miércoles, 9 de noviembre de 2016

Mis tepalcates de Xochicalco




Mis tepalcates de Xochicalco

El hecho de estar invitado, desde ahora, a presentar un trabajo en el próximo Congreso Mexicano de Patología que habrá de darse en Mérida, Yucatán en abril y mayo del próximo año 2017, me llevó de vuelta con el pensamiento a la ciudad donde en 1973 (hace la bicoca de 43 años), describimos en un Congreso de la SLAP y por primera vez en la historia, la relación entre el virus del papiloma humano (VPH) y el cáncer del cuello uterino. Volver a la península de Yucatán será para mí, estoy seguro, algo muy significativo, y quizás por eso, en estos días volví a mirar la novela “La Entropía Tropical”, la primera que escribiría, por allá en la década de los 80, y que solo sería publicada el 2003(dizque por estar escrita parcialmente “en maracucho” y por decir “groserías”) y hojeándola busqué el párrafo que trascribo a continuación…

“Rodrigo piensa en tantas cosas como podría contarle sobre México a Sergio, no todas eran desfavorables, era una exageración sentir rabia por los mariachis, él admiraba en muchos aspectos a aquella nación, y le gustaba su música... En una de las ruinosas fortalezas de piedra, en Chichenitzá, durante aquel viaje a Mérida en la península de Yucatán, él se quedó extasiado ante la cultura de los Mayas, impresionado por sus conocimientos astronómicos y entonces fue cuando comenzó a relacionar a los indoamericanos con los babilonios. Comparó las costumbres religiosas de aztecas, olmecas y toltecas con las de los incas y de los mayas y asombrosamente, era admirable lo matemáticamente precisos que fueron nuestros antepasados, los primeros pobladores del paraíso tropical... Como reliquias, en su casa, durante muchos años había guardado pequeños fragmentos de barro cocido, pedazos de vajillas de barro, los tepalcates, recogidos del polvoriento terreno en las excavaciones arqueológicas de Xochicalco, recuerdos de una tradición tolteca, esperar el fin el mundo y recomenzar otra vez, cada cierto número de años, los designios estaban en las estrellas, y las piezas de barro de cada uno de los recipientes destruidos al final de cada ciclo, eran ahora los pequeños tepalcates... Allá, desde las entrañas de la tierra, Rodrigo miró hacia el cielo a través de un agujero hecho en lo alto del observatorio astronómico, sin telescopios, solo él como miraron con sus ojos rasgados nuestros antepasados toltecas, aborígenes americanos, quienes en las constelaciones precisaban el número de años que faltaban para cada ciclo y luego, la espera, y romper los cántaros y recomenzar, otra vez... Ciclos, pensó Rodrigo…
( Fragmento de “La Entropía Tropical”-novela-2003)


Los tepalcates: son de acuerdo con el diccionario, trozos o fragmento de un recipiente o de utensilios de barro. También se les dice a los utensilios de barro viejos o deteriorados...
Xochicalco: es un sitio arqueológico que se ubica en el Municipio de Miacatlan en el estado de Morelos, México, a 38 km al sudoeste de la ciudad de Cuernavaca, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999.  De acuerdo con algunos investigadores, Xochicalco surgió tras el abandono de Teotihuacan para ocupar el vacío de poder económico y político provocado por ese hecho. El apogeo de Xochicalco tiene lugar en el período llamado Epiclásico (650-900). Durante este lapso se construyó la mayoría de la arquitectura  monumental que es visible hoy en día; su desarrollo y surgimiento se debe entender a partir de su relación con Teotihuacan, que siempre se ha considerado el asentamiento dominante en Mesoamérica a lo largo del período clásico.  Se especula que Xochicalco debió haber tenido una comunidad de artistas provenientes de otras partes de Mesoamérica. Son de especial interés los relieves esculpidos en los lados de algunos edificios. El templo de la Serpiente Emplumada tiene finas y estilizadas representaciones de la deidad, en un estilo que incluye una aparente influencia teotihuacana y maya. 

Xochicalco, palabra náhuatl que significa “en el lugar de la casa de las flores”, es un centro urbano de Mesoamérica cuidadosamente trazado y construido en una serie de terrazas artificiales sobre un grupo de cerros (como La Bodega, La Malinche y Xochicalco) cuya ubicación aunada a la construcción de fosos, murallas y otros elementos defensivos permitiría contener posibles ataques. Este importante centro, referido por algunos estudiosos como el mítico Tamoanchan de los relatos prehispánicos, tuvo su apogeo entre los años 650 y 900 de nuestra era, justo entre la caída de Teotihuacan y el surgimiento de Tula. La Plaza Central, fue posiblemente el espacio cívico-religioso más importante de la ciudad. En el centro de la plaza se ubica un adoratorio que contenía una estela con dos glifos, a los costados los edificios Este y Oeste, y al fondo la Gran Pirámide, que es la construcción de mayores dimensiones del sitio. Con un carácter básicamente político y ceremonial, la Plaza Principal, contaba con un acceso sumamente restringido. En su interior se encuentran las estructuras más importantes del sitio, como la Pirámide de la Serpiente Emplumada, edificio de extraordinaria belleza y enorme significado, decorado con relieves por sus cuatro caras; el Templo de las Estelas, donde se descubrieron las tres estelas relacionadas con Quetzalcóatl y que actualmente se exhiben en el Museo Nacional de Antropología, y la Acrópolis, residencia de los principales señores de la ciudad, que se localiza en la parte más alta del sitio.

La Malinche. En esta área se localiza el Juego de Pelota Sur, el más grande de los tres que se conocen en el sitio, así como veinte altares redondos y uno cuadrado que tal vez se utilizaban para el cálculo del calendario ritual de 260 días, y un conjunto habitacional conocido como El Palacio, que quizá era ocupado por un grupo de nobles. El Conjunto Este. En él encontramos el Juego de Pelota Este, la Rampa de los Animales, integrada por 255 losas con representaciones de animales, y el Conjunto Central, área donde se localiza un altar policromado, un complejo temascal o baño de vapor y una cisterna para almacenar agua de lluvia, la cual era distribuida hacia todo el conjunto, mediante un elaborado sistema de drenaje. El Conjunto Oeste. La gran cantidad de cuevas que se encuentran en las laderas del cerro, no son naturales, fueron excavadas por los xochicalcas para obtener materiales para la construcción; muchas de ellas, fueron acondicionadas para ser usadas con diferentes propósitos, tal es el caso de la cueva en donde se encuentra el Observatorio, en donde se estudiaba el movimiento del sol. Integrado por estructuras situadas sobre la cueva del Observatorio, el cual fue utilizado para la exploración astronómica.


El observatorio astronómico, es el principal atractivo del Sitio Arqueológico y se encuentra ubicado dentro de una cueva con escalones labrados hacia el interior, en donde en el Equinoccio, los rayos solares la iluminan creando un haz de luz extremadamente brillante. Fuera de este día y de la hora cenital; el rayo de luz que posee un punto de enfoque de aproximadamente cincuenta centímetros de piso, si el observador disminuye la distancia del punto de enfoque de la sombra al acercar, por ejemplo la mano al suelo, se crea un fenómeno óptico que difumina el haz hacia los lados creando en el suelo un asombra difusa con más luz al centro del objeto dando el aspecto radiopaco de los huesos de los dedos y brazos como si se tratase de una radiografía, siendo esto sólo una ilusión óptica.  Presenta en su interior un pasillo y una gran cámara con una chimenea que mide de la base a la superficie 8.7 metros, cuya boca del tiro es hexagonal; dicho tiro tiene una ligera inclinación para que los rayos penetren y se vea el hexágono proyectado en el piso de la cueva, además se encontraba recubierta con estuco y pintado de colores negro, amarillo y rojo.  En el período de 105 días, que va desde el 30 de abril al 15 de agosto, el sol penetra por la boca de la chimenea. En el movimiento del sol hacia el Trópico de Cáncer y a su regreso, respectivamente los días 14/15 de mayo y 28/29 de julio, el astro está en su cenit y en el mediodía astronómico: el haz de luz cae directamente a través del tubo proyectando la imagen del sol en el piso del subterráneo. Seguramente aprovechando el fenómeno solar, el lugar fue usado también para ceremonias religiosas.  Actualmente el observatorio se encuentra abierto al público, ya han concluido las labores de conservación. Dada su ubicación geográfica, Xochicalco goza de fama a nivel mundial y es muy visitado, sobre todo al inicio de verano, en que los rayos del sol penetran perpendicularmente e iluminan de manera particular las cuevas, creando un ambiente misterioso.

Maracaibo 10 de noviembre del año 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario