martes, 23 de mayo de 2017

¡Nuevamente la periodista y brillante escritora, Rosa Montero!



¡Nuevamente la periodista y brillante escritora, Rosa Montero!


El martes, 9 de julio de 2013 escribí en mi blog lapesteloca.blogspot.com un artículo sobre Rosa Montero que se titulaba “Marie Curie ( Marie Salomea Skłodowska Curie )” y luego el martes, 16 de julio de ese año 2013 en el mismo blog me referí al libro de Rosa Montero, “La loca de la casa” reproduciendo un artículo escrito por mí en octubre del año 2003 sobre esta periodista y laureada novelista española de quien el mes pasado aquí mismo conversábamos sobre su reciente novela “La carne” ( bit.ly/2q4K982).

En su libro “La loca de la casa” Rosa Montero nos habló con gran desparpajo sobre el tema de la vanidad del escritor consagrado. “La vanidad del escritor no es sino un vertiginoso agujero de inseguridad”... “un basurero emocional”. “La fama es la versión más barata, inestable y artificial del triunfo”, y “el éxito en la sociedad de hoy no está relacionado con la gloria sino con la fama”. “Uno puede vender su alma al poder por tantas cosas, y lo que es peor, por tan poco precio”... “Lo malo es que luego llega el poder y el embeleso por el poder, y a menudo lo desbarata y lo pervierte todo”. “Escribir para dar un mensaje, traiciona la función primordial de la narrativa, su sentido esencial es la búsqueda del sentido. Se escribe, pues, para aprender, para saber, y una no puede emprender ese viaje de conocimiento llevando previamente las respuestas consigo”. “Los narradores sabemos que dentro de nosotros somos muchos”. “La escritura es el esfuerzo de trascender la individualidad y la miseria humana, el ansia de unirnos con los demás en todo, el afán de sobreponernos a la oscuridad, al dolor, al caos y a la muerte”.

Sobre la novela “La carne” ella nos dirá: en “La carne”, me interesaba contar el vértigo de la vejez no solo como deterioro físico, sino en todos los sentidos.  La enfermedad que está agazapada. Es una novela sobre el miedo a la muerte, pero también sobre el miedo a lo que la vida te ha hecho… Por otro lado, “La carne” es una metáfora de todos, porque la gente casi siempre piensa que no ha conseguido ser feliz del todo. Es como un sueño de infancia o de adolescencia. Hay mucha gente emparejada que está desesperada, que tiene como ese agujero negro de no haberlo conseguido. El amor físico puede ser una cárcel, y lo he querido decir. La novela se titula “La carne” por ambas cosas: es la carne que nos envejece, que nos mata, que nos aprisiona, pero es también la carne sexual, la carne que nos facilita un sueño de pasión. Es la carne que nos permite ser eternos, aunque sea un instante. El sexo pasional como el de Soledad es una explosión de vida, de plenitud, la sensación de sentirse querida.

Sobre “el periodismo” y “la novela”; ¡El periodismo es tan distinto de la novela! Son dos posiciones muy diferentes. En el periodismo hablas de lo que sabes, de lo que te han contado, de lo que te has informado, de alguien al que has entrevistado. En la novela no sabes qué sabes: es como ese sueño que sueñas con los ojos abiertos. Por eso en novela hay que tener mucho cuidado con la documentación. Te pasas de documentación y la revientas, porque entonces haces una jaula. En periodismo hablas de los árboles y en novela intentas hablar del bosque, tratas de tener una mirada de conjunto. En periodismo, la exactitud y la ausencia de equívocos son un valor, y en novela manda la ambigüedad. Cuanto más ambigua sea, cuantas más interpretaciones puedas darle, incluso cuanto más contradictoria sea, mejor. Creo que escribo desde dos puntos de partida radicalmente distintos cuando hago periodismo y cuando hago novela. Detesto la novela utilitaria, creo que es la traición de la novela. Las novelas animales, didácticas, ecológicas, feministas me parecen la traición de lo que debe ser una novela.

Sobre la universalidad de la novela dice Rosa Montero: Hay dos maneras de llegar a la universalidad. Una es partir de tu realidad y de tu biografía, y ser tan implacable y tan maduro que puedas terminar viéndola como un entomólogo ve a los insectos, que conviertas tu realidad en la realidad de todos. Esa sería la vía de Marcel Proust, por ejemplo, que habla de su vida, pero no habla de su vida. O de Joseph Conrad: “El corazón de las tinieblas” cuenta toda su historia en el Congo, pero es una novela tremendamente literaria, legendaria, simbólica, y sin embargo parte de su vida. Y la otra vía es la contraria: partir de una realidad que no tenga nada que ver contigo, pero profundizar tanto en ella que llegues a sentirla. Y claro, así también alcanzas la universalidad. Vas a lo básico. Esa sería la vía de Flaubert y “Madame Bovary”. Pienso que la segunda vía es mejor para autores jóvenes, ya que la novela es un género de madurez, entre otras cosas porque tienes que conquistar esa distancia con lo vivido. Yo creo que a los autores jóvenes les conviene enfriar su propia realidad, quitar el ruido de la vida propia, alejarse de lo cotidiano para llegar a lo universal. Y que los autores maduros ya lo tienen más claro, porque ya existe esa distancia. De hecho, el propio Flaubert hizo “La educación sentimental” ya mayor, y ahí sí parte de lo que ha vivido.

Sobre sus novelas en particular le preguntaron en una tertulia nocturna en Madrid. ¿Decía que una de sus novelas que más éxito había tenido, “La hija del caníbal” es de las que menos le gustaba?  Es la que menos me gusta. Que me gusta, entiéndame lo que le digo; la respeto y le agradezco mucho que además me abriera un montón de puertas a traducciones y a lectores, pero a la vez no me gusta porque la hice con oficio, sobre todo. Y le voy a contar por qué la hice, creo que es la primera vez que lo digo. La anterior a esta fue Bella y oscura”, que me sigue pareciendo una de mis mejores novelas. Y además una novela muy personal, distinta, creo que de alguna manera, de forma pequeña, era muy original. Tuve la sensación de que había escrito algo que no estaba escrito, que es a lo que aspiramos todos los escritores. Y creo que tiene un estilo muy depurado, tallé cada palabra y creo que es muy literaria. Me pusieron a parir. Visto desde la distancia, a mí me permitían, digámoslo así, que tuviera éxito, que fuese una escritora no literaria, como periodista, como no sé qué. Y encima mujer en un mundo hipermachista. Me permitían el éxito en tanto en cuanto no sacara los pies del tiesto. Y entonces cambié de registro. Los críticos me la machacaron. Dije: «Ah, sí, ¿qué pasa, que solo se aprecian las novelas más tradicionales?». Yo eso sí lo sabía hacer, si no lo hacía era porque no me daba la gana, y me dije: «Voy a hacer una novela que os va a gustar». “La hija del caníbal” nace  de la venganza. Muchas veces una escribe lo que sabe escribir. Decir que lo sabía hacer fue una soberbia por mi parte, pero resulta que sí, que gustó, que me hicieron unas críticas maravillosas y se vendieron un millón de ejemplares. Y es mi novela más convencional. Aun teniendo cosas que no lo son, porque no me puedo resistir a hacer juegos. Es una novela de aliento, turbadora… Sí, metí cosas personales. Fue menos reto para mí, salvo por el reto de la profesionalidad. Y me sirvió de mucho. Una vez que me lo había demostrado a mí misma, me dije: «Bueno, ya está. Soy más libre, puedo hacer lo que me dé la gana».

Maracaibo 23 de mayo de 2017

NOTA;Una buena  parte del texto aquí publicado, proviene del artículo de Antón Castro entrevistando a Rosa Montero titulado “El amor físico puede ser una cárcel” publicado en Prodavinci el 17 de marzo, 2017  (Material cedido a Prodavinci por La Fábrica / Revista Eñe).

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