75]. En una revisión reciente, van Samkar et al., mencionan 33 casos, de los cuales el 42% eran inmunodeprimidos, el 93% habían tenido contacto con animales y el 76% había sufrido mordeduras de perro. La posibilidad de infección por C. canimorsus se debe considerar ante la presencia de un cuadro infeccioso grave en un paciente que ha sido mordido por un perro y obliga a tomar medidas urgentes, especialmente en individuos alcohólicos, cirróticos o esplenectomizados, en tratamiento inmunosupresor, ya que pueden presentar una evolución rápidamente fatal.
 
La septicemia se asocia a mal pronóstico y alrededor de un 30% de los casos pueden acabar en muerte. El antibiótico de elección es la penicilina, pero debido a la aparición de cepas productoras de β-lactamasas y a que las infecciones por mordeduras de animales suelen ser polimicrobianas, se aconseja amoxicilina-clavulánico o cefalosporinas de 3ª generación. Otros antibióticos, como imipenem, clindamicina y doxiciclina, también han demostrado eficacia clínica.    

Mississauga, Ontario,  lunes 5 de agosto de 2019

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