lunes, 20 de junio de 2016

La perversión de la utopía del siglo XX




LA PERVERSIÓN DE LA UTOPÍA DEL SIGLO XX


En el siglo XXI, ya muerta y enterrada la URSS, el libro de Padura sobre el asesinato de Lev Davídovich Bronstein mejor conocido como Leon Trotski, nos obliga a hacer una honda reflexión sobre lo que él mismo denomina “la perversión de la gran utopía del siglo XX”. El autor insiste en que su obra es una novela, que ha sido escrita tomándose todas las libertades que le permite la ficción, donde la presencia de una cruda realidad histórica aparece rutilante en cada página de la novela y hace de El hombre que amaba a los perros(Tusquets, Barcelona 2009), una fantástica obra literaria ganadora de varios importantes galardones que a Padura le han valido, -a pesar de relatar descarnadamente la realidad sobre las desgracias que a su patria le ha endilgado la revolución cubana-, para recibir el Premio Nacional de Literatura del año 2012 en La Habana.

La segunda muerte de Ramón Mercader, de Jorge Semprún; El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura, y la sección “La muerte de Trotsky referida por varios escritores cubanos, años después (o antes)”, perteneciente a Tres tristes tigres de Cabrera Infante, son todos  textos que poseen coincidencias político-ideológicas, y en todos ellos el desencanto clausura fatalmente a las utopías políticas.

El asesinato de Trotsky el 22 de agosto de 1940 en la ciudad de México generó consecuencias insospechadas al darle punto final a una conspiración y un terrible acoso que marcaría el final de un proyecto destinado a direccionar la historia política de la izquierda. La cruel realidad ahora en conocimiento de todos, para aquellos años escindió al Partido Comunista de otras organizaciones izquierdistas, y daría origen a varios textos literarios, los cuales a la vez, se apoyan en realidades fielmente expresadas en uno de los textos capitales de Trotsky. Ya en el exilio tras la muerte de Lenin, el forjador de la Revolución de Octubre que en noviembre de 1917 le permitió a los bolcheviques tomar el poder en Rusia, desde la introducción de “La revolución traicionada” le informaría al mundo, como…“toda la vieja guardia bolchevique fue sometida al exterminio físico, fusilados los organizadores del partido, los participantes en la Revolución de Octubre, los edificadores del Estado soviético, los dirigentes de la industria, los héroes de la guerra civil, los mejores generales del Ejército Rojo, entre ellos Tujachevski, Iakir y Uborevich... En cada una de las diversas repúblicas de la Unión Soviética, en cada provincia, en cada región, la depuración fue sangrienta, no menos feroz que en Moscú, aunque más anónima”.
 

Ana María Amar Sánchez, Doctora en Letras de la Universidad de Buenos Aires y profesora de la Universidad de California, Irvine, publicó en Estados Unidos “El arte de la política/la política del arte: Semprún y Padura ante el asesinato de Trotsky”, texto que analiza cuidadosamente las novelas de Jorge Semprún y de Leonardo Padura en los Cuadernos de Literatura Vol. XVI No.35, de enero-junio 2014. Según Amar Sánchez, “la novela de Leonardo Padura, El hombre que amaba a los perros, es un ejemplo paradigmático de un proyecto estético que se plantea abiertamente como político”. En ella se entrecruzan tres investigaciones: dos muy ceñidas a la historia que se enfocan en Trotsky y en su asesino Ramón Mercader, y la tercera historia que tiene un protagonista, narrador ficcional que nos conduce a recordar que Padura es un escritor de tramas policiales, reconocido como el creador del teniente investigador Mario Conde, protagonista de una serie de ocho novelas, desde Pasado perfecto (1991) hasta Herejes (2013), y será precisamente su fascinación por Raymond Chandler la que le llevará a usar el título de uno de los cuentos del escritor norteamericano presente en la colección de Asesino en la lluvia (El hombre que amaba a los perros) para ofrecérselo a su propia novela sobre Trotsky y su asesino, Ramón Mercader. Ana María Amar Sánchez opinará finalmente sobre las novelas de Semprúm y Padura, que “las dos narraciones, las dos ficciones, clausuran las mismas ilusiones con las mismas dudas y el mismo desencanto”.

La novela de Padura, sin lugar a dudas es una ficción, pero dos de las tres secciones que la conforman se perciben como eminentemente históricas y no obstante, con todo y las consideraciones que György Lukács haya hecho sobre la novela histórica,  obligan al lector a recordar lo que ha expresado Javier Cercas, de que “el novelista está autorizado a engañar”, hasta llegar a repetir que pueden haber tantos Quijotes y Madame Bovary como lectores existan, pues los libros son tan solo letras impresas que siempre precisarán de un lector para darles vida.

Maracaibo, 20 de junio del 2016

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