miércoles, 13 de enero de 2016

Apuntes de viajero y final de los relatos OTRO VIAJE A BUDAPEST



APUNTES DE VIAJERO EN TIERRAS LEJANAS      
                                    VII 
  OTRO VIAJE A BUDAPEST
 A Clarita Finlay, con cariño

     Viajar a Budapest desde Viena por el Danubio azul es algo fascinante, una nota como dirían los chamos de ahora. Tú siempre quisiste hacerlo y te quedaste con las ganas en dos oportunidades anteriores, estabas en Budapest y no lograste regresar a Viena, la última vez pensaste, fallé y ya no podré hacerlo jamás. Nunca digas eso... No lo esperabas, no lo habías planificado y se dieron las circunstancias, así de fácil. Nunca sospechaste que el viejo Danubio esperaba por ti. Más de cuatro horas sobre sus aguas, y pensaste en el almirante y en su tercer viaje, a la tercera va la vencida, en esa oportunidad pisó la Tierra de Gracia, al desembarcar, tú y tu amigo pisarán las riberas del Danubio frente al Monumento de la Liberación, en Budapest.
     A una velocidad de 150 kilómetros por hora, traspasarán la cortina de hierro sobre el agua, flotando en un colchón de espuma. Así no hay telón galvanizado que nos detenga, lo pensaste y unos minutos después de zarpar dejando atrás las aguas austríacas te percataste de lo increíble que resulta tener en la margen derecha a Checoslovaquia y en la margen izquierda al país de los magiares, ¡las llanuras de Panonia! Recordaste al singular Atila con sus hordas de bárbaros, los Hunos y los otros, que eran los romanos, enfrentados ejércitos para dejar correr la historia y terminar con los alemanes, luego los rusos y los aliados y tanques y obuses y todos los horrores de las guerras que durante siglos habrán de ver al pueblo magiar defendiendo sus valores, sus costumbres, sus creencias ante las hordas de invasores. No todo es sopa de goulash y paprika con gemir de violines gitanos, hay rostros contraídos y miradas torvas y ves ceños fruncidos de pobladas cejas, pero también están los ojos de almendra, las simpáticas miradas de cervatillo y las piernas torneadas con minifaldas, hay coles rellenas de carne y de nuevo los violines llegan trayendo por el aire la música hasta el sitio… Recordarás haber estado en un silencio donde solo se sentía el chisporrotear de los cirios, en la iglesia de Matías, con velas en candelabros y murmullos, rezaban los húngaros, como en tu niñez y recuerdas aquel disfraz de carnaval para tu prima, diminuta bailarina húngara… Noches de Hungría, decía la canción, nunca las olvidaré... Pero en este momento, el sol corre saltando por la orilla y hace brillar los castillos en ruinas, las casas de campesinos, un arado, y tú sabes que van hacia la ciudad de los puentes, la del castillo encantado en la colina, la de los baños termales, no puede ser, parece irreal pero vas sobre las aguas del Danubio, hacia Budapest, ¡otra vez!, y el cielo es de un azul zafiro sin una sola nube y el sol brilla incandescente creando sombras en una vieja fortaleza en la margen izqueirda, tal vez romana, y te imaginas a un viejo guerrero magiar con su cota de malla y largos bigotes, él cubre su cabeza con un lustroso gorro de cuero y apretará en sus manos un gigantesco mandoble...
     Has pensado en cubrirte la cabeza cuando salen a cubierta pues el viento clava alfileres helados en tu rostro. ¡Refrescante!, le dices a tu amigo y asciendes hasta el puente, admiras el río de frente y al voltear, detrás hay una gran estela de espuma... Se han quedado los dos un rato en la popa, si se puede llamar así a una barandilla en la que se apoyan para no caer mientras sienten el viento helado que no les impide beber un poco de vino y ponerse a cantar, es bueno el momento, para a pleno pulmón ensayar un dúo. Entonan entonces la sin par Granada. Mi cantar se vuelve gitano… Te imaginas como niño, tiple en el orfeón de tu colegio, ¿cuánto tiempo hacía que no cantabas así?, Agustín Lara a gritos, ¡de lindas mujeres de sangre y de sol! En la escuela primaria en tu colegio, te atrevías a cantar en público. Ante tus hermanos lo hacías, ¿cuantos años tenías?, cinco tal vez, Muñequita linda… ¿Lo recuerdas? Años vendrían más adelante, de silenciosas inhibiciones, ahora sobre el Danubio, con tu amigo, cantas, como si de ello dependiese tu vida, como si te estuviesen ofreciendo una última oportunidad. Ocasión sin par, en la popa de la nave que vuela sobre el río, sobre la cubierta donde no hay más nadie, tan solo un poco de vino y dos amigos, cantando...
     Serenella es una italiana maciza, campesina de la campiña en los alrededores de Venecia, de manos curtidas y piernas gruesas con grandes pies acostumbrados a pisar las uvas dentro de grandes toneles. Es ella quien ahora asciende hasta la popa por la escalerilla y Hernando, galante, la ayuda ofreciéndole una mano. El marido de Serenella es un gigantón de casi dos metros de altura, la ausencia de sus incisivos inferiores le dan una apariencia descuidada, pero él sonríe constantemente; ambos forman parte de un nutrido grupo de campesinos italianos que viajan a Budapest sobre las aguas del Danubio azul. Hernando y tú ya han brindado con ellos, salud, ¡salute!, y ellos han sacado vino de la casa, son vinicultores los amigos vecinos de la reina del Adriático. Nos regalan una botella sin etiqueta de un rose muy claro, muy suave. Vino de la campiña italiana hecho en casa por amables hombres y mujeres del pueblo. Ellos parlan, comentan, inquieren, desean saber cosas sobre Venezuela, sobre Colombia, la lejana y misteriosa Suramérica… ¿El vino?, ¡eh!, e buono, es delicioso. Uno de los signori le dice a Hernando, ¡eh, salute! Brinda levantando un vasito de plástico lleno de vino y él le comenta que el vino “e un bocato di cardinale”. ¿Ma como di cardinale?, riposta el compañero de viaje... ¡E un bocato di Papa! Tú te ríes con los demás campesinos admirando el rostro curtido del viejo, escaso de dientes, ma felice di parlare con dos personajes de tierras tan lejanas. Se balancea suavemente la lancha mientras flota veloz sobre el río, Serenella te sonríe mientras coqueta, se arregla el cabello recogiéndolo con una cinta y dejándote ver el vello de sus pobladas axilas. Del interior de unas bolsas de papel que reposan entre las piernas de los italianos, surgen como por arte de magia el queso y grandes panes y la mortadela y luego más vino.
     Tú la miras, a ella. Desde que zarparon la atisbas con el rabo del ojo, es la jovencita que les sirve a todos, se desplaza entre la gente con suavidad, sonríe todo el tiempo, es una rubita austriaca disfrazada de campesina húngara, y se llama Claudia Hirsh. Tan solo tiene 21 años, en realidad parece una escolar, delgada, de nariz respingona, ojos azules, hoyuelos en las mejillas, sonríe de nuevo mostrando unos dientes insuperablemente bien distribuidos, y además, habla, ¡es de locura!, habla en perfecto español. Hernando y tú la interrogan, y averiguan que Claudia, ¡habla quechua!, la lengua madre de los Incas, y por si fuera poco habla inglés, francés, italiano, alemán, holandés y pare usted de contar porque tiene explicaciones por demás para todo lo que se les ocurre y tú anonadado escuchas como Hernando en actitud paternal le recrimina el feo defecto de fumar. Es solo cuando viajo, se excusa ella. Es desagradable riposta él, ese olor a nicotina en una joven tan bella como tú, y tú piensas que siendo supremamente bella habría precisamente de llamarse Claudia, como la cantante del fraterno país. Desde luego, tú ya estás impactado porque uno termina por creer que tú te impresionas ante cualquier escoba con trapos, y piensas dubitativo que es un grave problema por lo que te vas de vuelta a la popa, donde el viento sigue siendo el mismo fabricante de heladas agujas. Con tu vasito de vino blanco, y piensas en tu tierra, en Saudy tan lejos, y entonces tarareas, murmuras y luego cantas... “Mi canción de amor, viene a turbar, la calma y el silencio, y mi pobre voz, alzándose en la noche te despierta”. La serenata que aprendiste desde niño, “debes perdonar y comprender mi corazón tan necio, que por arrullar al azul de tus ojos, te desvela”... Hernando entona con mucho sentimiento una canción que a ti te suena muy colombiana, y que luego él te dirá que se llama Amapola, y tú estarás sorprendido, pues no sabías que existiese otra Amapola que no fuera la que tú adoras en los hierros de su reja, la que escuchó la triste queja, al escuchar tu dulce canción, y Hernando te explica que es una vieja canción de la época colonial, pues él, como tú, también se ha transportado a su infancia lejana, a su niñez en Ibagué… Luego la juventud, y ambos miran a Claudia quien se asoma por la puerta de madera y los ve en la cubierta, friolentos. Ella con su disfraz de húngara parece una verdadera tarjeta postal para estimular el turismo. ¡Viaje por el Danubio hacia Hungría con Claudia Hirsch! ¿De qué signo del zodíaco será esta catirita sangre liviana? Tú piensas en Piscis y luego en escorpiones. El 21 de noviembre cumpleaños Hernando. Sagitarios limítrofes los del 22 de noviembre, como tú, y analizas el asunto de las coincidencias, si hubiesen sido compatriotas no congeniarían tan bien. La amistad no puede expresarse con palabras, lo piensas y te parece curioso que sea con un colega del hermano país con quien hayas encontrado tantos puntos de identificación, un amigo que para colmo tiene más de veinte años viviendo en los Estados Unidos, pero Hernando es a todas luces más colombiano que el difunto Gaitán, solo tenés que verlo mijito, y si lo oís, ya no te caben más dudas, ¿y cómo así?, venga le cuento y vea no le digo pues que, ¡es un colombiano exiliado!, y tú piensas que también eres un exiliado, pero de Maracaibo, de la República del Zulia, ¿más cosas en común?, la amistad es también recíproca y por ello aseguras que ha valido la pena viajar con Hernando sobre el Danubio azul, rumbo a Budapest.

     Regresar a Viena por tren desde Budapest siempre ha de ser una experiencia inolvidable. Cuando hace varios años penetré la cortina de hierro por tierra en un vagón de segunda, me asombró la meticulosidad de los agentes aduanales del gobierno comunista, parecían buscar un polizonte, como si alguien se les quisiera infiltrar sin autorización, sin pasaporte y yo pensé, caray al regresar desmantelarán los vagones para buscar a los que se escapan, pero no fue así, por cierto, fue muy diferente. La salida era sin duda alguna más expedita. Ahora, había una tranquilidad pasmosa, en un apacible atardecer, cuando dejábamos Budapest, y caminamos con calma por el andén de la Estación Central. Buscamos un vagón que decía ser de primera y un compartimiento cómodo, pero en el fondo, todos lucían idénticos, los de segunda y tercera eran lo mismo, dos sillones frente a frente y el espacio arriba para ubicar las maletas. Escuchamos los silbatos y el tren que notamos casi vacío, comenzó a ponerse en marcha. Espero que no estemos en el vagón equivocado y vayamos a parar a Estambul, le comenté a Hernando, quien risueño me informó que el viaje solo habría de durar unas cuatro horas. De pronto apareció en la puerta del compartimiento un joven quien nos hizo señas de querer sentarse con nosotros, nos habló en perfecto inglés. Pues sí, ¿y por qué no? Pase adelante. Lazarus es griego, y tiene 23 años. Es un tipo blanco, perfilado, atlético, estudiante del último año de Medicina en Atenas. Era increíble, otra vez las coincidencias, pero ya con este joven griego nos habíamos tropezado antes en un insufrible tour en autobús alrededor del Bastión de los Pescadores. En aquella oportunidad decidimos desertar del grupo ante la chillona e insoportable voz de una vieja guía y por el deseo de penetrar y estar un rato bajo las bóvedas de la iglesia de Matías. Un templo gótico, lleno de colores y arcos románicos, donde había tenido la suerte de asistir a un concierto de música sacra de Johan Sebastián Bach, varios años atrás y me revolvía gratos recuerdos de mis conversaciones con un famoso patólogo argentino, el difunto profesor Moisés Pollack.   
        Lazarus es hijo de un ferrocarrilero, su padre trabaja en trenes y en el gobierno griego, por lo cual él viaja gratuitamente en tren por toda Europa, y así fue como esa tarde, el destino lo trajo hasta nuestro vagón. Lazarus espera lograr una posición académica en Ulm y le gustaría ejercer en Alemania al graduarse. En Grecia tendría que esperar entre uno y cinco años para poder ejercer libremente, nos dice y explica que antes tiene que cumplir con el servicio militar. Es un tipo simpático este Lazarus... ¡Lazarus se le dice también al bicho, porque muere y resuscita! Es Hernando quien se lo dice y había que ver la cara de asombro del muchacho. ¡Oh come on Lazarus, I am only jocking! Luego, él se rió a carcajadas, mientras Hernando me comenta quedamente que seguramente estará pensando que somos unos dementes. Él sonríe y nos comenta. It is okey with me. Colombia, Grecia y Venezuela en tren. ¡Que verraquera!... y se dio inicio a un contrapunteo geográfico. Hernando lo interroga inquisidor. ¿Capital de Malasia? ¿Capital de Indonesia? ¿Capital de Australia? Él va respondiendo, a trompicones, sí. Kuala Lumpur, Dakarta, Camberra.  How can you know so much about geography? Are you both some sort of teachers? Entonces tratamos de presentarnos formalmente. Somos patólogos. Physicians? El estudiante de Medicina se entusiasma. From South America? Hernando de nuevo a la carga. ¿Qué sabes sobre Cristóbal Colón? América, ¿de dónde viene el nombre?, Américo Vespucio, ¿y Venezuela?, la Venecia del Coquivacoa ¿Has oído hablar de Alonso de Ojeda?... ¿Cómo brindas en griego? ¿Cómo en otros idiomas? Salud, salute, campai, y, ¿cómo se insulta en diferentes idiomas? Relucen maldiciones en griego, ¿y qué tal en turco?, griegos y turcos no se las llevan muy bien... Terminamos hablando sobre Estambul, sobre la tragedia de Armenia, de armenios y turcos... La historia... ¿Qué queda ahora de los persas de antaño? Babilonia es Bagdad. ¿Qué es lo que queda de los griegos? ¿Algo de Esquilo? Recordamos a Edipo rey. ¿Volveremos a ver algún Pericles? You know what Lazarus?, in your life you have to do everything intensively, that is the secret, intensively, if you take a shower, you have to feel the water hiting your skin, intensively, study and concentrate yourself in what you are learning, when examining a child, give you completely, intensively... 
        Yo los miro y pienso que Hernando, quien ya es abuelo, conversa con Lazarus como un patriarca, él pone todo el cariño y la sapiencia de lo que es la vida en sus consejos, se los ofrece gratuitamente y el joven griego los capta. Voltea momentáneamente y me dice. Siento como si hablara con uno de mis hijos y con acento británico el inglés de Lazarus nos informa. I think I am a good student... Yes, tha´s what people say.  Hernando piensa en sus hijos. Por la ventanilla el sol corre como una pelota anaranjada ocultándose a cada paso tras sombras muy negras. A mí, Lazarus me recuerda a Jorge Eduardo, me impresiona por su buena educación, su don de gente... Súbitamente Hernando le está planteando el Teorema de Pitágoras, y ¡ajá!, el joven griego sabe cómo hacerle frente a la situación y lo resuelve para plantearnos luego un problema matemático sin solución posible, por lo que terminamos cayendo en una discusión sobre la Filosofía… Lazarus nos dice. Greeks now, are not the same. People have changed. We have had so many invaders, so many nations, countries, politicians... We greeks are not the same. La historia de una vieja nación reflejada en la opinión de aquel joven de la generación actual no deja de tener un dejo de nostalgia, la tristeza que proviene del conocimiento de que ya no nacerá otro Eurípides, no vendrá otro Fidias, ni un nuevo Pericles, no más Sócrates ni nadie que construya algo como el Partenon, y yo reflexiono sobre nuestro entrópico paraíso tropical… Somos un pueblo pobre, abandonado, sin una historia centenaria, algunos nos considerarán una escoria del Tercer Mundo, pero somos ricos en futuro, abiertos hacia el porvenir. Grecia en la persona de un joven médico no aspira por más filósofos, ya su esplendor pasó, les quedan las casitas blancas brillando al sol del Mediterráneo, piedras y la belleza de una línea de añil en el horizonte y eso es bastante... 
      Entonces hablamos sobre Constantino y yo traje al tapete a Justiniano, a Juan de Capadocia y a Teodora y conversamos sobre el significado del manto purpurino, de aquí pasar a Ronald Regan fue un solo brinco histórico. He´s a son of a bitch! Los gobiernos entregados a los negociadores de los grandes consorcios de los Estados Unidos, es un lugar común. Hernando insistirá. Goberments are like prostitutes! Lazarus expresa sus deseos. I hope to be a pediatrician, bu how to get into USA?  Hernando le da detalles sobre cómo y dónde tomar el ECFMG. You have to take it. Pediatricians in general practice have a good chance in USA at the present time. Lazarus me ha impresionado tan bien que pienso que no era esa la idea que yo había tenido de ningún griego. Joven y educado. Lazarus nos llevó de vuelta a la época del Monte Olimpo y después del siglo de oro, por Praxiteles caímos en Sófocles y luego en Platón... ¿Tal vez así eran los griegos de antes? Lazarus es ateniense, Argimiro es colombiano y yo venezolano y maracucho. Un colombiano y un maracucho exiliados, fuera de su terruño, uno en los Estados Unidos, el otro, viviendo en Caracas, la sucursal del cielo... ¡Saudy, cuanto te pienso! En este viaje, entre Viena y Budapest he sentido el recuerdo de todos, a Jorge y a Juan los tengo ante mis ojos con Lazarus, Tomy con los cuentos del Rodrigo de Hernando. Clarita y Beatriz se han cruzado en nuestros conciliábulos. ¡Francisco, como quisiera haber estado más tiempo de mi vida contigo!, Hernando se ha asombrado con las increíbles hazañas de Pablito y del catire Fernando con su estenosis pilórica y el susto que pasamos cuando recién nacido y ahora con la bolita no descendida en espera aún de otra intervención. He llegado a encontrarme pensando en inglés y ese fenómeno hacía años que no me acontecía. Fue bueno recordar lo sucedido en el tren, entre Hungría y Austria, allí alejándonos de Budapest vivimos y disfrutamos una cátedra de la vida, sincera, abierta, fructífera e inolvidable.

Con algunas modificaciones, tomado de “La Entropía Tropical” novela, Ediluz, 2003.
Maracaibo, 12 de enero, 2016.

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