miércoles, 30 de julio de 2014

Final del Taller de Narrativa 2014 en Maracaibo.



Resumen de una muestra sobre algunas de las narraciones escritas y conversadas por los seis participantes del TALLER DE NARRATIVA del Movimiento Poético de Maracaibo, durante el año 2014.


PARA TI, ADA.
Néstor González
Hubo una vez… solo una vez, que yo creí tener la luna a mi alcance y se me fue. Nunca más la vi. Aun me pregunto ¿por qué? , ¿qué fuerza ignota se la llevó? Era mi luna … Pensaba en ella y aparecía, radiante, siempre para mi…  Complaciente cual fiel doncella, y  yo la mimaba y ella sonreía, para mi sonreía… callada, siempre callada… hermosamente callada. De esa manera, yo llegue a ver a la luna sonreír… Siempre para mí, siempre para mí. Sentíamos la misma emoción; no sabíamos de tiempo ni de palabras. ¿La distancia que nos separaba? Nunca supe como la recorría ella, quizás escurriéndose entre los helechos y las piedras de algunos ríos que debía conseguir en su camino.Así llegábamos, y sabíamos que estábamos… que cosa… yo llegue a ver a la luna sonreír. Me emociona escribir esto…
Esperando la noche, de algún modo siempre la misma nave, con los mismos seres, pasaban por ti. Te convencieron la primera vez y te embarcaste, -sin saber que te esperaba- como uno de los pasajeros.   Nos llevaron… y tú, Luna, te dejaste llevar.  A partir de ese momento te supe alcanzable, lo había conseguido… tocar la luna y sentirme tocado por ella.  Luego, mucho tiempo después, donde siempre fue nuestro punto de encuentro y de despedida, supe de dos estrellas tuyas que allí estaban  –donde tu solías estar- , solas, solas… sin ti. Y me dije, pregunté, ¿por qué están solas? , ¿y mi luna? No esta con ellas… ni con nosotros.   No sé qué paso por mi mente en ese momento…  Aun no logro recordar, con claridad , si vi una de sus estrellas o las dos… ni siquiera sé cómo se fue.  Me aferro a la idea de que si no se pudo despedir, así como dejó dos estrellas, pudiera haber dejado un rayo que algún día aparezca y me guíe por el camino a seguir , cuando en algún momento decida salir a buscarla, como antes… como antes… Y encontrarla.
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SOLO PARA LOCOS.     
Kharim Socorro
Carretera larga esta  Lara –Zulia, distraje la mirada en uno que otro araguaney  floreado y una alfombra aterciopelada incandescente. Miro por el parabrisas. Un golpe seco distrae mis pensamientos, un pajarito se había  estrellado  contra  el vidrio. Sin poder decir nada, Álvaro me miraba y le comenté lo largo del viaje a Apartaderos.  Álvaro me comentaba que no sabía cómo subiríamos  la montaña, para llegar hasta la cabaña, y nos planteábamos  si  reconoceríamos a nuestros amigos, pues eran más de 20 años  sin verlos. Seguimos por ese paisaje que nos lleva a la bifurcación, para seguir a Santo Domingo, a unos metros de ella se encuentra la montaña y decidimos que yo iría a pie, ya que el carro patinaría. ¿Cuál de esas dos cabañas sería?  Solo  dos vacas en la lejanía. Un río pasaba por un lado de las cabañas y el  frío calaba los huesos   De la cabaña salía un ermitaño, vi a ese hombre de pelo largo, alto, doble. Venía disparado a abrazar a Àlvaro. Sus risas llenaban el silencio de la montaña. Apresure  mis pasos para llegar al encuentro del personaje. Leo ya me esperaba y su abrazo casi me dejó sin aliento. Solo para locos, era el nombre emblemático de las casas de Leopoldo. Vigas de madera, igual que sus pisos y techos. Sus paredes eran de ladrillos decorados con piedras de río. Dos enormes perras se abalanzaron y nos hicieron trastabillar, detrás de ellas venía otra desconocida. ¡ No podía ser! Waldina, mis ojos no daban crédito a esa imagen de mujer campesina, con una ruana. Nos abrazamos y sé que cada una de nosotras viajó en el tiempo para reunir recuerdos. Wualdina se quedó en silencio. Le llegaba en oleadas una marejada de recuerdos, miró a Leo y la felicidad  se reflejó en nuestros rostros. De pronto, Waldina empezó a inquietarse, nos dijo que eran las cinco de la tarde, que pasáramos a la sala y  que prendiéramos la chimenea. Entramos a regañadientes y Álvaro y Leo empezaron con los preparativos de la cena, mientras nosotras, cantábamos a gañote partido en el karaoke. Se me ocurrió querer abrir la ventana, Leo y Waldina a unísono gritaron ¡noooo! Me quedé petrificada y algo confundida  ¿cuál era la razón? Me respondieron que estábamos a -2 grados. Abrí la cortina, miré la negrura y de pronto unos ojos centellantes estaban pegados  en la ventana Ellos me gritaron: ¡no mires! Yo seguía pegada a la ventana, tratando de ver pero no había nada. Pasados algunos minutos la luz empezó a parpadear. Sin más, nos quedamos en completa oscuridad, solo se oía el viento y de pronto un toque en la puerta. Grité. ¿Por qué no abren esa puerta? ¡Y un alarido desgarrador nos traspasó el alma. Waldina habló con voz casi inaudible. Era el Dr. Rosendo.  Waldina se interpuso entre la puerta y yo, y gritó que era su alma, que estaba muerto, vagando cada noche de mal tiempo. Él había muerto en la carretera que pasaba por la montaña, apareció sentado fuera de su auto. Lo consiguieron congelado.  Después de pasar el susto tomando unos palos secos de canelita, nos fuimos al cuarto, esperando el amanecer. Prendí  una pequeña linterna y me percaté que todas las ventanas  tenían cruces. El terror reinó en mi cuerpo. Al amanecer, pensé que la noche anterior en la cabaña de Apartaderos había sido una pesadilla. La presencia de nuestros amigos me volvió a la realidad. Cuando nos volvamos a ver, esa experiencia nos hará reír… Pasará mucho tiempo antes de regresar  a ese lugar…               
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 CUANDO NOS VOLVAMOS A ENCONTRAR
Paola Villalobos.
Prometo recordarte a lo lejos y aunque la distancia haya enfriado todo prometo guardar tus recuerdos, esos que juntos con el día a día hicimos reales.  Cuando te vuelva a encontrar allá en lo más profundo de mis ojos estará ese rayo de luz hoy ilumina mi mirada que te dice que quiero vivir cada instante intensamente, instantes que tú no sabes perpetuar porque siempre me das la opción de volar, volar a un mundo contigo y sin ti.  Cuando nos volvamos a encontrar yo estaré con ese vino de los mejores que tanto me anunciaste hasta que llego, buen amante dándolo más que el todo, con apegos, encadenándose a mi cintura ese chico perfecto y único que hoy llena mi vida de una dulce melodía. Cuando nos volvamos a ver,  sé que sudaremos frio, me sudaran las manos, sentiré que eres y no serás jamás.  Cuando nos volvamos a encontrar evocare el sudor de mis labios, el aroma único de mi piel, la cadencia de mis caderas al amante “y cuando ya no te quiera lo sabrás aunque no te lo diga lo sentirás desde lo más profundo porque la indiferencia jamás pasa desapercibida”  Cuando nos volvamos a encontrar.
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EL PURGANTE                  
Manona ( Emérita Mercado )
Una mañana al despertar sentí  un presentimiento. Era como si algo me avisaba que mi vida tendría un cambio, pero no hice mucho caso porque yo siempre estaba en otro mundo, como decía mi madre. Esa mañana llegue a la Normal, a primera hora. El profesor Alìrio Storey  entró al salón y empezó a pasar lista. Fue hasta el pizarrón  y  colocó la fecha: Martes 13. Inmediatamente vino a mi memoria la escalera, el zaguán y sentí un escalofrió que me hizo mover la cabeza en forma negativa. Termino la mañana y nos marchamos cada quien a su casa. En la tarde me prepare para irme al trabajo. La señora encargada de la limpieza me entrego la llave y se marchó. Avancé  escaleras arriba sobre el mármol mohoso que se perdía ascendente en la densa oscuridad del zaguán. Un olor penetrante entraba a mis pulmones, sentía que un sudor frio invadía mi cuerpo. La escalera no tenía fin. Trataba de subir los escalones y al colocar el pie resbalaba  y el escalón escapaba, de pronto recordé que en mi cuello siempre tenía una cadenita con la imagen del Cristo;  tome la imagen,  la empuñe y como  por arte de magia la escalera se paró.  Una mano invisible me empujò, me hizo volar y caer en el zaguán. Allí me quedé sentada un rato. Al levantarme,  nada de lo que estaba a mi alrededor estaba quieto, todo se movía, yo, caminaba por las paredes, por el techo y lo hacía como si una música oculta me obligara a bailar, quede frente a una puerta que inmediatamente se abrió y fui empujada hacia la habitación.  Un haz de luz daba vuelta e iluminaba la estancia, había mucha gente sentada, otros bailaban. En la barra había mesoneros preparaban bebidas y las llevaban a las mesas. Una música de rock sonaba. La mano invisible me guiaba, me llevaba mesa por mesa. Todos me saludaban efusivamente. La banda comenzó a tocar y de nuevo aquella mano me arrastro hasta la tarima y allí mi cuerpo cantaba pero ni yo misma entendía que canción era. Al terminar los aplausos eran ensordecedores, me levantaban en vilo me lanzaban arriba. De pronto estaba sola,  salí corriendo por un largo zaguán que daba a una escalera de mármol mohosa hasta llegar a la puerta del consultorio y  empecé a gritar pidiendo auxilio.  Una mano me zarandeaba. Le comente a mi madre ¡Que sueño horrible he tenido! y ella ni corta ni perezosa me dijo:- Púrguese que lo que tiene es  mala digestión.


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LA   MAR  Y   EL   SOL
Marisol Delgado
                Como peces de diferentes colores y otras tantas aguas, así han pasado esos seres, se diría que aún no han terminado de pasar y sobre todo el último, tan reciente, aún no cerrado, tan dolido hasta los tuétanos y tan amado hasta el paroxismo. Me ahogo con mis palabras, al no poder conversar y hablar con él. El silencio es mi compañero y es a la vez como un yunque pesado sobre mi cuerpo, que apenas me deja respirar. Sé que este cuerpo no aguantará mucho, cada día que pasa está más enfermo y debilitado, tal vez y estoy segura, que estoy somatizando eso.                 Ahora le llegaba en oleadas, una marejada de recuerdos. Todos y cada uno de ellos dolorosos y muy sentidos, hasta morir, porque así es cuando se ama; “AMOR” significa: no te mueras.      Quiere decir que es vivir, el amor es vivir, pero vivir por, para y con, el bien, ¡que hermoso!
Al menos amé mucho y sé, estoy segura que fui y soy amada, he sido afortunada y a la vez sufrida en el amor, así es la vida que me tocó vivir, así.  Arriba fue planificado y yo lo acepte, antes de reencarnar aquí, pero como dueeeleee…, amar sin ser correspondida.  Ni una caricia, ni un beso, ni una palabra, ni un gesto, ni una cortesía, mucho menos un bien, solo desplantes, mentiras, desprecios, pasar desapercibida y muchas otras cosas que pasé y  aguanté.
La mar, furiosa, activa, penetrante, natural, salvaje y brava, tranquila, dulce y salada también, rauda y refrescante a la vez, fuente de toda la vida; limpieza y transmutación.  Sin embargo,           la mar, sola no podría existir, necesita de la energía solar, del calor, de la luz, del sol.  Sí, del astro rey. El sol. Se diría que son como una pareja, una arriba, otra abajo, pero pareja, ¡que redescubrimiento! La mar y el sol. Uno líquido, el agua y el otro aéreo el calor y la luz. Una fría  y el otro caliente. Dos polos opuestos, el yin y el yang, el blanco y el negro.   Dice la teoría de la física moderna del electromagnetismo: “polos opuestos se atraen y polos iguales se repelen ” ; también dice una máxima metafísica: “los opuestos se tocan, se acarician, se comprenden, pero infiero yo por todo lo que he vivido, sufrido y sentido, que no se juntan, se casan o viven. Gracias por esta reflexión de la Mar i el sol.  Firma Marisol.
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CONVERSACIONES TELEFÓNICAS
Antonio Piñero
¿Aló?, ¿Aló? ¿Fabiola? Chica, ¿Por qué te tardas tanto en responder tu celular? ¡Que vaina contigo! Y yo desesperada porque tengo algo sensacional que decirte, te juro que es una primicia, nadie más lo sabe. Así que me vas a oír, ya. ¡Ah y no me vayas a interrumpir! Te cuento que me fui a inscribir en la universidad, tú sabes, hoy finaliza la recepción de recaudos. Sí, si chica, como siempre lo dejé para última hora, pero no te creas que fui la única, había una cola que le dio vuelta al edificio. A la una salí del martirio ese. Me regresé en uno de esos buses lentísimos que dejan a una toda hedionda a humo. Pero que se va a hacer, con esta “pelazón” en la que yo he quedado.   ¿Y a que no adivinas quien venía en el asiento trasero? ¡Cáete pa´ tras! La “pinky”, esa misma, la que se la da de “buenota” y además de inteligente y culta. Pienso también fue a inscribirse. Ella al igual que nosotras se graduó de bachiller en julio. Mantenía una “cotorra” por su teléfono. Te digo que al oírla me asusté, aunque en cuanto a mí, nada que ver; no me ocurriría eso.
Ok, sí, “aterrizo”. Te comento: para oír más o menos bien, eché la cabeza hacia atrás lo más posible y me hice la dormida. ¡Hey! Hablaba con su novio, con su “empate” adorado. Ese que cuando andaba con él “no quería pisar el suelo”. Bueno, total allá ella, y escucha lo que le dijo al tipo: “Me dieron los resultados de la prueba de orina. Salió positivo. No hay necesidad de hacerme más pruebas. La propia bionalista, me atendió e indicó que no había lugar a dudas”. “chama”, y más clarito escuché cuando añadió: “Ay Alejandro, ¡estoy aterrada!, sabes que no cumpliré los dieciocho hasta enero del año que viene; ¡yo te lo advertía! ¡Podía suceder! ¡Me da miedo quedar embarazada!... “Ajá, y no eras tú quien pregonaba tanto conocimiento de métodos anticonceptivos, que el sistema del ritmo no se “pelaba”. Que con determinadas posiciones y formas de hacerlo no quedaba preñada. Que tú habías investigado bien eso… Y todo porque hacer el amor con condón no era igual”. Ah y agregó: “Coño, Alejandro, para ti es fácil todo, tú tienes tu trabajo de arquitecto en la empresa de tu papá, tienes auto nuevo y vives en esa casota. ¿Cómo que dices? ¿No tienes condiciones de mantener un hogar? ¿Qué?, ¿que puedes averiguar de un sitio que hacen qué?
Bueno, hasta aquí te echo el cuento amiga, el bus llegó a la parada y me bajé. Oye, mala suerte, debo dejarte, luego seguimos, mamá empezó con la cantaleta contra mí, según, por tanta habladera por teléfono.
  Maracaibo, 31 de julio de 2014.

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