martes, 20 de septiembre de 2016

Elías David Curiel, el poeta órfico venezolano



Elías David Curiel, el poeta órfico venezolano

En el mes de agosto del año 1997, me tocó participar en la “Primera Bienal de Literatura Elías David Curiel” promovida por El Instituto de la Cultura del Estado Falcón, en Coro, estado Falcón. Luego de considerar las novelas y libros de relatos o cuentos participantes, el Jurado de la Bienal, al abrir la plica decidió otorgar el premio en la Mención Narrativa, a la novela “Para subir al cielo…” de mi autoría. Estoy revolviendo estos recuerdos de hace ya casi 20 años, pues tras mi visita a Coro puede entrar en contacto con los personajes que hacían vida cultural en la capital del Estado Falcón, y con ellos, tuve la suerte de conocer la interesante poesía de Elías David Curiel. Me tocaría regresar muchas veces a Coro, en asuntos no relacionados con la poesía, más bien en Jornadas y Congresos de Patología, pero curiosamente Curimagua, y Cumarebo, y La Cruz de Taratara y la gente de la Sierra de San Luís estaban presentes en mi novela. Sí, en esa, la premiada, que por otra parte desarrollaba una recreación de la vida del pintor medieval Hyeronimus Bosch, El Bosco, un artista tan hermético y misterioso que los surrealistas siglos después lo considerarían su precursor. Preparamos una segunda edición de la novela, en la seguridad de que les interesará leerla… Pero es del poeta Curiel de quien voy a contarles algunas cosas hoy.

Elías David Curiel nació en Coro el 9 de agosto de 1871. Sus padres fueron judíos sefarditas procedentes de la vecina isla de Curazao, quienes se establecieron en la capital falconiana a finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, desarrollando un incipiente comercio en el casco urbano de la ciudad y contribuyendo con obras de servicio público.  Elías David Curiel fue precursor de la modernidad literaria en Venezuela junto a José Antonio Ramos Sucre. El poeta coriano de origen sefardita, creó una importante obra literaria que en conjunto fue reunida en tres libros, Poemas en flor, Música astral y Apéndice lírico. En esta especie de cuadernos aparecerá algo novedoso en la lírica venezolana, una poesía con elementos de carácter filosófico, metafísico, de la mitología grecolatina y de la tradición hermético-cabalística de origen hebraico. Entre 1830 y 1856 diversos episodios políticos provocarían el éxodo de los judíos establecidos en Venezuela hacia Curazao, y unos pocos se refugiaron en zonas rurales del Estado Falcón. En 1891,  sanadas “en parte” las heridas del conflicto, los descendientes de los sefarditas en la ciudad de Coro, ya eran reconocidos escritores, poetas, promotores culturales, exportadores e importadores, farmaceutas, mineros, jueces, concejales y agentes de libros y revistas traídos del extranjero, y aunque habían logrado crear una intensa actividad al frente de centros difusores de las artes y las letras, con reuniones mixtas, no lograban aun la plena libertad religiosa para el sefardí.... 

El conjunto de la obra de Elías David Curiel está reunida en los tres libros ya mencionados  que conjugan su creación en la atmósfera fantasmal y alucinante de Coro, una ciudad plena de fulguraciones y resonancias que recuerdan los ámbitos oscuros de Edgar Allan Poe y de Charles Baudelaire, o tal vez nos trae el recuerdo de Lautreámont o de las alucinantes creaciones del joven Rimbaud. Las composiciones de Curiel, van a fundar magistralmente una sólida corriente en nuestra moderna tradición poética, que vendrá a estar representada en las obras de José Antonio Ramos Sucre, Fernando Paz Castillo, Vicente Gerbasi, Luis Fernando Álvarez, Juan Sánchez Peláez, Rafael José Álvarez y Francisco Pérez Perdomo.

Juvenal López Ruiz, en La Voz del Silencio, ha señalado que “no se puede ignorar el contexto del modernismo y su tiempo en la formación cultural de Curiel”. Según Ennio Jiménez Emán, la obra trascendental de este poeta de origen sefardí es “dueña de un temple oracular pocas veces alcanzado en nuestras letras”. El año 2003 bajo los auspicios del Ateneo de Coro y el de otras instituciones culturales del país se editó Ebriedad de Nube, edición corregida de las poesías de Elías David Curiel, incorporando algunos poemas inéditos. En la solapa de este libro, Fernando Paz Castillo afirmaría que: “…los versos de Elías David Curiel tienen el romanticismo de Musset, inquieto y sensual, y las profundidades, en veces impertinentes de Baudelaire. Y sobre todo una marcada influencia de la Biblia con su grandeza, desolación y erotismo”. Virgilio Medina, en “Creyón para el retrato de un poeta maldito”, de Editorial Arte, describe al poeta de esta manera: “Los retratos físicos que de Elías David Curiel se conservan, nos lo presentan como genuinamente fue: flor y fruto desgajado del remoto y gigantesco árbol de Israel. El rostro ovalado; los ojos abstraídos como aferrados a una visión de pesadilla interna; la nariz enormemente corva, hebraica en todas sus sinuosidades, le imprimía junto a su barba rubia de Nazareno, un aspecto hierático de penitente profeta bíblico”. Enrique Arenas Capiello, en El Discurso del Insomnio, al hacer un estudio crítico del libro Ebriedad de nube, ha dicho que: “Elías David Curiel es un rara avis en el panorama de la poesía modernista y posmodernista latinoamericana”.

Precisamente el recordado profesor Emérito de la Universidad del Zulia, Enrique Arenas Capiello en su libro El azogue ubicuo será quien habrá de analizar ampliamente la obra poética de Elías David Curiel, destacando como ya “en la tesitura tonal” se percibe “un cierto registro, oscuro, abrupto, seco”…  “no sé si llamarlo ronroneo o cigarrones sonoros de la mudez o del temblor”… “su decir, su ectoplasma parece chirriar sobre el verso con un deslizamiento apagado de cancela herrumbrosa, de puerta quejosa, de alacena o cama rechinante”… “un registro de texto; emerge primero hacia el mundo desde los murmullos, las grietas, las oquedades del verbo”.

 La nostalgia por una niñez no vivida emergerá tempranamente en Al través de mi vida, un extraño texto en la poesía de los inicios del pasado siglo XX: “Mi niñez no supo de hermosa cometa/ni de la peonza que ritma el planeta/, ni nunca de la copa del árbol subido/, saqué los piantes pichones del nido/, ni fui con los otros rapaces al pozo”. Música de los vocablos de un esteticismo raro y hedonistaMás quela voz del silencio”,  como dijera Curiel mismo, habría que hablar de los cuerpos y las formas del silencio”. Según Enrique Arenas, la poesía politonal de Elías David Curiel, en el mediodía de las visiones y en la noche de los silencios, es palabra que quiere hacerse música, y epifanías que trasmiten atmósferas de pavor silencioso. Al través de mi vida es sin duda, un texto fundamental en la poesía venezolana contemporánea.

Maracaibo, 21 de septiembre del año 2016

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