sábado, 15 de julio de 2017

Humanos: el poeta del modernismo y el panfletario iconoclasta




Humanos: el poeta del modernismo y el panfletario iconoclasta


En su autobiografía, la "Historia de Rubén Darío escrita por él mismo", el poeta nicaragüense “príncipe de las letras castellanas” recuerda con candor el París de los cuentos de hadas pecaminosas, como los vivió en su primer viaje a la ciudad luz. El ajenjo (Artemisa absinthium) era la bebida emblemática entre los poetas malditos cuando Rubén Darío llegó por primera vez a París el año 1893. Conocida como la Fée verte (el hada verde) o también el demonio verde, se tornaba en de color blanco lechoso al añadirle agua y azúcar, como generalmente se bebía, y era vendido comercialmente por la marca Pernod. Paul Verlaine era uno de los poetas admirados por Rubén, y era consumidor impenitente de ajenjo con Rimbaud y con Baudelaire quien inventaría denominar “paraísos artificiales” a esos estados a los que llegaban por las bebidas embriagantes y las drogas. El champaña, fue para Rubén Darío un símbolo del refinamiento y lujo. Ya en 1891 escribiría. “Cuando el champaña suena sus clarines dorados, se estremecen las murallas de la virginidad”. En el soneto “Margarita”, escrito en 1894 diría… “Tus labios escarlatas de púrpura maldita/ sorbían el champaña del fino baccarat;/ tus dedos deshojaban la blanca margarita,/ “Si…,no…: si… no…”¡y sabías que te adoraba ya! Rubén Darío es sin duda el máximo representante del modernismo literario en lengua española y posiblemente el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX. 

José María Vargas Vila nació en Bogotá el 23 de julio de 1860 y muy temprano participó en luchas políticas como periodista, agitador y orador. A los 24 años, era el secretario del general Hernández, caudillo de la "Regeneración", un levantamiento que muy pronto se irradió a toda la nación. Escribió "Pinceladas sobre la última revolución de Colombia; siluetas bélicas", y con este libro nació Vargas Vila como iconoclasta, panfletario y demoledor. Fue expulsado de su patria en 1885 por su participación contra el conservadurismo dictatorial. Entonces se estableció en Rubio, donde fundó el periódico "La Federación" pronto clausurado por las autoridades de Venezuela. Se trasladó a Maracaibo donde escribió sus primeras novelas, que publicaba y vendía como folletos, por entregas. En 1891 viajó a los Estados Unidos y se radicó en Nueva York donde fundó el diario “El Progreso” y la revista “Hispano América”. En 1893 regresó a Venezuela y el presidente Crespo lo nombró su secretario particular. Cuando Crespo fue derrocado, Vargas Vila regresó a su exilio en Nueva York. En 1898 iniciará un largo periplo europeo, como Cónsul General y Ministro del Ecuador en Roma. En 1904, será Cónsul de Nicaragua en Madrid y será allí, en España donde se publicarán las dos ediciones principales de sus obras completas. La segunda y definitiva edición de la obra completa, fue de la Editorial Ramón Sopena en 1935.

Rubén Darío estando en Madrid en 1904 se referiría al colombiano así: “El gobierno nicaragüense nombró a Vargas Vila y a mí -Vargas Vila era Cónsul General de Nicaragua en Madrid- miembros de la Comisión de límites con Honduras”... La primera es mi conocimiento con Vargas Vila, el célebre pensador, novelista y panfletista político, que para mí no es sino, juntándolo todo, un único e inconfundible poeta, quizás contra su propia voluntad y autoconocimiento… …Se encontró conmigo en Roma. Fuimos íntimos en seguida, después de una mutua presentación, y no siendo él noctámbulo, antes bien persona metódica y arreglada, pasó conmigo toda esa noche, en un cafetín de periodistas, hasta el amanecer; y desde entonces, admirándole yo de todas veras; hemos sido los mejores camaradas en Apolo y en Pan”. A pesar d estas declaraciones, Vargas Vila y Rubén Darío, en un tiempo fueron enemigos, más sería tras la falsa noticia de la aparente muerte de Vargas Vila en un naufragio cuando Rubén Darío elogió su escritura t en 1917 Rubén Darío publicaría un grandioso y tragicómico anecdotario dedicado a ensalzar la imagen del poeta genial y amigo, a quien siempre quiso y ayudó, al margen de sus posturas políticas que entre ambos, eran en todo punto inconciliables.  

Como si fuese a cambio, Vargas Vila decidió alabar el carácter débil y humano del poeta. Así nació la amistad entre estos dos grandes; una amistad que se refleja en el libro donde Vargas Vila disecciona la labor creadora de Darío para presentarnos una obra de amistad y admiración, donde acepta las debilidades del nicaragüense poeta cumbre del modernismo hispano, sin someterlo a juicios morales. Vargas Vila desglosaría las circunstancias y las épocas de la amistad sincera que los unió. Su narrativa señala la aseveración dramática e incuestionable de las convicciones absolutas y los valores del poeta, aunque por otra parte deplora con elegancia los servilismos sociales y políticos de Darío, así como su actitud hacia el catolicismo y el más allá. Su ironía como siempre es fina y corrosiva, no lo juzga por sus diferencias ideológicas y efusiones católico-sentimentales de la personalidad del poeta, más bien por una predisposición al miedo que le impedía pasar ciertas noches solo y que Vargas Vila, relacionaba con su dimensión de “niño” perenne. El pensador social colombiano, en su fuero interno ríe de la predisposición mística de Rubén Darío, cuando dice de él: “creía en todo, hasta en las cosas más absurdas; el mundo sobrenatural, lo atraía con una fascinación irresistible, como todos los aspectos del Misterio; creía en Dios...creía en el Diablo...y, estos dos fantasmas, lo hacían temblar...”

Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima nació y creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias que parecerían acompañarle durante toda su vida, sin amainar  en sus conflictivas  relaciones de pareja. Estaba llamado a revolucionar  rítmicamente el verso castellano y para ello traería al idioma en tiempos de decadencia, el flujo revitalizador americano, los modelos parnasianos y simbolistas franceses, abriéndolo a un léxico rico y extraño, dándole flexibilidad y musicalidad en el verso y en la prosa, con temas y motivos universales, exóticos y autóctonos. ¿Puede escucharse acaso su “Marcha triunfal” sin percibir su emocionado verso? “¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines, la espada se anuncia con vivo reflejo; ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines”. La etapa modernista de Azul (1888) y luego con Prosas Profanas (1896), sus obras capitales. En 1905 publicará el tercer libro de su obra poética, editado por Juan Ramón Jiménez, su obra maestra: Cantos de vida y esperanza (1905). Los raros, en prosa, y El Canto Errante son otras de sus obras.


Vargas Vila empleó siempre todo su feroz estilo virulento y mordaz, contra los privilegios del clero y de la Iglesia, contra el dogmatismo y la intolerancia. Con frases y metáforas abría heridas incurables y luego les ponía la sal o el ácido de sus renovadas imprecaciones. En Prensa libre polemiza contra los mutiladores del pensamiento, los pinta con destreza y condena la época de la Regeneración en Colombia. Los círculos de obreros anarquistas y socialistas lo leían con avidez y entusiasmo, lo respetaban y lo reconocían como a un maestro. En efecto, por encima de todo, fue siempre un apóstol de las ideas libertarias. Vargas Vila fue una especie de forjador y maestro de la cultura popular en América. En 1923 hizo una gira por América Latina, visitó Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, México, La Habana y otras ciudades importantes. Dictó conferencias, muy agitadas y concurridas. Libró polémicas a través de los periódicos. Los periodistas le hicieron entrevistas escandalosas.

En uno de sus heroicos períodos de búsqueda de la abstinencia alcohólica, en 1913 Rubén Darío viajó a Mallorca invitado por don Juan Sureda, dueño del Palacio del Rey Sancho en Valldemossa, que era parte del convento de la Cartuja donde años atrás viviera en una de sus celdas Federico Chopin y la escritora George Sand. Desde Octubre hasta diciembre permaneció al lado de Sureda, ilusionado en curarse de la bebida. En los tres meses de su estancia en Valldemossa, de octubre a diciembre de 1913, Rubén recuperó su salud y retomó su producción literaria, destacándose el poema “La Cartuja” y la novela autobiográfica “El oro de Mallorca”, novela inconclusa, que intentó escribir entre 1913 y 1914, donde expresaba sus meditaciones y aspiraciones disfrazando su figura en la imagen del protagonista, el músico Benjamín Itaspes. En una de las treguas que le dio el alcohol, se hizo fotografiar con el hábito de Cartujo y luego volvió a Barcelona para nunca regresar a Mallorca. Ya en 1914 Rubén Darío se instalará en Barcelona, donde publica su última obra poética de importancia, “Canto a la Argentina y otros poemas”. Al estallar la Primera Guerra Mundial viaja a América y, tras una breve estancia en Guatemala, Rubén Darío regresa definitivamente a León (Nicaragua), donde fallece en 1916.

Vargas Vila fue considerado la “Bestia negra” del conservadurismo político español por sus tesis anarquistas y libertarias, todas las reseñas oficiales sobre su vida y obra estuvieron lastradas por opiniones taimadas y prejuicios políticos. Abarcando unos cincuenta y cinco volúmenes, su obra integra diversos géneros: la novela, el comentario filosófico, la historia, la biografía, la escritura político-teórica y panfletaria y el drama. Vargas Vila era un prosista singular. Causó revuelo y estrépito. Los curas sermoneaban desde los púlpitos ofreciendo las llamas del infierno al apóstata que leyera los libros de ese monstruo, lo que hizo aumentar explosivamente las ventas de sus obras. Fue al final de esta gira, en La Habana, donde Vargas Vila contrajo una enfermedad extraña que afectó su vista y que terminaría por dejarlo completamente ciego. Regresó a Barcelona, donde transcurrió los últimos años de su vida en completa soledad, sin dar ni pedir cuartel a sus rencorosos enemigos. Cuando ya comenzaba a gestarse el terrible drama de la guerra civil española, murió en Barcelona el 23 de mayo de 1933.

Maracaibo 16 de julio de 2017
REF: 1) A la mesa con Rubén Darío. (2016) Sergio Ramirez. Trilce Ediciones SA;  2) Mil y una muertes. (2004) Sergio Ramirez, Alfaguara Edts ; 3) La semilla de la ira. Consuelo Triviño Anzola (2008), Seix Barral Biblioteca Breve, Edts.

No hay comentarios:

Publicar un comentario